Esta es la voz
Héctor Falcón Sarkis - 24/12/2013
Por Jimena Hogrebe - 29/06/2016
Este fin de semana se exhibió la primera intervención (de diez) de Obra en Obra. En una casa habitación en construcción (desarrollada por Tapia McMahon), Luis Felipe Ortega instaló Caja Negra, una escultura de corta vida material. La intervención surgió de lo que el artista llama ‘emplazamientos escultóricos’, una experiencia creada a través de tensar la condición arquitectónica de un lugar al insertar un objeto en él y de mover el cuerpo a su alrededor. En este caso, el objeto fue un cubo negro de gran escala ubicado en la llegada de la escalera al centro del primer nivel. Esta posición obligaba que la mirada y el cuerpo se movieran hacia los extremo del espacio; pero también invitaba a un ejercicio de imaginación sobre la imposibilidad de habitar ese lugar si la escultura permaneciera.
El cubo, construido con materiales ligeros de la obra, fue cubierto con una pasta negra especial mezclada por el artista. Visto de lejos, éste lucía sólido y pesado, mientras que de cerca la textura de la pasta podía apreciarse por su rugosidad y la aparición de pequeños puntos de color rojo. La aparente perfección del cubo contrastaba de manera interesante con el contenedor que, al estar en proceso de construcción, lucía tosco y aparentemente menos terminado. Era posible identificar cómo el polvo de la obra, al ser movido por el aire y los pasos, empezaba a dejar marcas sobre la superficie impecable de la pieza; como si comenzara a absorberla lentamente.
El cubo estaba ligeramente rotado con respecto al muro de concreto aparente que funcionaba como telón, lo que provocaba un efecto de perspectiva peculiar dentro del espacio confinado. Una mezcla entre incomodidad y juego de profundidades. Éste último, también se lograba por el aparente diálogo entre el cubo y la doble altura ubicada sobre él; entre el volumen y el vacío. Además, la iluminación cenital que de ahí le llegaba, en combinación con la luz directa de las futuras ventanas, resaltaban distintas cualidades de la superficie.
Para acompañar al cubo, Luis Felipe Ortega instaló una serie de plomadas colgadas en la triple altura al centro de la escalera. La luz que llegaba desde arriba causaba que éstas, por su brillo dorado, resaltaran del fondo rugoso y sin terminar. Por momentos, el cable que las sostenía parecía desaparecer y daban la impresión de estar flotando en el espacio, contrastando así con el volumen negro y sólido que tenían enfrente.
Fotografías de Andrea Martínez
2-3 Julio Laurena Toledo
9-10 Julio Javier Arean
16-17 Julio Fernando Palomar
23-24 Julio Perla Krauze
30-31 Julio Hector Falcon
6-7 Agosto Gonzalo Lebrija
13-14 Agosto Enrique Rosas
20-21 Agosto Tom Chamberlain
27-28 Agosto Rivelino