Seis consejos de Louis Kahn para los arquitectos de hoy

Por - 21/04/2017

Por  Ricardo García Santander

Arquitecto por la UNAM. Profesor de Proyectos.

Maestro en arquitectura por la Universitat Politècnica de Catalunya

 

El valor y el propósito del dibujo fue el primer texto de Kahn en torno a la arquitectura; en él deja entrever por un lado su sensibilidad de arquitecto, y por el otro las emociones de un pintor. Esta especie de doble personalidad artística jugará un papel importante al momento de expresar sus ideas que aún tienen mucho que decir a los arquitectos del siglo XXI:

  • “Para los artistas, todo es bueno en la naturaleza. Quienes estén embargados por la pasión de verdad, aprenderán a encontrar la belleza en los objetos más corrientes. Sólo el profano ve fealdad en la naturaleza”.

Kahn tenía la visión de un pintor. Para él, como para J. M. William Turner, “el pintor de la luz”, todo lo que existe tiene un valor estético en la medida en que deriva del pensamiento y análisis:

  • “El dibujo es un modo de representación. No importa si una acuarela es precisa, suelta o anodina; si revela algún propósito, ya tiene valor; y cuanto mejor entendamos ese propósito, más valioso llegara a ser nuestro trabajo”.

El valor en un dibujo no está en el hecho de que logre una copia exacta de lo que se observa sino que radica en el propósito de tomar notas, de escribir y describir con líneas lo que miramos. Este ejercicio es ya por sí solo un acto de reflexión.

  • “Un amigo mío que visitó el Museo Rodin me pidió que le explicara qué había en los dibujos de ese escultor para que personas aparentemente en su sano juicio se deshicieran en elogios hacia ellos…..el dibujo lo emplean todos los maestros de las diversas ramas del arte, cada uno a su manera. Los dibujos que hizo ese escultor se trazaron con la vista puesta en el resultado final en piedra. Aunque trabajaba con aguadas aparentemente desgarbadas y líneas poco cuidadosas, Rodin siempre lo hacía pensando en el cincel y el martillo. Son buenos dibujos porque encarnan las posibilidades ocultas de su oficio; las auténticas visiones de un creador”.

La reflexión que hizo Kahn acerca del fin del dibujo es muy clara al explicar que el papel sólo es un medio. El valor del dibujo es la materialización de la idea, por tanto la visión de un creador está dirigida a la tectónica del material de la creación. Rodin no dibuja, esculpe el papel con el lápiz, como si fuera piedra trabajada con cincel y martillo, logrando así nociones visuales de masa, espacio y luz. Sus dibujos eran geniales porque engañaban al medio (el papel), el fin no eran líneas de lápiz sobre papel, el fin era la escultura. Los dibujos pues son apuntes, notas para llegar a una idea.

  • “Tratar de imitar con exactitud no tiene valor alguno; si ése es nuestro propósito, la fotografía será lo más útil. No deberíamos imitar cuando nuestra intención es crear, improvisar… aprendamos a ver las cosas por nosotros mismos con el fin de desarrollar el lenguaje de nuestra expresión personal. La capacidad de ver deriva de un insistente análisis de nuestras reacciones a lo que miramos, y de su importancia en la medida en la que nos preocupe. Cuanto más miremos, más llegaremos a ver”.

El fin del dibujo radica en la creación y en la composición. Kahn propone que el arquitecto es más cercano al músico por la forma de componer y porque como todo compositor, requiere generar un lenguaje propio como medio para convertir pensamientos en imágenes. Describe su proceso de la siguiente manera:

  • “En todos mis dibujos intento no estar completamente supeditado al modelo, aunque lo respeto y lo considero algo tangible y vivo de donde extraer mis emociones. He aprendido a no considerar una imposibilidad física mover montañas y árboles, o cambiar cúpulas y torres para que se adapten a mis gustos. Intento desarrollar una composición y hago que todos los dibujos tengan para mí tanto valor como si surgieran de un problema de diseño. Hacer un dibujo de esta clase requiere, por supuesto, la elaboración de muchas impresiones y apuntes ‘sobre la marcha’. Luego hay que apartarse de todo ello para rehacerlo y materializar nuestros pensamientos con objeto de desarrollar la imagen en forma de diseño legible”.

Sugiere que cada vez que hace un dibujo no se deja seducir por el tema del modelo que dibuja sino que piensa más bien en los sentimientos que le inspira dicho modelo, después los extrae y los plasma en el papel. El valor del dibujo radica en el pensamiento de la composición a partir de la percepción. El motor de creación son los sentimientos que produce el modelo, pero para llegar a ese modelo, se requiere de muchas notas de trabajo, separar ideas y es ahí donde uno puede componer, jugando con la realidad, “moviendo montañas y árboles, cambiando cúpulas y torres”.

En su texto, Kahn toma como ejemplo una catedral, y nos dice que cuando se mira una catedral, hay que olvidar el concepto de catedral, olvidarse de las ideas que llevan a la palabra. Hay que cuestionarnos lo que una catedral nos hace percibir y sentir, descubrir los elementos que son valiosos para nosotros, dejando de lado la rigidez de la perspectiva. Pone también como ejemplo a los pintores chinos “que consiguieron representar el espacio mejor que nadie” ya que ellos desconocían la idea de perspectiva tal como nosotros la aplicamos.

Por último, Kahn concluye su primer texto teórico criticando la manera de representación al estilo “Beaux Arts” ya que la encuentra rígida y sin posibilidad de exploración, sin posibilidad de pensamiento:

  • “En los miles de dibujos traídos de toda Europa hay demasiada afectación y demasiado artificio. Es una lástima que nuestras impresiones estén dominadas por esta multitud de férreos estilos de la representación arquitectónica. La razón de la que la mayoría de los dibujos sólo puedan ser expresiones desde la óptica del estilista Ernest Born o del superficial Chamberlain es algo que no llego a comprender”.

La crítica de Kahn hacia Born y Chamberlain se debe a que no quiere ser como ellos. Podemos ver así sus intenciones de anotar emociones.

 

Bibliografía recomendada:

Kahn, Louis. Escritos, conferencias y entrevistas. El Croquis Editorial, Madrid, 2003, traducción de Jorge Sainz.

 

Imágenes:

Bocetos de Auguste Rodín

Obras pictóricas de Joseph Mallord William Turner

 

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