La arquitecta española Izaskun Chinchilla presentó el pasado primero de noviembre la pequeña e íntima exposición “Casa: Árbol, Chocolate, Chimenea” en Liga 07. Inspirada en la vida cotidiana, dispone un espacio en el que el asistente se enfrenta un espacio orgánico que despierta sentidos no tradicionales en la arquitectura, como el gusto.
La propuesta arquitectónica de Chinchilla integra distintos elementos, desde pequeños objetos que invitan a comerlos, como una casa de árbol, que más que incitar a escalarla, recrea la experiencia de estar en un nido. A partir de una visión ecológica de la arquitectura Izaskun nos remonta al significado del hábitat, ese “lugar de condiciones apropiadas para que viva un organismo, especie o comunidad animal o vegetal”
Para Izaskun Chinchilla todo es arquitectura, de ahí que le sea posible integrar eso que se ha hecho llamar “instalación” con la arquitectura, llevándola más allá del sentido tradicional. De hecho la lleva a sus orígenes como disciplina artística, en el que lo más importante es la acción de construir. A través de su propuesta interdisciplinaria esta arquitecta complejiza la experiencia del espacio arquitectónico, integrándola con distintos elementos del entorno. En su invitación a “Casa: Árbol, Chocolate, Chimenea” nos comparte parte de esta experiencia, la cual el asistente puede alcanzar a tener en el reducido espacio en el que se presenta esta exposición:
“Queremos invitaros a la fiesta de cumpleaños de vuestra amiga la vivienda. Cumple millones de años. No es necesario presentar invitación especial ni licencia de arquitecto: todos los que habitan serán bienvenidos. Celebraremos una fiesta campestre. Os prometo lámparas hechas con manteles de cuadros que recuerdan a un bosque, arcos de madera cuyas flores han vuelto a brotar y mesas hechas con ruedas de antiguos carromatos que se llenarán de ricos manjares”
La obra de Izaskun Chinchilla ha sido expuesta en la 8ª y en la 10ª Biennale di Venecia, en la V Bienal de Arquitectura y Diseño de Sao Paulo, entre otros lugares.
Fotografía: Alejandro Cabrera