“The Lake House”
Director: Alejandro Agresti
Guión: David Auburn
(2006)
Cuando pienso en lo que debería escribir, trato de situarlo en qué es lo que me gustaría leer. Siempre tiendo a relacionar todo con la arquitectura, que en gran medida, como muchas de las artes, es un reflejo social, económico, político, conceptual, ideológico, histórico y de un sinfín de convergencias: funge como una ventana. A veces, como un silencioso protagonista de diversas vivencias del día a día, no nos percatamos del impacto que puede tener; sin embargo, lo percibo como un medio de cambio y es la razón por la cual se vuelve indispensable especificar en qué contexto se localiza.
Lo anterior nos lleva a este texto, el primero de una serie que abre esa ventana a la sinergia con el cine, un coqueteo suntuoso entre dos imponentes medios de expresión. No me refiero a esa arquitectura de fondo, escenográfica e inerte; sino a aquella que define, moldea y actúa como un agente catalizador en el desarrollo de la historia.
Comenzamos con una cinta que pasó sin pena ni gloria durante el 2006: “The Lake House”, no brilla por una historia original, ni un guion destacado, es en general una película de bajo perfil pero que tiene una buena carga de acentos concebidos y ejecutados de un modo sublime.
Es un remake de la cinta sur coreana “Il Mare” (2000), que cuenta un romance entre una médico y un arquitecto, con el minúsculo detalle de una brecha temporal de 2 años. Ella vive en el 2006 y él, por su parte, en el 2004; en el caso del filme original con locaciones en la isla Ganghwa, Sukmodo y la isla Jeju, Udo, ambos en Corea del Sur. Su hermano occidental toma la ciudad de Chicago como escenario.
La película parece estar adaptada para espectadores familiarizados con la arquitectura. Seguramente fueron asesorados meticulosamente, cuidando pormenores y llenándola de simbolismos y guiños de culto. Por ejemplo, Chicago es un referente obligado: La conocida “Escuela de Chicago” (finales del s. XIX) surge tras el gran incendio en 1871 y se destaca al ser pionera en la introducción de nuevos materiales y los revolucionarios ascensores eléctricos, así como por innovar en las técnicas de construcción de grandes edificios comerciales y los primeros rascacielos, éstos tenían un lenguaje unificado –razón por la cual se le atañe la denominación de escuela– : entre 10 y 16 niveles, pilares de concreto (permitían la construcción sobre suelo fangoso o arenoso), estructuras metálicas (ya experimentadas en la arquitectura de hierro del s. XIX), superficies lisas y acristadas donde predominan líneas horizontales y verticales. La Escuela de Chicago proporciona fundamentos para los siguientes movimientos del primer tercio del s. XX: el funcionalismo arquitectónico, la Bauhaus y el Movimiento Moderno. Durante la historia Alex (Keanu Reeves) guía a Kate (Sandra Bulock) en un paseo por sus arquitecturas favoritas. Se agradece como público la variedad de encuadres por edificaciones icónicas de la ciudad.
La casa en cuestión es a mi gusto una obra excelsa; construida expresamente para el rodaje, diseñada por el arquitecto británico Nathan Crowley, en Willow Springs, Illinois; con 185 m² tardó 7 semanas en edificarse, montándose en tierra para posteriormente trasladarla al lago. La construcción se asentaba sobre unas vigas de metal situadas aproximadamente unos tres metros sobre el agua. Se utilizaron 35 toneladas de acero y se necesitaron cerca de 100 trabajadores para levantarla. Contaba con agua corriente, pero no con sanitarios ni calefacción. Fue demolida tras la filmación.
La concepción fluctúa entre conceptos estéticos y filosofías muy definidas: “The Glass Box” que tuvo su auge en la década de los 60’s posterior a la casa Farnsworth de Mies Van Der Rohe y el “Regency Period”, estilo popular en Inglaterra a principios del s. XIX, caracterizado por la elegancia y sofisticación, cuyos elementos representativos son: fachadas de yeso pintadas en color blanco, acceso principal enmarcado por dos columnas, balcones de hierro, amplias terrazas y pórticos, así como sus delicados ornamentos de herrería; a lo anterior se suma la filosofía de Frank Lloyd Wright –máximo exponente del organicismo– : espacios que se integren con la naturaleza y permitan la contemplación, prolongar los espacios interiores hacia el exterior; esta casa con vista 360° provee una conexión visual con su entorno incluyendo un árbol al interior.
En la película, la casa fue construida por el papá de Alex (Reeves) interpretado por el fenomenal Christopher Plummer (The Imaginarium of Doctor Parnassus, Beginners, The Last Station, The Girl With The Dragon Tattoo) y me parece curioso el retrato que exponen entre el constructor, vendido a las inmobiliarias y a la producción ready made (Reeves), el neófito proyectista más sofisticado, arraigado a principios teóricos vanguardistas (Ebon Moss-Bachrach) y el consolidado, que ha ganado fama y reconocimiento, dedicado a escribir sus memorias y recopilar lo mejor de su vida profesional, pragmático y un tanto cínico (Plummer).
En el argumento, la casa es el agente generador, elemento en común de ambos protagonistas, los cuales la viven en tiempos y circunstancias distintas, aun cuando simbolice un espacio aislado que funciona como contenedor para exiliarse. Podríamos fácilmente inferir el protagonismo alrededor de la edificación, lo irónico es que hay un elemento que se ha pasado por alto, la verdadera estrella: el buzón… Es el portal que une esta brecha temporal entre los dos personajes y, lamentablemente, a diferencia de la cinta original, no le dieron la presencia artística que merece, es un buzón genérico (salvo por su pedestal) que le resta carácter y presencia. Entra en contradicción con el concepto de la casa y no genera un dialogo ambiental entre ellos.
El filme es un excelente ejercicio de apreciación estética, con buena fotografía y una trama de fórmula ya conocida y digerida; lo destacable son justamente los gestos, cautelosos y sólidos que le imprimen un aire singular y memorable.
Como dato, hay un hilarante episodio de Family Guy (Fox) dónde hacen una parodia a la película.
Autora: Marlen Mendoza