En Tlalpujahua
portavoz - 06/11/2012
Por Marcos Betanzos - 09/07/2014
“Las becas sirven para trabajar más cómodamente, pero trabajar al fin.”
Graciela Iturbide
Hace menos de dos años fui merecedor de una de las beca del Programa Jóvenes Creadores del FONCA-CONACULTA en la disciplina de Diseño Arquitectónico. Me enteré del programa justo diez años antes de obtenerla y postulé en tres ocasiones hasta que el fallo fue positivo concretando esa oportunidad extraordinaria. Gracias al contacto con más artistas que se encuentran en el proceso de maduración de sus proyectos y su búsqueda constante por descubrir mecanismos para materializarlos, el enriquecimiento fue contundente en el campo de las ideas. Lo considero así porque durante los doce meses que participé en el programa, las lecciones fueron siempre diversas y, por fortuna, en gran medida estaban lejos del alcance tradicional de la disciplina. Cosa rara y por ende, valiosa.
Con #BORDOS100, el proyecto que me permitió tener este acercamiento, presenté inicialmente un objetivo que mes con mes se fue nutriendo y diversificando de la mano de la tutoría siempre propositiva de Saidee Springall y mis compañeros becarios; al finalizar, el argumento original se había expandido alcanzando un enfoque multidisciplinar que no había contemplado inicialmente, sobre todo porque en el camino encontré a muchas personas que se sumaron con talento y esfuerzo a mi proyecto. En todo sentido el apoyo recibido nunca fue menor.
Por lo anterior, mi opinión respecto a este tipo de programas gubernamentales no puede ser negativa; sin embargo, es bien conocida la fama que le han hecho los detractores del FONCA a las ideas de sus becarios, la gran mayoría –sobra decirlo- juicios sin fundamento que, basados en el estigma del valor del arte, recalcan una superficialidad temática al confundirlo con el criticable mercado en el que se mueven los artistas y sus producciones. Son cosas distintas que se mezclan con frecuencia. Y resulta comprensible que esas opiniones sigan perpetuándose cuando en el país imperan otro tipo de necesidades que parecen relegar –a veces con justicia- a la cultura a uno de sus rincones más ínfimos, cuando la banalidad del discurso oficial de los gobernantes siempre hace ver al mundo del arte como pasatiempo oneroso e inútil.
No sorprende tampoco que sean muchos de esos artistas que reciben apoyos como el del FONCA en su programa Jóvenes Creadores o Creadores de Arte, los primeros en ser señalados –por lo menos- como revoltosos malagradecidos que viven bajo la sombra del sistema al atreverse a enfrentarlo o criticarlo. Con ese tan socorrido ejercicio de señalar, ha sido posible ver erróneamente a los creadores artísticos como parásitos que esperan el mejor botín para llevarlo a sus arcas. Por eso no hay que confundir: el sistema de becas o estímulos no compromete a cerrar la boca y menos válido es pensar en renunciar a ello creyendo que eso sería una muestra de congruencia, debe entenderse que una cosa es el Estado y otra el Gobierno, siendo este último al que comúnmente se discrepa.
El arte en el sistema cultural de este país sencillamente no tiene lugar ni lo tendrá mientras se sigan instalando esculturas monumentales en cada municipio del territorio nacional, creyendo que es el único camino para acercar a la sociedad a las manifestaciones artísticas, mientras se ignoren las realidades peculiares que deben de sobrellevar quienes aspiran a mantener su producción artística, muchos de los cuales trabajan, pagan impuestos y tienen que buscar los mecanismos para financiar y colocar su trabajo (artístico). Vale la pena conocer algunos desafíos de postulantes que tienen que trasladarse a otras ciudades para descargar la convocatoria y enviar sus postulaciones, por ejemplo.
La beca del FONCA es quizá la más conocida pero por fortuna ya no es la única forma de recibir un estímulo económico. Y esa “mala fama” que la ha estigmatizado, ha servido también para que otros públicos se interesen en conocer y juzgar de primera mano el resultado de este programa que, desde hace unos años, ha comenzado a circular ocupando espacios públicos y ferias especializadas. Es cierto que no todo el futuro artístico del país reside ahí, no hay lugar para tanto talento, ni es la única plataforma que lo legítima, pero es interesante ver la lista de nombres que han pasado a lo largo de los primeros 25 años que ha cumplido el programa no exento de controversias.
El tiempo parece ser un juez neutral que posee la frialdad de un verdugo y la sutileza de la memoria, en él dejemos el juicio de lo producido por los que fueron recipiendarios de este programa.
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