Fidel Velázquez no está muerto

Por - 19/05/2016

 

Fidel Velázquez no está muerto es el título de un proyecto de arte en el que Paloma Contreras Lomas se dio a la tarea de buscar a los ex trabajadores de la Casa de Moneda de la Ciudad de México, ubicada en Calle del Apartado #13, Centro Histórico, que actualmente funciona como el Museo Numismático Nacional.

 

Fidel Velázquez no está muerto hizo pensar a la artista en la nube negra que se posaba diariamente sobre los trabajadores, causada por la combustión del metal y por la temperatura que llegaba a los cincuenta grados. Sin embargo, cuando se acercó para que la nube le hablara y le dijera de qué estaba hecha, se dio cuenta de que la nubes no hablan: se dispersan y desaparecen, y a diferencia de los trabajadores de la fábrica no tienen lengua que explique los signos que conforman su propia historia. Fue entonces que la nube la llevó a buscar a los testigos de su aparición, a aquellos que no la imaginaron sino que la vivieron en carne propia.

 

Fidel Velázquez no está muerto llevó a la artista a comer con los trabajadores que un día formaron parte de un sindicato. La primera vez que los visitó le ofrecieron mole, pero ella no quiso comer por pena. La segunda vez se tomó una cuba, fue entrando en confianza y escuchando sus historias. Primero está el testigo de su propia vida, luego el de su memoria expresada en un lenguaje lleno de anécdotas, viene después la artista que escucha, Moisés Hortá  -el cómplice que edita los audios- y lo que el espectador/lector lleva consigo.

 

Fidel Velázquez no está muerto es un teléfono descompuesto de narrativas poco fiables si se juzgan desde el panóptico de la historia oficial que día a día nos reduce a números. Aquí hay más bien fantasmas: el del líder sindical que dijo que para qué quería ser presidente si ese cargo sólo dura seis años, el del vigilante con uniforme azul, el del cocinero que nunca prendió la estufa en su propia casa. También el de la nostalgia que oscila entre un orgullo por acuñar monedas que traspasaron las fronteras de México y una serie de rituales que ellos repiten para no dejar morir el trabajo que llenó su vida de enfermedad, injusticia y muerte, pero también de sentido.

 

Fidel Velázquez no está muerto se presentó en el Museo Numismático Nacional el 14 y el 15 de mayo, aunque originalmente iba a habitar la casa durante dos semanas: sigue habiendo conflictos entre la institución y el sindicato fantasma.

 

A continuación una entrevista con Paloma Contreras Lomas.

 

 

¿Porqué decidiste hacer un proyecto abordando las historias de los ex trabajadores de la Casa de Moneda?

 

La invitación a exponer en la Casa de Moneda fue parte de un proyecto en conjunto con otros compañeros de La Esmeralda, una exposición colectiva. Cuando llegué al lugar y visité la sala de fundición me fue imposible ignorar su historia. Ahí, cuando la planta estaba funcionando, debido a la fundición de metales, la temperatura ambiente llegaba hasta los cincuenta grados centígrados, lo que ocasionaba que se formara a partir de los dos metros de altura una nube negra de zinc sobre la cabeza de los trabajadores. La nube me parecía una imagen poderosa, acompañando al trabajador durante su jornada laboral; un recordatorio de su propia mortalidad, como un símbolo de un transporte a una aspiración de vida que sólo puede llegar por medio del sacrificio corporal del obrero. Después de la jornada laboral, se quedaba en el piso un remanente de tierra, el cual no era desechado sino que era vendido por Hacienda a distintas mineras mexicanas, debido al alto contenido en metales como plomo, cobre y a veces oro. El dinero se utilizaba para la despensa de los trabajadores de la Casa de Moneda. Esta tierra se quedaba pegada a las suelas de hule hirviendo de los obreros, no podían sacar ni la tierra ni las botas, pero los metales considerados como preciosos eran regresados a la planta como alimento. El trabajador de nuevo era un transporte de capital, además de producirlo literalmente.

 

Empecé a buscar a los ex trabajadores de la planta de Apartado, comencé a contactarlos y a iniciar una serie de entrevistas e investigaciones en torno a su propia experiencia psicofísica como trabajadores de dicha institución, actualmente, una planta con alta tecnología ubicada en San Luis Potosí. Para las entrevistas no los veía en la planta, sino que a veces los veía individualmente y la mayoría de ellas, me citaban en el sindicato de la Casa de Moneda, en la Colonia San Rafael, después de sus asambleas periódicas. Este, es producto de la descentralización que Hacienda efectuó en 1985, apartándolo de su propio sindicato, apagando la lucha obrera, y volviéndolo un sindicato blanco.

 

Conforme la investigación continuaba, me di cuenta de que existían distintos arraigos a una vida obrera, a una construcción de identidad no sólo a partir del trabajo manual y riesgoso que implicaba la fabricación de los valores, sino a toda una vida en hermandad laboral que sigue representando un presente nostálgico, que implica una lucha sindical que ya no existe. La nube seguía siendo un punto de partida de la investigación y después para la construcción de la pieza, ya que encontraba que existía una analogía directa entre la nube de zinc y el fantasma del sindicalismo en México.

 

 

¿Puedes contarnos un poco más del sindicato, su función y defunción? (También su actualidad)

 

El sindicato de la Casa de Moneda, actualmente, es un sindicato que funciona para algunos trámites burocráticos de los ex trabajadores, pero que en realidad es un punto de reunión que representa una construcción de identidad y hermandad fundamental en la vida de los ex trabajadores de la Casa de Moneda. La lucha obrera en la capital mexicana no era conveniente para el proyecto neoliberal que Carlos Salinas de Gortari le tenía preparado al país, así que poco a poco fue debilitándose hasta convertirse en un sindicato blanco. El sindicalismo en México ha sido un elemento que los grupos dominantes han utilizado para adquirir poderes políticos, beneficiándose de un modelo que en esencia funciona en pro del trabajador, pero que ha servido para enriquecerse y nutrir sus propios intereses. El poder sindical mexicano se ha anclado en una opaca vinculación entre el gobierno y los partidos políticos, bastante lejano a un ideal de autonomía, movilización y democracia sindical. Actualmente un fantasma político que sigue rondando los callejones de la memoria obrera y laboral mexicana. El sindicalismo es un proyecto de unificación nacional que actualmente habita entre las sombras; un ensamblado de un pacto social en un país, que el Estado mexicano, actualmente, falla en resolver.

 

 

Como artista ¿Por qué decidiste hacer entrevistas? ¿Qué buscabas?

 

Buscaba que se me aparecieran los fantasmas sindicalizados. La única manera era buscarlos, quería conocerlos, hablar con ellos, fuera de la planta, en algún café o después de la asamblea. Empecé a grabar, la mayoría de las veces eran horas de conversaciones grabadas.  Desde el principio quería hacer una publicación de la investigación, pero no quería nada más hacer un documento testimonial. Me gusta mucho escribir, así que decidí empezar a escribir un cuento de fantasmas a partir de las entrevistas, la investigación que estaba llevando a cabo y un gusto personal por ese género. Historias de aparecidos hablando de sus propios fantasmas políticos, económicos y sociales.

 

 

¿Cuál fue la salida del proyecto como piezas?

 

Son varias piezas las que conforman Fidel Velázquez no está muerto; la primera y eje, es el cuento de fantasmas llamado “Las Botas de Hule precioso” haciendo una referencia a los metales preciosos que se pegaban a las suelas de los trabajadores, remanente que les era devuelto en forma de despensa, otorgado por Hacienda. Hice una publicación con el texto que escribí, archivos fotográficos tomados por mí, otros proporcionados por el Museo, algunas fotos que los trabajadores me enviaron y algunos dibujos míos.

 

Pero no podía olvidar el espacio, quería ocuparlo y crear la nube de zinc de alguna manera. Decidí hacerla por medio del sonido, una instalación o escultura sonora, era la única manera de ocupar y crear una atmósfera en un espacio tan monumental. La pieza de audio la hice con Moisés Horta, músico y artista sonoro.  Moisés en su propia producción musical, tenía líneas de interés similares a las mías. Queríamos evocar la sonoridad del trabajo, de la lucha sindical y del cuento de fantasmas.

 

A partir de los audios en crudo que teníamos grabados anteriormente (sonidos de las máquinas de la planta y voces femeninas que decían fragmentos del texto) Moisés propuso y programó una instalación de cuatro canales de audio esparcidos en la sala de fundición del Museo Numismático. La manera en que los audios eran reproducidos variaba dependiendo del movimiento del espectador en el espacio, captado por medio de un sensor infrarrojo, de tal forma que la instalación fuera fiel a la estructura no lineal de la narrativa inherente a la pieza. Así, el espectador se convirtió en un elemento activo dentro de la instalación, el recinto y la misma narrativa.

 

 

¿Por qué decidiste titularlo así? ¿Con qué historia te encontraste del sindicalismo?

 

Fidel Velázquez era un hombre dios. Un intermediario, es la mayor contradicción del sistema político mexicano: por una parte es el máximo representante de los oprimidos, del proletariado, de casuchas, overol y trayecto de dos horas para llegar a la fábrica y por otro funge como el mejor representante del poder, encargado de transmitir el mensaje destinado a convertir a un simple mortal en el dios sexenal en turno.

 

 

¿Cuál fue tu relación con el Museo Numismático? ¿Qué crees que el recinto guarde o resguarde como Museo?

 

El Museo no sólo era el lugar que albergaba al cuerpo obrero productor de capital, sino también a una institución incapaz de soltar a sus propios fantasmas políticos, que separan a los trabajadores y a su propio Sindicato. El Museo guarda una historia de una economía centralizada, pareciera que tiene como rehén simbólico en sus bóvedas, toneladas de oro y de cuerpos que ya no existen. Pienso mucho en lo que cuentan las personas que viven alrededor, cuentan que algunas paredes redondas del Museo son de esa forma porque se vencieron al peso de las monedas que eran antiguamente guardadas. Pienso en ese Museo y  pienso en un Priísmo que no logró tabular a los obreros que pesaban oro y no pesaban jamón.

 

 

¿Cómo se seguirá desarrollando el proyecto?

 

Actualmente este proyecto para mí significa una prioridad de investigación y de producción. Seguiré desarrollándolo en distintos soportes y, sobre todo, en distintos espacios fuera de una institución artística por el momento. Tal vez, en una de esas irme al Zócalo con los fantasmas que aparecían en la revista Frente y se hincaban frente al Palacio cada primero de mayo, a mentarle la madre al presidente De la Madrid, con las botas de hule precioso bien puestas.

 

Dibujos: Paloma Contreras Lomas, Fidel Velázquez está muerto.

https://fidelvelazqueznoestamuerto.wordpress.com/

 

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