El origen del arte conceptual en los años sesentas se convirtió en el soporte para las nuevas manifestaciones alejadas de los formatos tradicionales en los que no existía una necesidad por traducir en formas pictóricas o escultóricas las ideas del artista. De aquí se desprenden las primeras manifestaciones del uso del cuerpo en el arte, ya sea como lienzo, como herramienta, como medio para una acción o bien como objeto mismo de la obra. Hubo muchas variantes en la aproximación al body art tanto en Estados Unidos como en Europa y sin embargo había un común denominador que negaba los valores estéticos del pasado como lo indica el primer manifiesto de arte corporal.
La evolución del body art no ha cesado y su vigencia ha incorporado nuevas formas. Inicialmente más vinclulado a las acciones o al uso del cuerpo como herramienta pictórica como en algunas obras de Yves Klein hasta las heridas provocadas como parte de un performance realizado por Chris Burden. Actualmente la ciencia y la tecnología han abierto las fronteras e incluyen transformaciones corpóreas a través de la ingesta de esteroides hasta el uso de las cirugías. Tal es el caso de Héctor Falcón, quien ha trabajado a lo largo de mas de diez años con su cuerpo para construir un discurso que va tocando diversos temas de interés. En su primer acercamiento al body art, Falcón hace una crítica a los canones de belleza impuestos por la sociedad y transforma su cuerpo de tal forma que las promesas de los infomerciales o productos milagro cobran una “posibilidad de veracidad” a través del registro fotográfico de Metabolismo alterado (1999). Tras 49 días de consumir esteroides, una dieta rigurosa y largas rutinas de gimnasio se cumple el objetivo de reconstruir el propio cuerpo para encajar en el esterotipo del cuerpo aceptado y consolidado a través de los medios. La belleza a costa de la salud.
Así mismo, Héctor Falcón ha hecho uso de su cuerpo de formas menos agresivas, pero igual de contundentes. Ha utilizado el tatuaje como medio para imprimir palabras que se transforman en piezas corporales y que se han vuelto una constante que parece culminar ciertos ciclos de trabajo rematados por palabras como untitled, camouflage, future, invisible y la más reciente que está por suceder: Unborn.
Las cirugías han sido otra etapa, un acto casi poético como fue el caso de injertar un centimetro de su barba en el brazo “porque si, porque puedo hacerlo”, hasta la última cirugía de la cual se desprenderán varias piezas que plantean distintos discursos entre si. Obras en proceso que incluyen la extracción del ombligo, la incrustación de placas de titanio en el mentón y otras piezas a realizar con los tejidos extraídos de la panza. Son piezas que no esquivan los tintes de provocación como tampoco han evadido los ataques de aquellos que quieren sacarlo de la escena del arte para ubicarlo en un pedestal de exhibicionista únicamente.
El mismo Falcón menciona que todo acto corporal, de performance o la simple pieza de arte en la galería es parte de una exhibición y es parte fundamental del arte. Sin embargo no son acciones relacionadas al cumplimiento estético y superficial. En el terreno de lo abstracto, las piezas están hechas desde que son concebidas en ideas y solo mediante su producción es que se da la posibilidad de compartir con otros, de comunicar, de ejercer una postura. ¿De no hacerse así, cual sería el sentido del arte?
“Hoy día el arte corporal ya no tiene por qué producir belleza, sino lenguaje, un lenguaje inédito, no codificado que, rechazando la historia, el sentido y la razón, sea capaz de hablar del cuerpo, aquí y ahora, con el fin de preparar también el mañana”.
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@falconsarkis
Fotografías: Cortesía Héctor Falcón.