Recientemente entrevistamos a Fernando Castañón y Gabriel Salazar (usoarquitectura) en su espacio de trabajo. Como es costumbre, la curiosidad por conocer sus oficinas, por “leer” el espacio y ver el primer reflejo de su trabajo a través de su entorno cotidiano fue inmediata. De entrada no se distingue demasiado, no es el clásico espacio abierto que deja ver al equipo de trabajo ocupando sus estaciones. Es un espacio completamente vestibulado con un carácter un poco escenográfico, con detalles de color, texturas y con mucho sello de ambos arquitectos. Para aquellos que los conocen personalmente, sabrán que las personalidades de Fernando y Gabriel son bastante distantes, complemento, estabilidad quizá para un buen entendimiento entre colegas. Gabriel suele ser extrovertido, con una gran facilidad de palabra sin tapujos para decir las cosas. Fernando es mas observador, mas recatado para abrirse en primera instancia y sin embargo en su mundo de trabajo se diluyen éstas diferencias.
Cuando nos acercamos a su mesa de trabajo era difícil distinguir cual era el sitio de cada uno. Ambos coleccionistas de juguetes y objetos que ambientan el espacio, que lo llenan de color y los dejan en igualdad de circunstancias. Un espacio de trabajo con un carácter lúdico y ajeno al estereotipo de los despachos de arquitectos en donde vemos maquetas bajo capelos de acrílico, plotters, botes llenos de planos, restiradores etc. En usoarquitectura la sensación es diferente, una experiencia más cercana al estudio que uno tiene en casa y en donde conserva sus objetos mas preciados. En el escritorio de Gabriel podemos ver desde una pequeña colección de playmobil, una Pantera Rosa y un modelo de Wall-e, así como también un gran frasco de vidrio que contiene un cerebro y el cual nos remite de inmediato a Jeunet y Caro, autores de la película La Ciudad de los niños perdidos. En el caso de Fernando, también existe una gran colección de Mighty Muggs, que incluye un sin fin de personajes y algunos de ellos son ediciones limitadas.
En realidad un espacio que invita a los curiosos a recorrer a detalle los rincones, los objetos, hasta unas pequeñas cucarachas plásticas ubicadas en algunos puntos de la pared reiteran el humor de ambos arquitectos y la necesidad de un espacio confortable que sea extensión de ellos mismos.
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Fotografías: Alejandro Cabrera