El color de Ezequiel Farca
portavoz - 19/03/2012
Por Sergio Gallardo - 13/10/2015
Si revisamos el proceso de urbanización de cualquiera de las ciudades mexicanas podríamos partir, en la mayoría de ellas, de los asentamientos a partir del casco histórico y su traza en damero. Un urbanismo lógico en el que las funciones habitacionales, administrativas y religiosas, giraban alrededor de una plaza-zócalo que al mismo tiempo servía como elemento ordenador de las funciones anteriores, era el punto de reunión y convivencia de sus habitantes. Un urbanismo en el que el trazado de las calles estaba en relación a las orientaciones, de tal manera que sus edificios recibían la luz del sol o por la mañana o por la tarde.
El crecimiento natural de las ciudades a partir de cambios económicos, políticos, tecnológicos y sociales fue transformando la morfología regular de los asentamientos históricos en el urbanismo caótico de nuestro días, la diferencia entre uno y otro es que el primero (la ciudad histórica), tenía mayor interés en el ciudadano como un ser perteneciente a un grupo con identidad y tradiciones, y el segundo (la ciudad actual) ve al ciudadano como un objeto cuantificable con necesidades que están por abajo de los intereses, la ambición política y el mercado inmobiliario.
Fundada el 16 de abril de 1531 y declarada, gracias a su Centro Histórico, patrimonio cultural de la humanidad en 1987, Puebla es la cuarta ciudad en importancia a nivel nacional y últimamente sede de las mejores universidades del país.
Hace 22 años el entonces gobernador Mariano Piña Olaya decretó la expropiación de la reserva territorial Atlixcáyotl-Quetzalcóatl, dando lugar al desarrollo Angelópolis en el cual se construyeron los dos fraccionamientos residenciales más lujosos de la ciudad, La Vista Country Club y Lomas de Angelópolis.
Para que los nuevos residentes de ambos fraccionamientos pudieran llegar a su hogar se construyó la Vía Atlixcáyotl, una vialidad de 10 carriles, 5 por cada sentido, y un costo de 650 MDP, duplicando su presupuesto inicial, que no tiene vialidades laterales pero sí banquetas de apenas 1 metro de ancho, una vialidad en la que se instalaron diferentes plazas comerciales pero sobre todo, curiosamente o estratégicamente, todas las marcas de automóviles.
La Vista Country Club incluye entre otras amenidades el Club de Golf privado más exclusivo de la ciudad.
Lomas de Angelópolis por su parte, es la zona residencial de moda, la más in y cool, no importa que no seas guapo, si vives en Lomas ya la hiciste y puedes tener lo que sea, o por lo menos así se podría interpretar el enorme espectacular situado en el acceso. Este fraccionamiento tiene en su interior alrededor de otros 25 fraccionamientos llamados Clústers, el nombre del Clúster depende de la superficie del lote, es decir, si vives en el clúster 222 tu lote es de 200 m², en el 888 de 800 m², etc. Cada uno de estos clústers está protegido y delimitado por su propia barda y caseta de vigilancia, no bastó la muralla que separa al fraccionamiento de la ciudad ni la caseta de vigilancia principal, fue necesario aislar cada clúster para darle privacidad y seguridad a las casi 3 mil familias que viven ahí.
No sólo eso, las trabajadoras domésticas, choferes, jardineros o cualquier otro proveedor de servicios tienen su propio acceso para no mezclarse con los habitantes, es la versión urbana del acceso de servicio de la casa actual.
Aunado a lo anterior, dentro del mismo fraccionamiento se está construyendo SONATA un desarrollo inmobiliario en 19 hectáreas que combina áreas comerciales y para oficinas en cerca de 70 mil m² de construcción repartidos en 10 torres de edificios y 2300 cajones de estacionamiento. Los mejores restaurantes, cines, gimnasios y franquicias ya están en SONATA para dar servicio y placer a la atrincherada y acomodada sociedad poblana que vive en Lomas y a los habitantes del sur de la ciudad, o a cualquier otro ciudadano que tenga en qué llegar, porque sin auto es casi imposible.
¿Quiénes planifican o diseñan las ciudades en nuestro país? Parece que no lo hacen los arquitectos, urbanistas o algún otro especialista en temas de desarrollo, crecimiento o planeación urbana. Los verdaderos autores de la morfología urbana del siglo XXI son el promotor inmobiliario y el gobierno en turno. Juntos han formado una fraternidad que al aprovechar el valor del suelo, ha desarrollado lo que ellos llaman las zonas de mayor plusvalía o las más importantes de la ciudad, donde la expropiación y la compra de terrenos a precios ínfimos fueron las armas utilizadas para la adquisición y venta de los mismos a empresas privadas que poco a poco y bajo el respaldo de la autoridad solicitan el cambio de uso de suelo de “utilidad pública” para desarrollar estos grandes proyectos orientados a una clase social acomodada.
¿Qué modelos de vivienda y ciudad queremos en México? Mientras en otros países se incentiva la inversión habitacional en zonas urbanas o la recuperación de los Centros Históricos, o ejemplos como Hamburgo que diseñó un plan a 20 años para dejar de usar el auto e incentivar el uso del transporte público, Dinamarca y su cultura ciclista, Nueva York y la recuperación de espacios públicos y peatonales, en México se piensa construir segundos o terceros pisos, pasos a desnivel, distribuidores viales o parques lineales elevados, infraestructura y recursos públicos para el automóvil, fraccionamientos cerrados y amurallados en los que la seguridad o inseguridad y la exclusividad se convierten en estrategia de venta.
El modelo de ciudad incluyente está lejos de la visión de los políticos y de los promotores inmobiliarios, la ciudad y la vivienda es para ellos una oficina de ventas en la que sentados organizan y planifican el futuro de sus habitantes. Lomas de Angelópolis no es un fraccionamiento, es una pequeña y exclusiva ciudad, es nuestro Santa Fe, nuestro Interlomas.