El color de Elías Cattan
portavoz - 15/04/2013
Por Aline Hernández - 02/04/2013
Cuando uno se encuentra frente al trabajo del artista mexicano Omar Vega Macotela[1] probablemente lo primero que sentirá serán una serie de emociones que bordan la confusión, confusión que termina tornándose en interés por aquellas prácticas que se resuelven en análisis de los modos en que se estructura nuestra sociedad. Como parte de su devenir-apicultor, Macotela ha ido desarrollando toda una serie de obras que pueden concebirse de modo general, como un proyecto que se dedica a estudiar las formas de producción de las abejas y cómo es que a partir de ello, es posible llevarlo a la reflexión, desde un enfoque marxista, para poder pensar nuestras propias formas de producción simbólicas y cotidianas. De modo que su principal enfoque puede entonces ser pensado como uno histórico-materialista que parte del análisis práctico y simbólico de las abejas.
Este estudio no es del todo fortuito, la similitud que guarda el mundo de estos pequeños antófilos y el modo en que este se estructura con el nuestro, pudiera al inicio parecer sorprendente y sin embargo, el artista ha logrado hacer de algo tan puntual, un análisis general que posee diversos enfoques. Estos insectos suelen organizarse a partir de colonias que llegan a ser habitadas por más de 70.000 integrantes y cada colonia se encuentra emplazada en una colmena donde todos habitan. Esta se encuentra organizada a su vez por castas que permiten distinguir las actividades que cada grupo deberá llevar a cabo. Es así que a partir de estas distinciones –sociales- (obreras, zánganos y la reina), es que logran no sólo organizarse, sino diferenciarse entre ellas mediante lo que podría pensarse como su vida material.
Marx y Engels en el análisis que realizaron de la ideología alemana, escriben que todo “modo de producción no debe considerarse solamente en cuanto es la reproducción de la existencia física de los individuos. -Sino que- es ya, más bien, un determinado modo de la actividad de estos individuos, un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de vida de los mismos”[2]. El trabajo y sus formas de organización, tienen por tanto consecuencias en este modo de manifestar la vida, de conformar la vida misma, circunstancia que si bien, está siendo planteada a partir de la reflexión y análisis de los individuos reales y sus condiciones materiales de vida, puede extenderse para abarcar así una mayor comprensión de las formas de organización de estos animales que bajo la metáfora, permitirá revertir la mirada hacia nosotros.
Macotela pareciera estar partiendo de la misma premisa de la que partieron estos dos autores alemanes para ahondar posteriormente en las formas en que nosotros como individuos, producimos nuestra propia vida material. Al inicio del texto que previamente cité, los autores explican que “las premisas de que partimos no tienen nada de arbitrario, no son ninguna clase de dogmas, sino premisas reales, de las que sólo es posible abstraerse en la imaginación. Son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de vida, tanto aquellas con que se han encontrado como las engendradas por su propia acción”. Este es precisamente el caso de Macotela; no se trata de un simple análisis del modo en que estos insectos desarrollan y estructuran materialmente sus modos de vida, sino que trata de esbozar, por el contrario, a partir de ellos reflexiones en torno a otras tantas distintas aplicaciones que puede tener este análisis en nuestra sociedad.
Su investigación se torna así en un instrumento epistemológico de las formas en que se estructura la organización social, tanto en su fase simbólica, como en la cotidianidad y el trabajo. Las divisiones jerárquicas bajo las cuales se organizan las abejas, sus modos de producción y la relación que mantienen entre sí a partir de ello, podría pensarse como un modo de reproducir su existencia, cuestión que se tornó indispensable para los filósofos alemanes para su teorización de la sociedad y que resulta ser uno de los puntos de partida del artista mexicano para su investigación y análisis de la actividad de los individuos en el seno de lo social.
Transfactura es uno de los proyectos más representativos del artista el cual empezó a desarrollar en el 2009. El punto de partida de la investigación fue lo que él plantea como la transmigración, concepto que explica como “el traspaso de conciencia de un cuerpo a otro -entre el sistema de trabajo de una colmena y el sistema económico humano-”. La teoría de la transmigración o de la metempsychosis (etimológicamente significa el paso de las almas), presupone la posibilidad de que el alma sea inmortal y por tanto al no haber enseñanza sino recuerdo, el ser humano sea capaz de perfeccionar, a base de recordar, a lo largo de sus vidas aquello que es concebido en el pensamiento griego como la virtud. Dicha teoría fue objeto de estudio en la antigua Grecia, se pueden encontrar en numerosos planteamientos y estudios realizados por los pitagóricos, el orfismo y Platón quien la abordó por primera vez en su diálogo Menón a partir de la Teoría de la reminiscencia.
Macotela parte entonces de esta premisa, para proponer que las colmenas son una suerte de ser vivo cuya esencia está sujeta a sus modos de producción y organización, por lo que, en caso de invertirse o alterar dichos modos, será posible resignificar o transformar dicha esencia. Con base a esto y partiendo de los puntos en común existentes entre las formas de organización y producción de las colmenas y los seres humanos, el artista entonces se cuestiona sobre las posibilidades que existen en transmigrar metafórica y poéticamente este espíritu modificado y llevarlo a un término económico humano.
Transfactura se ha conformado como un proyecto procesual. Cada parte de la investigación funciona de modo general al mismo, es decir, se resuelve integralmente en el proyecto. Durante aproximadamente un año, Macotela ha logrado a través de su trabajo como apicultor, práctica que logró formalizar en San Marcos Nepantla, en el Municipio de Acolman, llevar los aprendizajes ahí adquiridos a la práctica artística, donde se sirve del aspecto formal, matérico y simbólico que requiere el trato que ha desarrollado con las abejas. Algunos de estos micro-proyectos son Trans-coca (2010) donde logró generar un mecanismo que en conjunto con el trabajo de las abejas, convertía la coca-cola en miel, miel que más adelante las abejas utilizaban para la construcción de un panal; Sin Título (2010) donde a partir de generar las condiciones necesarias, logró que las abejas se apropiaran del libro Obras Escogidas de Marx y Engels, convirtiéndolo en una colmena que hasta la fecha, continúa creciendo y para ello ha sido resituada en un lugar adecuado o Transhumancia (2011) en el cual acondicionó una botella de coca cola de modo que las abejas incorporaran la botella a su colmena, entre muchos otros.
El proyecto aparece de este modo, no sólo como una forma de estudiar los procesos de estructuración y producción de las abejas, sino como una investigación que tiende, a efectos de análisis, a ahondar en una de las características propias del ser humano: la praxis, aquella que de acuerdo con Marx “el hombre hace de su actividad vital misma objeto de su voluntad y de su conciencia (…) La actividad vital consciente –que- distingue inmediatamente al hombre de la actividad vital animal”[3]. Es así que el quid de todas estás operaciones, logra resolverse en un análisis arqueológico, en tanto que ahonda en las condiciones y posibilidades de las formas de producción humanas, a partir de la metaforización que hace posible el trabajo con las abejas. No hay en el artista, una búsqueda por establecer un principio en torno al cual estos modos de producción fueron establecidos, sino muy por el contrario, tratar a la manera de Foucault, de evidenciar que existen estas lógicas productivas y cómo es que los sujetos se apropian de ellas o las manipulan incorporándolas a su existencia y produciendo por tanto prácticas simbólicas desde nuestra praxis. En esta lógica, el mismo artista puede, a partir de un desplazamiento, convertirse en objeto mismo de investigación, ya que él está dando cuenta de aquello que busca analizar. Transfactura sirve así como un posible parámetro para pensar el entramado social en el cual nos desplazamos y del cual formamos no sólo parte sino que somos, a la vez, aportadores medulares de la gran maquinaria que representa el capitalismo.
El más reciente de sus proyectos fue Las abejas construyen de arriba hacia abajo[4] el cual consiste formalmente en una vitrina de madera y vidrio, en el interior, el espectador podía observar una vasta cantidad de abejas vivas dando vueltas alrededor de un busto de Marx, realizado con cera y colocado de cabeza. El primer día de exhibición, la naturaleza sorprendió a la galería y al artista. Las condiciones a las que fueron sometidas las abejas logró que muchas de ellas murieran (precisamente al día siguiente de la inauguración, el espectador podía ser testigo de una vasta cantidad de cadáveres dispuestos sobre la superficie que se encontraba bajo el busto de Marx). Las abejas así literalizaban aquel dicho de Marx donde enuncia que : “trabajar hasta la muerte es la orden del día”. La pieza no obstante se continuó mostrando, hasta que finalmente, debido al manejo que se le dio, la vitrina donde se encontraba el busto teminó rompiéndose.[5] La pieza tuvo que salir de la galería, el entorno no era el adecuado y el reciete suceso terminó por constatarlo. De este modo fue que la obra se trasladó a un campo de cultivo abandonado, donde ya no se encontraba dentro de una vitrina sino a la intemperie. Ahí las abejas empezaron a devorar el busto. Macotela mencionó que “además, como las abejas construyen de arriba hacia abajo, terminaron por deconstruir la cabeza de Marx, la evaporaron y aunado a esto, las abejas en ese lugar también sirvieron para polinizar la flora que estaba a su alrededor”[6].
Discursivamente la obra podía pensarse como un gran monumento al absurdo. La pieza trataba de encarnar un sistema de trabajo invertido: en vez de construir de abajo hacia arriba (tal como supone el sistema capitalista que debe de ser), sería de arriba hacia abajo (modo en que operan las abejas). Esta inversión a su vez, devela la latente ironía que existe tanto en la noción de progreso como en la fe que se ha dispuesto en el trabajo, fe que sustenta el mito del neoliberalismo el cual lo heredó a su vez, de las primeras dos fases del capitalismo, y la forma en que éste debe de llevarse a cabo. Dichas construcciones se han aceptado con base a presuposiciones de lo que debe ser (y que la reciente crisis del sistema económico devela la ironía existente en tomar como dadas dichas precomprensiones) y sin embargo, hoy más que nunca, parecieran estar sumidas en una aguda crisis la cual ha sido analizada por numerosos economistas y filósofos. Asimismo, el partir de un sistema de trabajo invertido, supone un absurdo tanto en la producción como en los resultados, ya que si esto se plantea en la vida real, más allá de la metáfora, no habría beneficio económico en ello sino, por el contrario, se estaría generando un déficit o pérdida.
De acuerdo con Marx, el trabajo es una forma de actividad productiva que se resuelve en un producto final. Todo producto del trabajo humano, tendrá impreso en él el tiempo y esfuerzo que conllevó su producción. Ese objeto a su vez, es creado presuponiendo que sus propiedades están destinadas a satisfacer necesidades humanas, es decir, posee una utilidad y un valor de uso (en tanto cualidad) y más adelante, un valor de cambio (en tanto cantidad) en él. Marx explica que el proceso de trabajo, al devenir valor de uso, desaparece en el producto, los materiales tomados de la naturaleza, son adaptados mediante la transformación de su forma, a voluntad del ser humano para devenir producto. No obstante en este caso, el proceso no está desapareciendo, ya que se está colocando un énfasis en él, logrando que el objeto no devenga por tanto en trabajo abstractamente humano y que al hacerlo, se desvanezca el carácter útil del trabajo en él representado, conllevando una primera inversión de la lógica. Asimismo, otra suerte de inversión ocurre cuando el producto final es dispuesto a las abejas para su apropiación, la cual devendrá en una re-transformación del producto, restándole su magnitud de valor, es decir, aquella cantidad de trabajo socialmente necesario para que pueda atribuírsele un valor de uso. Este valor de uso desaparecerá a merced de las abejas, tornando en absurdo el tiempo de trabajo ahí invertido, situación que se enfatizó con el trasladó de la obra al campo, donde finalmente fue dejada a merced de la intervención de los antófilos. De modo que, al realizar esta contrapuesta de los modos de producción naturales y los modos de producción industriales, resulta un tercer momento de la inversión de la lógica, donde vemos que el sistema de producción natural pareciera ser aún más racional que nuestro propio sistema, aquel que tendría que ser por el contrario, el racional, al partir de una voluntad y conciencia humana que, de acuerdo con Marx, nos distingue de los animales.
Vemos entonces de qué forma el recurso de la ironía se vuelve indispensable para evidenciar esta ideología. La lógica que está operando en cada una de las partes de la pieza (incluyendo su partida de la galería), devela cómo es que el sistema ha operado bajo una supuesta transparencia del lenguaje, donde me están queriendo decir que eso que estoy viendo es real, y no sólo eso, sino que funciona. El sistema se ha avocado a tratar de sostener una situación que evidentemente no está funcionando, la obra logra de esta forma, salir de su inmanencia, para referir a algo más que el discurso del arte a efectos de reflexión.
Las abejas construyen de arriba hacia abajo visibiliza la relación abstracta entre lo subjetivo y lo objetivo[7] por medio de la ironía. Las adversidades que ocurrieron evidencian la imposibilidad que existe en torno a un conocimiento íntegro. La salida de la pieza de la galería es de alguna forma la caída de la máscara que “abre” una visión no categórica, donde el fracasar implicaría un modo genuino de apertura en un sentido perceptual. La ironía es por tanto, un elemento esencial dentro de esta pieza, una que no se desenmascara jamás pues “…no ha de expresar la idea como tal, sino indicarla de pasada, recoger con una mano lo que es dado con la otra, poseer la idea como propiedad personal…”[8]. Incluso podemos entender esta ironía como algo negativo, como una tiranía según palabras de Nietzsche[9] y crea así una contrariedad con lo exterior, una disimulación cercana al engaño o al absurdo como se mencionó anteriormente. La forma interrogativa que hay ahí latente, será entonces una potencial tensión que por medio de simplificar, busca acceder a las formas más abstractas y esboza con ello una invitación a reiniciar el camino de conocimiento, donde la reflexión sea dada a partir de aquello que no es.
El modo de producción capitalista, ha hecho del trabajo un mito fundacional. Éste, funciona como condición de posibilidad del adecuado funcionamiento entre las relaciones de producción y de intercambio que permiten su desarrollo y lo distinguen de los modos de producción naturales, los cuales han sido a su vez, apropiados por el ser humano para su beneficio propio. Un sistema de producción industrial, está compuesto por individuos reales, que accionan y están a su vez sujetos, a condiciones materiales de vida. El busto de Marx en la obra es lo característico del ser humano, la creación de una praxis material simbólica el cual remite así a una serie de prácticas cotidianas que se circunscriben a determinadas relaciones sociales y dado que lo “cotidiano es el ámbito donde se encuentran las necesidades individuales y la reproducción de la totalidad social”[10], la pieza de este modo logra abarcar tanto al artista y al curador, como a la galería y a las relaciones sociales existentes donde todos están enmarcados, al ser una producción no sólo material sino que atañe a la conciencia y por tanto a la producción de un lenguaje, el cual es condición de posibilidad de las relaciones sociales del individuo. La construcción simbólica asimismo adviene, en el momento en el que Macotela logra poner en entredicho aquello que distingue a un sistema de producción natural con uno industrial, conformando de este modo un campo de reflexión disimulada –al modo de la ironia- en torno a este pacto mítico en el que se ha conferido al trabajo.
Vemos de este modo, de qué forma el sistema que construyó Macotela resulta, cuando se le observa de modo integral, en sí mismo irónico. Kierkegaard hace hincapié en cuanto a la diferencia entre los elementos irónicos particulares, y la ironía total del discurso socrático. Esto lo afirma de la siguiente manera: “…Cuando digo que la ironía es un elemento esencial […], está claro que no me refiero a los ornamentos irónicos que se encuentra diseminados […], ya que estos, por más significativos que puedan ser y aunque se extiendan más y más cuando se observa con mayor profundidad, pueden a lo sumo ser sólo alusiones a la perspectiva final que atraviesa la finalidad…”[11]. Por lo tanto, la ironía que está operando en la obra, es una ironía integral, ésta no se encuentra en tal o cual punto, sino en su entera totalidad. Es justo en esta ironía donde la nada será lo que la componga de esta integridad; la razón de esto, es que está: “…permanece callada y al acecho, vigilando con sus ojos siempre abiertos y en constante movimiento, atenta a cada maniobra […], hasta el instante en que aquella arroja su red…”[12]. Permanece casi imperceptible para el espectador, hasta llegar al punto de ser capturado, aquel instante en el que dejamos de observar a las abejas, y nos percatamos de la consistencia de la obra por sí misma.
[1] Omar Vega Macotela, nace en la ciudad de (1989), en 2006 entra bajo la tutela del Artista Gilberto Aceves Navarro y en 2007 entra a la Escuela Nacional de Pintura Escultura y Grabado E.N.P.E.G. “La esmeralda”. Posteriormente, en 2010, entra al Seminario MM4 (Medios Múltiples 4) coordinado por el Artista José Miguel González Casanova donde inicia su investigación sobre arte relacional, en 2011 fue ganador de la beca jóvenes creadores en la disciplina de medios alternativos.
[2] Marx K, Engels F., “La ideología alemana”. Disponible en línea: http://pensaryhacer.files.wordpress.com/2008/06/la-ideologia-alemana1.pdf
[3] Marx, K. “Manuscritos: economía y filosofía”, Ed. Alianza, Madrid, 1972, P. 111 en: George I. Garcia, “Marx y Engels: la vida cotidiana como praxis. Disponible en línea: http://inif.ucr.ac.cr/recursos/docs/Revista%20de%20Filosof%C3%ADa%20UCR/Vol.%20XL/No.100/Marx%20y%20Engel%20la%20vida%20cotidiana%20como%20praxis.pdf
[4] Está pieza participó en la reciente muestra (Paréntesis) que se llevó a cabo en la galería Luis Adelantado, con la curaduría a cargo de Octavio Avendaño.
[5] Todos estos datos son tomados de un intercambio de correos que tuve posteriormente con el artista.
[6] Testimonio de Omar Vega Macotela
[7]Kierkergaard, Soren, “De los papeles de alguien que todavía vive: Sobre el concepto de ironía” Ed. Trotta, Madrid, 2006. p. 104
[8] Idem p.114
[9] Nietzsche, Friedich, “Cómo se filosofa a martillazos”, Grupo Editorial Tomo, México, 2004.
[10] Heller, A. “Sociología de la vida cotidiana”, Ed. Península, Barcelona, 1998. en: George I. Garcia, “Marx y Engels: la vida cotidiana como praxis. Disponible en línea: http://inif.ucr.ac.cr/recursos/docs/Revista%20de%20Filosof%C3%ADa%20UCR/Vol.%20XL/No.100/Marx%20y%20Engel%20la%20vida%20cotidiana%20como%20praxis.pdf
[11] Kierkergaard, Soren; “De los papeles de alguien que todavía vive: Sobre el concepto de ironía”. Ed. Trotta, Madrid, 2006. p. 127
[12] Idem. p.144
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