Treinta y dos años antes del temblor del pasado 19 de septiembre, la Ciudad de México fue afectada por un terremoto cuya magnitud dejó una huella imborrable en la memoria de sus habitantes y cambió el rumbo de la historia en la segunda mitad del siglo XX mexicano. En el ámbito de las artes, se crearon espacios artísticos y culturales[1] y ocurrieron subastas en las que participaron diversos artistas con el fin de ayudar a los damnificados. El terremoto fue un tema recurrente en la plástica, la literatura y la fotografía. De aquel momento hay un trabajo que destacar: el que realizó el artista mexicano Felipe Ehrenberg (Ciudad de México 1943 – Ahuatepec, Morelos 2017) a cargo del Centro Díaz de León, sitio fundado específicamente para atender las necesidades de Tepito después de la catástrofe que había traído consigo el sismo. El proyecto da luz respecto a cómo Ehrenberg comprendió su papel como artista. Él fue, desde las artes, un impulsor de la organización colectiva en la sociedad.
Ehrenberg y la organización colectiva
La impronta del trabajo de Felipe Ehrenberg en el arte contemporáneo fue fundamental, sin embargo, todavía está por investigarse y escribirse a profundidad. Fue pionero en México de las prácticas conceptuales a través de libros de artista y arte correo,[2] en su autoexilio político en Inglaterra después de 1968 cofundó con David Mayor y Martha Hellion la editorial Beau Geste Press.[3] A su regreso en 1974 tuvo un papel medular en la formación de las agrupaciones artísticas: fue miembro del colectivo artístico Grupo Proceso Pentágono[4] y perteneció al Frente Mexicano de la Cultura. Su trabajo también fue clave en el desarrollo del performance y en la revalorización del arte popular.
Para él, el arte era un “modelo para la vida”. La labor artística tenía un significado vital a partir de su capacidad de respuesta a un contexto específico, es decir, la práctica del arte debía ser una herramienta de transformación social. Ehrenberg creía que la clave hacia un verdadero cambio era buscar formas de organización colectiva.
En 1974 eligió Xico, Veracruz como residencia de aquellos años. Su trabajo estuvo enfocado hacia la producción y enseñanza de proyectos editoriales autogestionados. Impulsó así formas de organización colectiva gracias a su modelo de enseñanza: la horizontalidad en la coordinación de proyectos, el desarrollo de herramientas propias o colectivas de producción, la activación de circuitos autónomos de distribución, circulación y retroalimentación. De igual forma, a partir de la puesta en valor de formas locales y con ello el desarrollo de su potencial.[5]
Después de 1979 llevó a cabo seminarios editoriales en la Dirección General de Promoción Cultural de la Secretaría de Educación Pública que impartió en conjunto con sus colegas de los Talleres de Comunicación Haltos 2 Ornos (H2O): Santiago Rebolledo, Ernesto Molina y Marcos Límenes. En 1982 H2O ya tenía veintiséis instructores, lo que permitió que en los seminarios se enseñara además la producción de carteles, pintura mural comunitaria y promoción cultural.
Para Ehrenberg, la organización colectiva permitía construir nuevas opciones posibles para la sociedad:
A la vez que nuestros hallazgos erosionaban conceptos profundamente inculcados desde la infancia (la fuerza de la visión individualista, hábitos de trabajo solitario, el culto a la enajenación, restricciones de tipo formal, y demás) se nos iban abriendo posibilidades de otros paisajes sociales, en los que la emulación reemplazaría la competencia, donde la faena artística —resultado del esfuerzo conjunto— pudiera sumarse con congruencia al esfuerzo de las mayorías como un arma más para la liberación de nuestros pueblos. Desde el terreno del arte, pues, quizá sin reconocerlo conscientemente, lo que se buscó a través de la colectivización del arte fue un modelo para la vida.[6]
Centro de Enlace Díaz de León, 1985
Ehrenberg tenía bastante andado el camino en lo que a organización colectiva se refiere cuando sucedió el terremoto que conmocionó a la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985 a las 07:19 de la mañana. Aunque vivía en Xico, el artista estaba en la Ciudad de México ese día ya que vendía aquí los diversos productos que cultivaba en su jardín. Específicamente comerciaba la pimienta con un vendedor en uno de los barrios más marginales de la ciudad: Tepito.[7] En esa coyuntura, se volvió coordinador general del Centro de Enlace Díaz de León. Se trató de un espacio habilitado para ayuda y asistencia, que reunió alrededor de noventa vecinos voluntarios.[8]
Ehrenberg volvió al llamado “barrio bravo” su centro de operación, argumentando que: “uno, pintor, víctima, protagonista y testigo del momento, habita Tepito Centro, chacra principal de este organismo social que es México, un micromundo urbano / rural que refleja las convulsiones padecidas por nuestra sociedad en unos momentos que se antojan doblemente significativos por ser finiseculares.”[9]
Del 21 de septiembre al 12 de octubre, el Centro tuvo su primera fase: el rescate de víctimas y pertenencias, el apoyo en traslados y la recolección en centros de acopio en toda la ciudad. También se organizaron grupos de “médicos, enfermeras, psicólogos, sacerdotes y monjas, asesores jurídicos y sindicales, ingenieros, contratistas y arquitectos: curaron, cuidaron, atendieron y acompañaron a los heridos, niños y damnificados alterados de los nervios, apuntalaron viviendas cuarteadas, redactaron peticiones y demandas e iniciaron los peritajes que hasta la fecha no han podido organizar ni avalar las autoridades.”[10] También se inició la búsqueda de expropiación de ciertas propiedades para la comunidad que vivía en Tepito.
La segunda fase fue del 13 de octubre al 2 de noviembre, en la cual bajó el volumen del abasto y la ayuda. El Centro de Enlace Díaz de León se acercó a otros organismos de voluntarios en zonas afectadas y estrechó relaciones con instancias oficiales que podrían apoyar a Tepito. Bajo la dirección de Dolores Campos, organizó clases y actividades culturales, principalmente para niños (ya que muchos no tenían clases): se pintaron murales colectivos, había clases de barro, escultura, pintura, teatro, iniciación musical, de cómo hacer juguetes, títeres, piñatas. Se adaptó un espacio para biblioteca y un círculo de lectura gracias a la donación de voluntarios y la Subdelegación de Tepito. También se capacitó a jóvenes de 18 a 22 años para que en el futuro ellos replicaran la experiencia. El grupo H2O realizó con el apoyo del ISSSTE talleres como “Publicando con el mimeógrafo”, “El mural colectivo” y “La higiene también es cultura”.[11] El 6 de octubre tuvo lugar la primera fiesta de damnificados titulada “Festival de la Vida” en la cual tocó Botellita de Jeréz.
En la tercera fase del 3 al 24 de noviembre se suspendió la distribución de alimentos. Se siguieron distribuyendo pañales desechables y en ocasiones, plásticos para ciertos resguardos que las personas tenían que construir en las calles. La labor esencial se volvió entonces el fomento de actividades autogestivas y la continuación de las actividades culturales. Asimismo, se decidió abrir una cuenta bancaria propia, buscar alianzas, se conformó la Coordinadora Única de Damnificados (CUD) que buscaba la reconstrucción a largo plazo y la reivindicación de derechos de los ciudadanos afectados.
El Centro Díaz de León se volvió entonces punto de sensibilización y de concientización sobre la importancia de la unión colectiva. Quedó clara la necesidad de reuniones periódicas para sintetizar quejas y demandas y a partir de eso trazar líneas de acción.[12] La solidaridad había llegado desde “el pueblo mexicano”.[13]
Tepito – San Jacinto. Barrio a barrio. Centro de orientación y apoyo
El viernes 10 de octubre de 1986, un terremoto de 7,5 grados Richter causó severos daños en la ciudad de San Salvador. Felipe Ehrenberg junto con nueve vecinos de Tepito, del Centro Díaz de León en coordinación con miembros de la Cooperativa Vecinos Unidos del 59 y la Unión Amanecer del Barrio, consiguieron medicina, ropa usada y zapatos y crearon el programa “Barrio a barrio” para apoyar a los damnificados. Reunieron provisiones y gestionaron lo necesario para que el equipo permaneciera un mes en El Salvador. Eligieron el barrio de San Jacinto por ser el más parecido a Tepito en la zona de desastre.
Ehrenberg y sus compañeros llegaron a San Salvador el 4 de noviembre. Decidieron que el mejor espacio para establecer el centro de apoyo era un terreno que había ocupado el Colegio de Santa Catalina, ubicado detrás de la Iglesia y frente al mercado de San Jacinto. Ahí habían muerto el 10 de octubre “bajo toneladas de escombro, 42 pequeñitas y unos 15 vendedores ambulantes y transeúntes que esperaban en ‘bus’ de la esquina.”[14] En aquel lugar los recibió un grupo de voluntarios que se habían reunido a apoyar a los damnificados.
El proyecto fue dividido en cinco áreas: social, salud, escolar, cultural y de información. Establecieron un sistema rotativo para asegurar el funcionamiento y mantenimiento del campamento. De las 8 a las 12 de la mañana, se impartían talleres de mural colectivo: se pintaba la valla de lámina acanalada que circundaba el campamento. De las 4 a las 6 se daban talleres editoriales con mimeógrafos, mientras que otras comisiones salían a visitar comunidades damnificadas. También se enseñaba serigrafía y se imprimían sudaderas. De 5 a 7:30 se llevaban a cabo charlas de capacitación vecinal, a partir del modelo que se había comprobado en Tepito y que impartían dos o tres mexicanos en conjunto con dos o tres salvadoreños. A estas actividades asistían un promedio de 30 a 50 personas al día, 5 o 6 por comunidad, por lo que todos los días se establecía contacto con de 8 a 10 comunidades.
Ehrenberg sistematizó y detalló la experiencia del trabajo realizado en El Salvador. Su crónica dibuja el paisaje, los ánimos, retrata y da crédito a las personas que colaboraron en la experiencia de Barrio a barrio, y explica lo que se hizo en términos de solidaridad ante la catástrofe. Ehrenberg describe los afectos y la alegría de la experiencia: “Creo que aquellas nochecitas alumbradas por el farol de la calle (que a menudo se apagaba con los cortes de energía), sentados todos en medio de destrucción y cascajo, cuando la melodía del habla tepiteña se mezclaba con la de los chintos, jamás se nos olvidarán.”[15] El proyecto Barrio a barrio se hizo acreedor a la medalla Roque Dalton del Consejo de Cooperación con la Cultura y la Ciencia, en El Salvador.
Organización colectiva y solidaridad
En distintos momentos de su carrera, se le preguntó a Ehrenberg sobre su noción de arte activista, en especial respecto a su experiencia como Director del Centro de Enlace Díaz de León. En 1994 afirmó que su trabajo no había cambiado de manera definitiva, puesto que él no había “retratado” el terremoto. En cambio, su labor como artista se había interrumpido.[16] En 2016, su postura continuaba de esa manera: él no quería ser llamado un “activista del arte”, nunca usó la palabra “político” cuando se refería a su trabajo. Lo que hizo en el Centro Díaz de Léon y en el programa Barrio a barrio, era una respuesta a las implicaciones y responsabilidades de cualquier ciudadano, y si ello se reflejaba en su arte, “pues que así fuera”.[17]
Si bien es posible observar que su obra como productor visual no cambió de manera explícita con las transformaciones sociales que ocurrían a su alrededor, su trabajo al frente del Centro Díaz de León y del programa Barrio a barrio dejan ver su preocupación por la necesidad de la cultura como una estrategia de enseñanza de lo común. Ehrenberg utilizó la instrucción de las artes y de proyectos editoriales para mostrar a distintas comunidades la noción del trabajo colectivo: detectar problemas compartidos y encontrar acciones concretas para solucionarlos.
Ehrenberg presentó una ponencia en 1986 en la cual afirmaba que la solidaridad había llegado para quedarse: “Desde aquellos indescriptibles momentos hace un año, formo parte de la legión de mexicanos que, al margen de cualquier consideración personal, asumimos cada quien a su manera la responsabilidad de suscribirnos a aquel plebiscito inédito que nos ha de permitir determinar y ampliar los parámetros de esta nueva cultura política (…) la de la solidaridad.”[18] Para Ehrenberg, el impulso de la organización colectiva para la transformación social no era únicamente obligación de las artes. El activismo debía ser una labor ciudadana que no se delimitara con un oficio o profesión determinada.
Entonces como ahora, en el contexto de los recientes sismos del 7 y 19 de septiembre, la organización colectiva que surgió con el terremoto presenta una buena oportunidad para cambiar la forma en la que nos relacionamos y construir colectivamente la sociedad en la que queremos vivir.
Fotografías cortesía del Centro de Documentación Arkheia
Ehrenberg, Felipe y Campos, Dolores. Un Centro en el Centro. Ciudad de México: Mecanuscrito original, 1985, p.9. Fondo Felipe Ehrenberg, Centro de Documentación Arkheia, MUAC – UNAM, p.9
Ehrenberg, Felipe. El barrio de Tepito luego del terremoto de septiembre de 1985, Puesto de Socorro Díaz de León. Fondo Felipe Ehrenberg, Centro de Documentación Arkheia, MUAC – UNAM
Ehrenberg, Felipe. El barrio de Tepito luego del terremoto de septiembre de 1985. Mural colectivo. Fondo Felipe Ehrenberg, Centro de Documentación Arkheia, MUAC – UNAM
[1] Como la Unión de Vecinos y Damnificados 19 de septiembre (UVyD).
[2] Cuauhtémoc Medina señaló la llegada de “márgenes conceptuales” en relación con prácticas de edición, distribución e intercambio de publicaciones de artistas, con agentes como Ulises Carrión y Felipe Ehrenberg. Debroise, Olivier y Medina, Cuauhtémoc. La era de la discrepancia, arte y cultura visual en México 1968 – 1997. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2007.
[3] A principios de este 2017 el CAPC de Burdeos realizó una exhibición a cargo de Alice Motard, en la cual se analizaron las aportaciones de este proyecto: “Aunque actuó en la periferia de los centros de arte de la época, Beau Geste Press fue sin duda una de las aventuras editoriales colectivas más productivas e influyentes de su generación”. Ver CAPC Musée d’Art Contemporain de Bourdeaux. Beau Geste Press. 2 de Febrero de 2017. http://www.capc-bordeaux.fr/programme/beau-geste-press (último acceso: octubre de 2017).
[4] Ver Museo Universitario Arte Contemporáneo. Exposición de Grupo Proceso Pentágono. 26 de Septiembre de 2015. http://muac.unam.mx/expo-detalle-105-grupo-proceso-pentagono (último acceso: octubre de 2017).
[5] Trabajó desde la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana y más tarde en el Centro Regional de Estudios Culturales (CREC). Ver Pradilla, Nicolás. «Un modelo para la vida / Felipe Ehrenberg (1943 – 2017).» Horizontal. 2 de junio de 2017. https://horizontal.mx/un-modelo-para-la-vida-felipe-ehrenberg-1943-2017/ (último acceso: octubre de 2017).
[6]Ehrenberg, Felipe, En busca de un modelo para la vida. Ensayo publicado como folleto para la exposición De los grupos los individuos: artistas plásticos de los grupos metropolitanos, México: Museo de Arte Carrillo Gil, 1985 (junio), p. 3. Citado en Ídem.
[7] Ulrich Obrist, Hans. «Felipe Ehrenberg.» En Conversations in Mexico, de Hans Ulrich Obrist, pp. 330 – 351. Ciudad de México: Fundación Alumnos 47, 2016, p.345
[8]Ehrenberg, Felipe, «Sociedad, Estado y Cambio Social», en Terremoto: Un año después. Mesas redondas, Facultad de Filosofía y Letras. 1986, p. 2. Fondo Felipe Ehrenberg, Centro de Documentación Arkheia, MUAC – UNAM
[9] Íbidem, p. 1
[10] Ehrenberg y Campos, Op. Cit., pp. 4 y 6
[11] Íbidem, p. 10
[12] Ehrenberg, «Sociedad, Estado y Cambio Social», Op. Cit., p. 2 y 3
[13] En los textos aquí revisados, Ehrenberg menciona la solidaridad en términos del “pueblo mexicano”, no menciona la noción de “sociedad civil”. Alejandra Leal señala lo siguiente: “…igual que la Revolución misma, el pueblo que había emergido de la misma como el sujeto nacional legítimo —y de manera crucial como el sujeto de los derechos sociales prometidos por el Estado—comenzó a ser paulatinamente reemplazado, como parte del proceso de neoliberalización, por la figura de la sociedad civil.” Leal Martínez, Alejandra. «El despertar de la sociedad civil: sismo del 85 y neoliberalismo.» Horizontal. 24 de septiembre de 2015. https://horizontal.mx/el-despertar-de-la-sociedad-civil-sismo-del-85-y-neoliberalismo/#_ftnref1 (último acceso: octubre de 2017).
[14] Ehrenberg, Felipe. Desmitificado el sueño: San Salvador. Mecanuscrito inédito, 1986, p.4. Fondo Felipe Ehrenberg, Centro de Documentación Arkheia, MUAC – UNAM
[15] Íbidem.,p.10
[16] Poniatowska, Elena. «19 de septiembre de 1985. Ante la ineficacia de la autoridad, nació la sociedad civil.» El Nacional, 19 de septiembre de 1994, p. 35
[17] Ulrich Obrist, «Felipe Ehrenberg.», Op. Cit., p.345
[18] Ehrenberg en «Sociedad, Estado y Cambio Social», Op. Cit., p. 2