La forma en que conocí al artista brasileño Paulo Nazareth creo que da cuenta, mucho más allá de lo que yo pueda escribir sobre él o sobre su trabajo, de la persona que es. Apareció de pronto en la sala donde me encontraba, lo primero que noté fue su pelo, grandes cantidades que encontraban su punto de unión en la mitad de la cabeza, me sonrió seguido de un hola bastante casual. No es mexicano pensé y me dieron ganas de hablar con él. Tenía frente a mí un brasileño que parecía, llevaba meses viajando, los pies estaban completamente acabados y tenía unas chanclas a punto de dejar de serlo, debido al permanente uso que les había dado en los últimos meses. Cuando me fui del lugar él vino conmigo, quedé en acercarlo hacía dónde iba pero cuando nos subimos al coche y le pregunté la dirección, me dijo no sabía. No pude más que sonreir y pensar en la peculiaridad de la persona que viajaba conmigo en el coche.
Empezamos a hablar, me explicó que llevaba meses viajando sin zapatos ¿sin zapatos? Le pregunté, ciertamente un poco preocupada. Me explicó que era para un proyecto, Noticias de América el cual, a grandes rasgos –ya que profundizaré en ello más adelante- consiste en recorrer Latinoamérica sin zapatos, llevar el polvo que recogen sus pies de un país a otro, conocer personas en el camino, vivir experiencias sin estar sujeto a horarios específicos. Creo que mi intención es que esto funcione como introducción para hablar de Nazareth, para permitir al lector ir más allá de la obra. Creo que nunca había conocido a alguien así, brincó en mi coche y durante horas me estuvo hablando de las situaciones más extrañas. Yo estaba acostumbrada a otro tipo de artistas, a aquellos que viven bajo constantes conflictos del ego, aquellos tan comunes en este circuito, pero este brasileño parecía estar más allá de todo ello; su sencillez, junto con su inteligencia, lo llevan a uno a sumergirse en sus historias, tratar de comprenderlas debido a una mezcla de portugués y español con la que se expresa, siempre con una sonrisa en la cara. Ese día, me explicó que mientras viajaba se había detenido en muchas ciudades, en una ocasión se había quedado a vivir con un grupo de pescadores que conoció, había aprendido el oficio con ellos y había pasado en su casa la temporada de pesca. También lo recuerdo hablándome sobre la espera en la que estuvo, mientras venía una ballena a morir junto a él. Por supuesto que yo no tenía idea de ese fenómeno y él, con toda la calma me lo explicó, me contó lo común que era encontrar a estos cetáceos muertos en las orillas de las playas, pero a mí no me tocó me dijo, sin embargo supe que cuando me fui, una llegó a morir, ya no estaba ahí.
Nazareth parece así vivir bajo una voluntad constante de movilización, la mayoría de sus proyectos parten de esta premisa, la movilización que a su vez, permite relacionarte con las personas, ser co-partícipe de sus actividades, de sus vidas. No hay por tanto un interés en generar obras para que residan en las ruinas de los museos, sino integrar a la gente a sus prácticas. Esta cuestión me parece sumamente relevante para la comprensión de su trabajo, no hay una noción de comunitarismo en lo que hace, no llega a las comunidades y toma lo que necesita y vuelve al recinto de la galería. Se queda en los sitios a los que llega, trabaja con las personas que ahí conoce, aprende sus oficios y se involucra y al hacerlo, pasa a formar parte de sus vidas, y ellos de las suyas, cuestionando así aquello que parecería en primera instancia desconocido y que sin embargo, para Nazareth, representa el punto de encuentro con el otro, una posibilidad de convergir y aprender.
Paulo Nazareth nació en Brasil en la ciudad de Governados Valadares. Más adelante, se mudó cerca de Belo Horizonte, a Santa Luzia donde se encuentra uno de los conjuntos habitacionales o favelas, más importantes de América Latina llamada Palmital. Las favelas son uno de los fenómenos con más relevancia en Brasil, consisten en estructuras habitacionales de compleja organización construidas a las afueras de la ciudad, donde se concentran grandes cantidades de personas, aquellas que comúnmente no pueden acceder al costo de vida que implica residir en la ciudad. El crecer en un entorno como este, seguramente incidió de manera puntual pero eso no es todo. Hay que recordar que Brasil fue tomado por los portugueses desde el año 1500, año a partir del cual, se dio inició a la explotación de minerales y todo tipo de materias que se pudieron encontrar. Pronto, la fiebre del oro llegó a Minas de Gerais, lugar donde se concentraron en extraer todo lo que pudieron hasta finales del siglo XVIII. La conquista trajo consigo toda una mezcla de culturas, la inmersión de esclavos africanos designados para servir y trabajar en las minas, logró una suerte de mestizaje que en la actualidad sigue siendo perceptible. Sin embargo, esto a su vez ha generado toda una serie de preconcepciones raciales bajo las cuales operan muchos sectores de la ciudad y que tiene también que ver, a su vez, con las favelas. El contexto en el que creció Nazareth resulta por tanto relevante, la convivencia entre culturas lo llevó a tomar consciencia de esta problemática, cuestión que se verá reflejada más adelante en su obra. Hay una foto que resulta significativa para esto que trato de explicar, en ella hay un texto donde se pregunta sobre quién es en cada lugar al que va. Solemos rápidamente generar juicios en torno al aspecto de las personas, en México este fenómeno nos es bastante familiar, y Paulo ha tratado de comprenderlo desde la práctica:
“escuche en Brasil, antes de salir de casa: “el brasilero es un pueblo que se adapta fácilmente a cualquier hambiente en el mundo”… Charles Darvins, en su teoría de la evolución dice que hay que se adaptar para sobrevivir… hay días que me siento un camaleón …hay días que soy india en argentina, paquistan entre peru y colmbia, marroquin en Colombia y centro america, hindu y a veces garífuna en Guatemala, si no fuera por mi pelo podría ser ladino, un monton de cosas en mexico, mulatito en cuba, Little black, Little Brown, neger para algunos negros en Miami…. Antes de ayer un viejo negro me llamo rasta man, con mi pelo sin dreads …ayer un judío joven en las calles de aquí me pregunto “r u from Israel?” mi cara sigue siendo la misma cara de siempre, quizá un poco mas vieja, quizá con mas marcas que ayer –pero muchos tienen sus propias ventanas, cada uno con su historia y mirada sobre mi…hay días que soy un hombre callejero (…)”
Ahora pasemos al proyecto que mencioné anteriormente. El hablar de Noticias de América, involucrará, a su vez, hablar de otros proyectos, ya que durante su recorrido, muchas otras preocupaciones e intereses tuvieron oportunidad de articularse. Durante cerca de un año, Nazareth estuvo viajando alrededor de Latinoámerica, tratar de comprender qué era ser latinoamericano tenía que hacerse desde la experiencia y él tomó la decisión. Fue invitado a realizar en aquel entonces una residencia en Brooklyn por dos meses y le pareció buena oportunidad dar marcha al recorrido, uno que se tornaría en una reflexión no sólo de índole geopolítica sino también cultural y que lo llevaría a llegar seis meses tarde a la residencia. En el camino, Paulo se convirtió en un migrante, yendo de un lugar a otro, documentando acciones, volviéndose él mismo en una escultura humana, haciendo composiciones con los objetos que encontraba por ahí, objetos con los que los habitantes se relacionaban en su cotidianidad. Durante el viaje, surgió otro proyecto llamado Imágenes que ya existen en el mundo donde registra mediante el dibujo como soporte, noticas de relevancia política con las que se iba encontrando en los periódicos mientras viajaba. Fue así que por medio de la exploración terminó él mismo encarnando al migrante, si no por necesidad, si por una voluntad de comprender y ahondar más en un fenómeno que actualmente nos es cada vez más común. Matteo Dean en su libro Ser Migrante, menciona que:
“Migrante es el participio presente del verbo migrar. Y en cuanto tal, contempla la acción misma del migrar, la acción presente y no acabada de moverse de un territorio a otro (…) se mueve de un país a otro, de un territorio a otro y nunca llega. El migrante hoy es una persona sin nacionalidad de la cual, si bien podemos ubicar un origen, difícilmente podemos ubicar un destino. O mejor dicho, sólo podemos ubicar como su destino moverse, viajar, explorar, conocer y muy raras veces ser entendido”[1]
Probablemente ésta sea una de las estrategias mejor desarrolladas por Paulo; moverse, trasladarse de un lugar a otro sin cesar, evocar historias personales de la gente a la que conoce a través de las materializaciones que adquieren mediante sus obras y mientras lo hace, el brasileño evoca también problemas que nos conciernen a todos, nociones como migración, justicia, resistencia o pobreza, que están a la orden del día pero pocos logran darles un tratamiento como lo hace él. Paulo logra de una forma consistente, dar cuenta de muchas problemáticas de índole política y económica de la actualidad, actúa como conector social transcultural por donde va, la identidad se diluye con el viaje y el se transforma así en una diversidad de representaciones, dependiendo la perspectiva con la que se le vea.
Fotografías: Cortesía Paulo Nazareth
http://www.latinamericanotice.blogspot.mx
[1] Matteo Dean, Ser Migrante, Ed. Sur, México, 2011. Pág. 25