La estética de la inseguridad
Sergio Gallardo - 12/04/2016
Por Arcelia Mac Gregor - 14/04/2015
Hace unas semanas escuché la canción de Blur, ‘There are too many of us’, de su último álbum. Independientemente de mi honra por la banda británica, la canción me pareció fantástica. Pero fue justo en el momento en que escuché dos palabras cuando puse atención a la letra completa: ‘Tiny Houses’. Por supuesto, me remitieron de manera inmediata al tema recurrente de la arquitectura. No es una canción feliz pero la letra me resultó muy real y buena. Los arreglos musicales ciberespaciales me hicieron pensar en la década de los 80, cuando veía películas de siglos futuros y lejanos…sí, Kubrick, Scott, etc., quienes sabemos que en su trabajo hicieron alusión, en una medida imprescindible, al escenario arquitectónico. El ritmo, que remite a una marcha casi fúnebre, es pegajoso y me ayudaba mucho a visualizar un estilo de vida un tanto hipnotizante y lleno de resignación en donde el cuestionamiento quedó a un lado. Todo esto se confirmaba en mi mente con las imágenes del video, no se imaginen un gran espectáculo gráfico, pero fueron lo suficientemente sugerentes para seguir pensando en la canción.
Después, en uno de esos momentos de libre asociación, me acordé de alguien que me recomendó que viera un documental sobre, precisamente, Tiny Houses…no apunté el nombre exacto y seguramente por eso me tardé en encontrarlo porque para mi sorpresa, que es parte de mi oscurantismo cultural, existe todo un movimiento sobre el tema. Y aunque sabemos que el habitar en lugares pequeños no es nuevo, ya sea por la naturaleza de densidad urbana o por la sobrepoblación del lugar, lo que me pareció digno de explorar es que esta forma de habitar cada vez está siendo más adoptada alrededor del mundo por decisión propia, no por necesidad – cabe recalcar. Por lo mismo, me gusta mucho creer que no es una tendencia, porque ya sabemos que éstas son fugaces, sino un estilo de vida ya que si realmente nos cuestionamos y somos honestos, no necesitamos mucho para vivir bien.
La frase ‘vivir en chiquito’ – título de esta misiva – me gusta porque no solamente contiene la idea de vivir en un espacio construido más chico sino también porque contiene la idea de pensar de manera abreviada en un modo inteligente y eficaz.
Es trillado el tema de que hemos vivido sistematizados para creer y absorber un estilo de vida en donde mayor cantidad, hipotéticamente, equivale a mayor calidad…esto sí que es una ficción. Pero también hay muchas personas, – aunque no estoy segura del ‘muchas’ – para las que el vivir más grande no significa necesariamente vivir mejor. En mi indagación sobre el tema lo que me pareció precioso, – sí, así de bonito – es que algunas personas relacionan la idea de vivir en chiquito con la libertad – muy confrontante cuando muchos buscamos lo mismo sin saber que tal vez nuestro estilo de vida es precisamente lo que nos aleja de ello. No estoy segura de la razón exacta por la que este movimiento surge pero uno puede especular que al tomar la decisión de vivir en chiquito, en un lugar de 30m2 aproximadamente, se reduce la huella ecológica, se tienen menos pertenencias – por ende menos preocupaciones, se es un esclavo menos de instituciones de financiamiento, se adapta uno al transporte disponible e indispensable, se tiene más dinero…y así se hace una lista larga pero sobre todo, y con mayor valor, se tiene más tiempo. Por razones obvias, esta decisión aleja al sujeto del sistema y lo acerca a un muy deseable mejor entendimiento de la libertad.
Claramente, la decisión de vivir en chiquito parte previamente del desprendimiento de un pensamiento casi maquinal bajo el que muchos vivimos. Este desprendimiento de viejos patrones de conductas sociales, me parece, es el cometido más difícil antes de decidir, conscientemente, permutar a este nuevo estilo de vida. También es verdad que éste no es el óptimo para todos porque también cabe la idea de que vivir en chiquito surge a raíz de los cambios de estructura social que han resaltado en algunas sociedades en las últimas décadas, tal como el esquema familiar que poco a poco se convierte en uno rechazado por varias personas que deciden vivir solas o en pareja teniendo como prioridad de vida otros proyectos, ajenos al de la familia.
Vamos, el tema se ha expuesto infinidad de veces pero poco se ve construido, al menos en la ciudad de México. Me parece divertido, y por mucho elocuente, imaginar que podríamos dividir el centenar de departamentos de Santa Fe, que ciertamente nadie renta ni compra, y reflexionar sobre sistemas de diseño de ‘rearticulación’ para vivienda en chiquito con la intención de reparar una pequeña atmósfera del D.F. y, pese a que sabemos que esto no eliminaría el laxo sistema de planeación urbana ni la carencia angelical de la zona, sería una buena oportunidad ya que el diseño en chiquito sugiere la intervención de una arquitectura emocionante.
‘There are too many of us’ hace alusión a que el vivir en casas diminutas es el resultado de una sociedad en decadencia. Quizá esto no es debatible exponiendo la hipótesis de que hemos crecido en un sistema que nos dice precisamente que el vivir con menos implica menor calidad de vida. Ya vivimos en esos escenarios futuros y lejanos que los directores de Sci-Fi describieron atinadamente y, de manera indiscutible, hay muchos de nosotros. Si ya somos muchos nuestra forma de vida tendría que cambiar y, como siempre, si el cambio no se da en uno mismo, desde adentro, no ocurre nada.
Sería muy reparador dejar de pasar por alto todo lo que vemos, como bien dice Damon, y empezar a transmitir que la arquitectura de pequeñas dimensiones puede ofrecer mucho porque, hasta con valor agregado, podría ayudar a dejar un poco a lado el ego del que tanto se nos acusa como arquitectos. Podríamos empezar a construir en chiquito, pensando en grande. Eso me parece que también se oye muy bien.
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