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Ariel Rojo - 18/04/2013
Por Jimena Hogrebe - 14/08/2019
Hace once años la entonces Feria de las Culturas Amigas (FCA) comenzó como un encuentro de países, de un par de semanas de duración, para permitir la muestra y el intercambio culturales; para “conocer más sobre la cultura, tradiciones y costumbres de distintas naciones, mediante la presentación de stands representativos y actividades artísticas”. Desde su inicio fue organizada como un proyecto de cooperación entre la Coordinación General de Asuntos Internacionales del Gobierno de la Ciudad de México y distintas representaciones diplomáticas acreditadas en el país. En todos estos años la feria ha ido creciendo y se ha ido transformando, tanto en su imagen, como en su configuración y logística.
Los primeros cinco años (del 2009 al 2013) se llevó a cabo en la Avenida Paseo de la Reforma. Una serie de stands blancos convencionales se instalaron en los camellones de la avenida para ofrecer muestras culturales y productos. El evento fue un éxito desde su primera edición con 300,000 visitantes, 50 embajadas participantes y alrededor de 50 actividades culturales. Para el quinto año los visitantes fueron 1.750.000, las representaciones diplomáticas 80 y las actividades alrededor de 100.
Por el éxito de la FCA, se buscó un espacio en la ciudad que pudiera verla crecer, recibir a más gente y ser más accesible. Fue así como en 2014 se movió al zócalo capitalino. Y no fue ese el único cambio, sino que se decidió invertir en la arquitectura. En ese año, los puestos de las embajadas se instalaron en carpas blancas de estilo medieval, pero el despacho Productora diseñó el Pabellón de la Ciudad de México. Un lugar de exposición y recorrido que abordaba el tema de los migrantes que han influido en el desarrollo de la ciudad. Era una estructura triangular de madera con espacio bajo sombra y una rampa como paseo. En esta nueva sede el evento creció significativamente recibiendo a 2.300.000 visitantes, con 87 embajadas y alrededor de 200 actividades culturales.
En el 2015 se contrató al despacho MMX, pero ellos, en lugar de sólo diseñar el Pabellón de la Ciudad de México, replantearon toda la feria. Una megaestructura construida con andamios y lonas blancas, pensada para recibir a las 94 embajadas en tres largos cuerpos que cruzaban la plaza de manera diagonal, formando tres plazas más pequeñas. Las franjas se conectaban al centro con el Pabellón de la Ciudad de México, de figura triangular que funcionaba como en foro. El número de actividades culturales de este año no creció, pero sí el de los visitantes que alcanzó los 3.000.000.
El siguiente año se organizó un concurso público en dos etapas para seleccionar al despacho que sería el encargado de desarrollar el diseño de la FCA 2016. En la primera etapa los despachos enviaron portafolios de trabajo de los cuales se eligieron tres para desarrollar un proyecto y concursar; Dellekamp Arquitectos, El Umbral y Ambrosi Etchegaray, quienes ganaron. El proyecto ganador era una gran estructura circular con un considerable vacío al centro, que al interior constaba de un pasillo central rodeado por dos hileras circulares de puestos. El pabellón de la Ciudad de México se encontraba en el espacio central y el foro para conciertos en el espacio circundante. El pabellón estaba construido con estructuras metálicas desmontables recubiertas con costales. Medio millón de personas más visitaron esta edición, llegando a 3.520.000.
En el 2017 la feria volvió a adaptarse. De entrada cambió su nombre; se convirtió en la Feria Internacional de las Culturas Amigas (FICA). Además, en el zócalo permaneció el Pabellón de la Diversidad con los puestos de las embajadas para exposición y venta de artesanías, al igual que el Pabellón de la Ciudad de México y el foro para conciertos; mientras que los puestos de venta de comida se movieron a la Plaza de Santo Domingo junto a la cual se montó un comedor. Nuevamente se realizó concurso en dos etapas para diseñar el Pabellón de la Diversidad. De la primera fueron seleccionados cinco equipos, Escobedo Soliz, CC Arquitectos, R-Zero + Max von Werz, a|911 y colectivo de UNO. Fue el proyecto de estos últimos el seleccionado. En el zócalo, los stands fueron organizados en tres cuerpos circulares construidos con andamios, con cubiertas coloridas e inclinadas, mientras que el Pabellón de la Ciudad de México y el foro de conciertos se ubicaron en las pequeñas plazas que estos configuraban. El número de visitantes alcanzó en esta edición 4.150.000 visitantes.
Para la décima edición, la del 2018, se repitió el formato del año anterior. El concurso lo ganó TO, pero participaron también APRDELESP, Palma, Vertical, Zeller & Moye. El Pabellón de la Diversidad estaba compuesto por doce cuerpos piramidales cuyas cubiertas fueron estructuradas a partir del sistema estructural tensegrity y con superficies de malla sombra. La disposición de estas estructuras formaba una plaza rectangular al centro cerrada en los lados cortos por el Pabellón de la Ciudad de México, otro cuerpo piramidal, y el foro para conciertos que quedaban enfrentados. El número de participantes y visitantes se mantuvo.
Para la edición de 2019, que se llevó a cabo en junio, la Feria Internacional de las Culturas Amigas volvió a transformarse. Se ubicó en la primera sección del Bosque de Chapultepec, idea con la que ya se había coqueteado desde unos años antes. Los distintos componentes se esparcieron a lo largo del bosque promoviendo el paseo. El Pabellón de la Diversidad se ubicó en un tramo del circuito La Milla, y estaba compuesto por grupos de puestos uno junto a otro con muros divisorios de OBS y cubiertas inclinadas de lona blanca, al igual que la pared de atrás. Una gran estructura truss permitía librar el claro de todos los puestos para no tener apoyos verticales intermedios. La cubierta sobresalía del límite para crear un pasillo protegido. Al ubicarse en esta zona, el paseo estaba cubierto también por las copas de los árboles, haciendo de este un paseo agradable y tranquilo en los calurosos días de junio. En algunos puntos, se instalaron unas estructuras de madera con asientos para que la gente pudiera descansar a ratos. El Pabellón de la Ciudad de México, una estructura circular, se ubicó cerca de la Fuente de Nezahualcóyotl; mientras que el Pabellón Gastronómico lo hizo frente a Los Pinos, recién abierto al público. Este último fue, tal vez, el menos afortunado, ya que el esquema de pasillo central no permitía un movimiento tan fluido. Junto a la zona de comida se encontraba el escenario de espectáculo con un área dispuesta para los comensales. En esta edición se rompió record de asistencia nuevamente llegando a 4.750.000 asistentes.
La Feria Internacional de las Culturas Amigas se ha convertido, además, en uno de los acontecimientos más importantes y populares de la Ciudad de México. Es un evento importante de intercambio cultural y de construcción del espacio público que ha sabido evolucionar y responder a sus propias necesidades. Las dos primeras sedes en las que se llevó a cabo, la Avenida Paseo de la Reforma y el centro de la ciudad, permitieron ciertos usos y experiencias. El nuevo cambio de sede parece haber sido un acierto ya que la experiencia de paseo en relación con la naturaleza provocó experiencias positivas y accesibles, y la distancia entre componentes permitió un mayor esparcimiento de los visitantes.
Sin embargo, pareciera que en 2019 se dio un paso atrás en cuestión de construcción de lo público y la transparencia al no haber llamado a concurso para su diseño como en los años anteriores. En un país en el que poco del diseño arquitectónico de la infraestructura pública se realiza a través de concurso abierto, este se había convertido en uno importante; se había ganado un terreno valioso que valdría la pena recuperar. En este sentido, la nueva sede podría presentar retos distintos e interesantes a los arquitectos con la meta de generar experiencias significativas y enriquecedoras en los millones de visitantes. Por su éxito y lo que representa para la ciudad, es probable que la FICA se siga realizando. En esta circunstancia, hay que fomentar que se siga adaptando a las necesidades, hay que impulsar que se realice a través de un concurso público, hay que buscar llevar lo más lejos posible sus posibilidades de enriquecer la vida de la ciudad y la cultura pública.
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