Dinero, dinero, dinero, ¡ah! y cultura
Aline Hernández - 09/10/2015
Por Alberto Waxsemodion - 18/10/2016
“Jamás he dado por escrito declaraciones mías, pues mis cuadros constituyen las declaraciones más francas ¡Quien tenga ojos para ver, que vea!”
Otto Dix
A partir del 12 de octubre el Museo Nacional de Arte (MUNAL) presenta la muestra más importante que ha tenido lugar en Latinoamérica de la obra del artista alemán Otto Dix. Dicha exposición, que forma parte del año dual México-Alemania, representa una oportunidad invaluable para apreciar el trabajo de uno de los artistas más importantes del arte occidental de principios del siglo XX. Otto Dix no sólo es famoso por el tratamiento artístico que dio a los sucesos que presenció durante las dos guerras mundiales, sino también por ser maestro ecléctico y sintético en estilos que abarcaron desde el dadaísmo, el cubismo, la caricatura y el expresionismo entre otros.
La muestra ha sido curada por la doctora Ulrike Lorenz, una de las autoridades mundiales en la vida y obra de Dix, en colaboración con el equipo de museología y museografía del MUNAL y el museo MARCO de Monterrey, donde las piezas se habían exhibido con anterioridad este año. Cabe señalar que el concepto que se presenta está diseñado específicamente para la Ciudad de México, es decir, no veremos repetida la museografía aunque las piezas sean casi las mismas (en Monterrey hubieron dos piezas más que en CDMX).
¿Cómo hablar de la obra de Otto Dix en pleno siglo XXI? A más de cien años de su nacimiento, debemos pensar que la obra del autor no es sino un comentario (me abstengo en este punto de usar la palabra crítica) de su tiempo y de las inclemencias de la guerra, así como de las múltiples contradicciones que habitan en el ser humano; y aunque debido al momento en que vivimos sea fácil relacionarse con sus escenas de guerra y las consecuencias de ésta, quizá podríamos leerlo también a través de las categorías que tanto el autor como el discurso del museo proponen a los espectadores; no se trata de rebuscar hilos negros, sino de quizá aprovechar en otros sitios los sentidos que el arte nos provee.
Violencia y Pasión; este título nos demuestra quién es Dix en la Historia del arte y con qué se le relaciona. La violencia en su serie de grabados sobre la guerra siempre será referente al hablar del cuerpo abyecto o mutilado, de aquel ser humano que se ha vuelto carne y que el artista ha resignificado como materia de arte. Famosas son las acuarelas que retratan las entrañas de los soldados y el grabado del cráneo poblado de gusanos se ha vuelto una imagen icónica de las guerras mundiales. Pero ésta no es toda la violencia de Dix, sino que es apenas la superficie de los contrastes y la dureza que hay en sus otros trabajos (que afortunadamente podemos ver en esta muestra), como retratista, ocasionalmente como paisajista o en algunos de sus apuntes.
Como he dicho anteriormente, es complejo realizar una aportación en torno a la obra de grandes autores, pero siempre es posible resaltar aspectos sobre la mirada de los espectadores o el contenido de sus obras. En su libro Lo grotesco en el arte y la cultura occidentales Frances S. Conelly propone que la imagen grotesca es aquella que juega, la que pone en la mesa lo conocido y lo desconocido pero lo muestra como algo distinto siempre, algo en movimiento; es decir, para la autora este tipo de imágenes se construyen en los límites y las contradicciones: “Lo grotesco plantea respuestas contradictorias y conflictivas al mismo tiempo que une lo inesperado y disparatado”. [1] Y aunque el concepto que la autora nos propone es muchísimo más complejo que esto, podemos usarlo como punto de partida para pensar en las imágenes mostradas en el MUNAL, ¿qué contradicciones o límites están en juego?
No es casualidad que pretendamos usar el término grotesco para analizar la obra de Otto Dix, y es que aún hoy en día encontraremos la palabra con una acepción que va más allá de lo desagradable o lo que es difícil de mirar, tal y como han sido catalogadas en muchas ocasiones algunas de las obras expuestas en Violencia y Pasión. Es pertinente aclarar que no podríamos decir que toda la obra de Dix está pensada en torno a las contradicciones o al concepto de lo grotesco que hemos expuesto someramente, pero si cuando miramos los cuadros intentamos ver estos límites o estas contradicciones, quizá podremos comprender alguna de las razones por las que casi cien años después de su creación en otro continente y contexto estas obras nos resultan tanto fascinantes como difíciles de confrontar.
Cuadros como los jugadores de cartas o la marcha de los mutilados son un ejemplo perfecto de lo anterior, donde los cuerpos se fusionan con los aparatos, y el cubismo se encuentra con la caricatura (en el sentido de exageración); estas dos escenas resultan terribles, pero sólo bajo el pincel de Dix son tolerables las heridas que están cicatrizando, los heridos que marchan sonrientes (¿o con muecas?), el juego de azar que los puso en esa mesa representado por las cartas; hay una fuerza impresionante en todo lo que se está moviendo en estas pinturas, un lisiado empuja a otro y en el fondo una mano prostética apunta hacia el futuro. La violencia del pintor no se encuentra sólo en esa realidad descarnada sino también en estos cuadros que presionan el humor contra el horror, el presente contra el pasado, y todo aquello que la mirada del espectador vaya poniendo en tensión.
Miremos finalmente a Dix como retratista, pongamos especial atención a sus autorretratos, donde el autor nos muestra que no sólo era capaz de mirar a los otros sino de mirarse a sí mismo; el autor muestra las posibilidades de la destrucción pero también de la autoconstrucción, al mostrarse como él mismo pero también como soldado o pintor. Hay en él una noción casi inconfundible, y es que sus pinturas son de una realidad tal que terminan por ser casi fantasías agresivas; encontramos en su trabajo no sólo un proceso técnico sino mayormente una evolución intelectual que aborda la violencia de la guerra o la más “real” y la que subyace escondida entre sus personajes risueños y macabros.
Esta muestra representa una de las mejores oportunidades para analizar la obra de un autor complejo y enigmático que resulta clave para comprender el arte moderno y contemporáneo; como hemos dicho anteriormente, es posible que no toda la obra de Dix pueda ser vista a través de los límites y las contradicciones, pero será papel de cada espectador intentar encontrar cómo actúa el humor y el horror, el cuerpo y el artefacto, el retrato y la mirada; la violencia y la pasión.
Otto Dix: Violencia y Pasión permanecerá abierta hasta el 11 de diciembre del 2016.
[1] Conelly S., Frances, Lo grotesco en el arte y la cultura occidentales: La imagen en juego, Trad. Amaya Bozal, Machado Libros, 2015, España, p. 37.
Imagen Portada: Otto Dix
Selbstbildnisse [Autorretrtos], 1914
Óleo sobre tabla de madera 70.5 x 54. 6 cm
Spencer Museum of Art, The University of Kansas
© OTTO DIX/BILDKUNST/SOMAAP/MÉXICO/2016.
Imagen 2: Otto Dix
Schädel [Cráneo], 1924
Aguafuerte 25.7 x 19.5 cm
IFA (Institut für Auslandsbeziehungen)
© OTTO DIX/BILDKUNST/SOMAAP/MÉXICO/2016.
Imagen 3: Otto Dix
The Skat Players – Card Playing War Invalids, 1920
Óleo sobre tela 110 x 87 cm
Nationalgalerie, Staatliche Museen, Berlin