Arquitectura de la Subversión

Por - 13/10/2016

Llegó octubre y con ello la fiebre festivalera, sobre todo para aquellos cinéfilos ávidos por ver cintas difíciles de encontrar en otro lugar. Para recibir el día del arquitecto como es debido, me di una vuelta por Puebla al Festival Internacional de Cine y Arquitectura Cinetekton! En su tercera edición, lo que a continuación les contaré consiste en un par de documentales que llamaron mi atención no sólo por su realización, sino también por un fenómeno que no es novedoso y que en ambos casos está ahí, implícito.

The Man Who Built Cambodia es un documental  dirigido, escrito y producido por Cristopher Rompe, sobre la obra y vida del arquitecto Vann Molyvann que, después de estudiar en Paris en L’École Nationale Supérieure de Beaux-Arts, regresa a su país natal Camboya durante el reinado de Sangkum Reastr Niyum. Es así como el príncipe Norom Sihanuk pone en práctica un plan de desarrollo que le daría a Camboya una nueva cara hacia la modernidad. Esta época dorada, conocida como la nueva arquitectura Khmer, significó una oportunidad única para Molyvann que se destacó por un estilo único que fusionaba los principios del modernismo de mediados del siglo XX con características de la arquitectura Khmer, cuyo resultado es impresionantes edificios de orden público erigidos como verdaderas máquinas de habitar, con geometrías muy elaboradas que detonan un soberbio estudio, sin dejar de lado la característica del lugar donde fueron proyectados.

Mi favorito es el Complejo Deportivo Nacional, particularmente el estadio olímpico, por la manera en que se inserta en el terreno. Al crear una interacción peculiar con los usuarios, genera comunidad y es tan flexible y abierto que se vuelve un espacio vivo, que no se destina únicamente a eventos deportivos de elite. A demás de una serie de hitos arquitectónicos como: The Council of Ministers and the State Palace, Chaktomuk Conference Hall, embajadas, salas de exhibición y la supervisión de  la construcción de nuevos bloques de vivienda como Tioulongville y  Sihanoukville.

En 1970, tras el golpe de estado al Sangkum Reastr Niyum, liderado por el Gral. Lon Nol, Molyvann se exilia en Suiza junto con su familia; en su regreso a Camboya, se encuentra con una ciudad completamente diferente a la que dejó. Se desempeña como Ministro de Cultura, Bellas Artes, además de urbanista nacional, en busca de reconstruir la ciudad y el país cuyos mejores años vio ser arrebatados por pretensiones políticas y violencia.

La cinta inaugural del Cinetekton! Sin Manual, dirigida por Francisco González Piña, documenta el proceso de construcción del Museo Internacional Barroco (MIB) que por demás ha sido objeto de discusiones y polémica por su volumetría, por el despilfarro y por convertirse en uno más de esos elefantes blancos que la clase política tiende a erigir como modo de justificante. En el documental se muestra la otra cara detrás de la atrocidad, las personas que con sus manos construyeron en un tiempo récord de 27 semanas, un edificio que exigía mucho más que una buena planeación de obra y de presupuesto; requirió de inventar un sistema constructivo eficiente y que además materializara un diseño caprichoso e intransigente.

Vemos el viacrucis de la empresa Danstek, encargada de la edificación, las juntas con los trabajadores del despacho de Toyo Itto, y unos breves y superficiales retratos de algunos de los trabajadores. Apoyado de buena fotografía, el documental enaltece el oficio del constructor y de la relación filial del constructor con la obra, vemos las extenuantes jornadas laborales, los problemas de logística, presupuesto y ejecución; además del total desinterés de Toyo Itto, quien evidentemente tenía a su equipo de trabajo in situ. Sin embargo es evidente la poca flexibilidad y capacidad de adaptación del edificio con el entorno.

Sin Manual queda como material de acervo histórico sin comprometerse con el lenguaje cinematográfico ni con construir empatía con el espectador. Sin embargo, se trata de un parteaguas en la reflexión en torno a las repercusiones sociales y políticas del edificio, además de aleccionarnos -sin querer- como arquitectos, sabiendo que no importa qué tan lejano esté el proyecto, siempre debe construirse de la mano con su creador, ¿qué hubiera pasado si en lugar de buscar un producto al estilo fast food el gobierno poblano se hubiera propuesto legar un objeto arquitectónico icónico?

Me refiero a que, por cumplir con “promesas” “compromisos” en tiempos políticos, la arquitectura se transforma en un trofeo hueco y ornamental, que entre más grande, vistoso y costoso, mejor. Cuándo abandonaremos esta costumbre de la clase política de usar el desarrollo de la ciudad no como un medio para mejorar la calidad de vida de los habitantes sino como condecoraciones y placebos. La arquitectura se ha politizado y estos documentales llenos de contrastes son sólo un ejemplo entre un modo de gobernar y otro, un arquitecto comprometido con su quehacer profesional y otro que únicamente pone tachuelas en un mapa (o al menos eso pareciera). Necesitamos menos política y más arquitectura.

 

 

 

 

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