Beibi Creyzi Press
Alfonso Santiago - 04/04/2019
Por Ricardo García Santander - 21/04/2017
Por Ricardo García Santander
Arquitecto por la UNAM. Profesor de Proyectos.
Maestro en arquitectura por la Universitat Politècnica de Catalunya
El valor y el propósito del dibujo fue el primer texto de Kahn en torno a la arquitectura; en él deja entrever por un lado su sensibilidad de arquitecto, y por el otro las emociones de un pintor. Esta especie de doble personalidad artística jugará un papel importante al momento de expresar sus ideas que aún tienen mucho que decir a los arquitectos del siglo XXI:
Kahn tenía la visión de un pintor. Para él, como para J. M. William Turner, “el pintor de la luz”, todo lo que existe tiene un valor estético en la medida en que deriva del pensamiento y análisis:
El valor en un dibujo no está en el hecho de que logre una copia exacta de lo que se observa sino que radica en el propósito de tomar notas, de escribir y describir con líneas lo que miramos. Este ejercicio es ya por sí solo un acto de reflexión.
La reflexión que hizo Kahn acerca del fin del dibujo es muy clara al explicar que el papel sólo es un medio. El valor del dibujo es la materialización de la idea, por tanto la visión de un creador está dirigida a la tectónica del material de la creación. Rodin no dibuja, esculpe el papel con el lápiz, como si fuera piedra trabajada con cincel y martillo, logrando así nociones visuales de masa, espacio y luz. Sus dibujos eran geniales porque engañaban al medio (el papel), el fin no eran líneas de lápiz sobre papel, el fin era la escultura. Los dibujos pues son apuntes, notas para llegar a una idea.
El fin del dibujo radica en la creación y en la composición. Kahn propone que el arquitecto es más cercano al músico por la forma de componer y porque como todo compositor, requiere generar un lenguaje propio como medio para convertir pensamientos en imágenes. Describe su proceso de la siguiente manera:
Sugiere que cada vez que hace un dibujo no se deja seducir por el tema del modelo que dibuja sino que piensa más bien en los sentimientos que le inspira dicho modelo, después los extrae y los plasma en el papel. El valor del dibujo radica en el pensamiento de la composición a partir de la percepción. El motor de creación son los sentimientos que produce el modelo, pero para llegar a ese modelo, se requiere de muchas notas de trabajo, separar ideas y es ahí donde uno puede componer, jugando con la realidad, “moviendo montañas y árboles, cambiando cúpulas y torres”.
En su texto, Kahn toma como ejemplo una catedral, y nos dice que cuando se mira una catedral, hay que olvidar el concepto de catedral, olvidarse de las ideas que llevan a la palabra. Hay que cuestionarnos lo que una catedral nos hace percibir y sentir, descubrir los elementos que son valiosos para nosotros, dejando de lado la rigidez de la perspectiva. Pone también como ejemplo a los pintores chinos “que consiguieron representar el espacio mejor que nadie” ya que ellos desconocían la idea de perspectiva tal como nosotros la aplicamos.
Por último, Kahn concluye su primer texto teórico criticando la manera de representación al estilo “Beaux Arts” ya que la encuentra rígida y sin posibilidad de exploración, sin posibilidad de pensamiento:
La crítica de Kahn hacia Born y Chamberlain se debe a que no quiere ser como ellos. Podemos ver así sus intenciones de anotar emociones.
Bibliografía recomendada:
Kahn, Louis. Escritos, conferencias y entrevistas. El Croquis Editorial, Madrid, 2003, traducción de Jorge Sainz.
Imágenes:
Bocetos de Auguste Rodín
Obras pictóricas de Joseph Mallord William Turner