Aprender y enseñar
Marcos Betanzos - 03/10/2014
Por Alejandro Cabrera - 19/03/2013
El origen de los artistas es siempre diverso y gracias a ello la pluralidad de las obras es vasta, variada y con calidad –en algunos casos-. Aún a pesar del sector de los dedicados al arte conceptual -frecuentemente mal entendido- que nos entregan “lo que sea” en un aura teórica que no siempre queda al alcance del interesado, hay casos en los que el entendimiento del arte es pleno sin importar que la formación académica no sea específicamente la de artista visual.
Para muchos ya poco importa el producto, la factura cada vez es más descuidada –hay cientos de ejemplos- porque el marco teórico y las ideas se han vuelto permisivas con el objeto a mostrar. Sin embargo hay casos en los que el rigor de producción aún existe y destaca de inmediato entre aquellas obras arrancadas de cuadernos que son colgadas con alfileres, o las 101 réplicas de cajas de zapatos vacías que presumen originalidad.
En el caso de Gabriel de la Mora el sentido del objeto es otro. En cada pieza queda acentuado el valor del tiempo, tanto en ejecución como concepto. La factura de las piezas es minuciosa e impecable y sin embargo no radica ahí el valor de las obras, sino en las ideas.
El mismo de la Mora no se autodefine como artista conceptual, sino como creador de ideas y tampoco está sujeto a una técnica. No es ni pintor, ni escultor, ni fotógrafo –entre otras posibilidades-, es un artista en toda la extensión de la palabra con obsesiones particulares que filtra a través de cada proyecto realizado. Su taller es un espacio que pareciera vincularse más con la ciencia que con el arte. Rodeado de pequeños cajones, cajitas, documentos y una variedad de objetos encontrados que son acumulados y esperan sin horario el ser utilizados y ser parte de una de las ideas de Gabriel.
Sobre las diferentes mesas hay trabajos en proceso que pertenecen a diferentes series, a proyectos en etapa de investigación, pruebas con diversos materiales que se confunden entre materiales no clasificados y que están envueltos por una temporalidad que incluye aciertos y errores. La metodología de trabajo también ronda las fronteras del Método científico porque se siguen etapas rigurosas de trabajo y con ello se logra el equilibrio perfecto entre el concepto y la forma.
El trabajo de de la Mora es muy diverso, no responde a un estilo o una escuela, está ligado a las ideas e interpretaciones personales que cruzan temas como el arte en si mismo, la familia, la identidad, la falsificación y el tiempo como aglutinante de toda su producción.
Artista de larga trayectoria con proyección internacional actualmente representado por la Galería OMR, en ciudad de México y por Sicardi Gallery en Houston, Texas.
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Fotografías: Cortesía del artista