Buffet a la carta (Concursos)

Por - 26/06/2014

Un breve recorrido por el resto de platillos en torno a los concursos de arquitectura en México, una lectura de los mensajes que se suscribieron en cada uno de ellos.

Concurso Arco Bicentenario: Convocó a figuras de la arquitectura mexicana, mostrando que más de la mitad de los despachos invitados no contaban con proyectos públicos y que aun los despachos que sí lo hacían los habían obtenido bajo adjudicación; al ganador le tocó la rifa del tigre por inexperiencia profesional, que aunada a todos los casos de corrupción burocrática alrededor del arco, dejó mal parados al resto de arquitectos en México frente a la sociedad (seguramente les hubiera sucedido lo mismo a la gran mayoría de esos concursantes que sólo han proyectado en renders y planos). Moraleja: Trabajar para amigos o familiares no es lo mismo que trabajar para gobierno o instituciones.

Museo El Eco: Concurso en donde los ganadores de cada edición pasada son los que seleccionan a sus amigos o despachos participantes de la siguiente edición. Este 2014, los que invitaron a la mesa declararon desierto a sus propios comensales con el argumento de que no cumplían con el programa necesario, dicha declaración no tiene fundamento tomando en cuenta buenas instalaciones pasadas como la de Luis Aldrete, que tampoco permitía el programa, y que sin embargo sí cumplía con un buen nivel arquitectónico. También fue notorio el descontento de los participantes al verse anulados pero si entras en un juego, automáticamente te conviertes en jugador de las reglas de ese juego.

Concurso Arquine: Un concurso de ideas o sirenas que confunden marineros (en este caso estudiantes). Ha demostrado que es intrascendente diseñar torres de satélite en la Luna, o lo invivible que resulta usar letras extruidas Fuck Politics como propuesta de vivienda. Y en este año no sirvió ni serviría linkear el ganador con el gobierno, puesto que ni entre Suiza y Alemania podría darse ese puente fronterizo (salvo que México y USA se fusionen). Indudablemente, el ganador tiene muy buena forma y diseño pero la indefinición de la editorial sólo ha dado frutos en el campo del mejor chiste, la idea más romántica o la mejor forma. Siendo esos los objetivos premiados, no hace falta plantearles realidades… son más congruentes concursos como Evolo que sí están definidos como ‘concurso de ideas’ y ha aportado más que el de Arquine, que navega entre uno y otro creando incertidumbre entre los participantes. Moraleja: Promover ideas utópicas en mundos reales sí es evolutivo y práctico, mientras que promover y premiar ideas utópicas en mundos utópicos se llama sueño guajiro y eso lamentablemente desvía y desalienta el talento de los estudiantes.

México Milán 2015: Todos sabemos del Tamal pero nadie supo del resto del buffet que registró un nivel de proyecto muy bajo con propuestas de cocinetitas de 1.8x3m para restaurantes de 800m2, rampas con pendientes maratonistas en mundos donde no existen discapacitados, estructuras vernáculas estilo Richard Rogers (¿?), malos funcionamientos como el hecho de molestar a los visitantes para suministrar museografía o enseres para la cocina, concepciones absurdas que piensan que la comida mexicana funciona en islas de preparación como en el caso de la japonesa, baños donde desde el pasillo principal les ves los pies, recorridos dobles que para regresar tenían que caminar por los mismos lugares y volver a ver lo mismo, estrategias de diseño en donde, teniendo la vista al parque vecino, preferían voltear a ver una pared o obstruir la vista con una rampa. En fin, la gran mayoría buscó formas en alimentos o silos con proporciones incómodas provocadoras de tortícolis. Muchos de ellos no contaban con la experiencia y algunos eran hasta ganadores de bienales, pero lo que más me sorprendió es lo “vale gorro” del mexicano ya que sólo 5 de 39 respetaron el programa de necesidades, sobre todo en el caso del área de desplante solicitada por Milán, debido a que ninguno de los 3 ganadores la consideró. Pretendían construir como si fueran desarrolladores de Polanco, como la plancha de Jose Castillo y Alejandro Hernandez (coincido en sus denuncias ciudadanas pero es más responsable cuando desde uno mismo se les respeta). Debemos tener tiempos de argumentos congruentes para todos.

4to. Concurso de Intervención Urbana 2014 Barrio Chino/Plaza del Buen Tono/Mercado de Artesanías: La ciudad y el gobierno abren la posibilidad de participar para la mejora de una zona específica, exponen objetivos claros y nuevamente el render hace de las suyas, premiando proyectos que no servirán para ejecutarse ya que dependerían de tirar el mercado, contar con presupuestos daneses y borrar la comunidad existente… En ninguno de los ganadores se vio el análisis especifico de cada punto, ni siquiera de dónde están los accesos en cada calle, de qué tipo son, qué diseño de pavimentos, mobiliario y demás. Ninguno de los ganadores se preocupó por el requerimiento especifico de promover el uso de la bicicleta, etc. Esos detalles son fáciles de estudiarse y resolverse, sobre todo resultan verdaderamente útiles para la ciudad. Moraleja: Si en verdad quieren hacer algo por la ciudad, hay asuntos más importantes que sólo renders en portafolios de arquitectos.

Concurso para el aeropuerto de México: Con grandes despachos nacionales e internacionales y aún sin declararse algún ganador, lo que sí es bien sabido es que este tipo de concursos son altamente confidenciales, al punto de firmarse documentos que lo respalden. Ahora bien, lo que me causó extrañeza es la oportunidad que puede perder el equipo de Fernando Romero por haber subido en fechas recientes sus fotos con Norman Foster y los paneles detrás. Por el respeto que Norman Foster merece por su trabajo, esperemos que no le haya “quemado las habas” ya que su propuesta se veía de un altísimo nivel.

Conclusión: Podemos hacer de los concursos verdaderas oportunidades pero no si seguimos así… “Lo que no se corrige se fomenta”.

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