El negocio del interiorismo

Por - 05/06/2013

  “Básicamente, la arquitectura es un contenedor.Yo espero que se disfrute no tanto de la taza como del té que contiene.”

Yoshio Taniguchi

Con motivo de la reciente celebración de Habitat Expo 2013, tuve la oportunidad de intercambiar ideas con un buen grupo de colegas en el Ciclo de Conferencias denominado el Negocio del Interiorismo. Abordamos en específico el tema de los aciertos y errores más comunes en el campo residencial, y nos encontramos un panorama amplio de estrategias fallidas y logros ya comprobados que han permitido que este sector se consolide como una de las especialidades más redituables del medio.

Ahí se dijo, que hace falta comprender que el interiorismo no es una disciplina basada exclusivamente en el “buen gusto” y en el refinamiento personal, tampoco es un espacio profesional desde el cual se puede promover o imponer cualquier capricho del diseñador; es algo mucho más complejo, cuando se hace bien; es decir, profesionalmente.

La arquitectura de interiores no es sólo la intervención del espacio en términos visuales, es la construcción de un sistema de relaciones entre estructura, materiales, transiciones, iluminación, contexto, acústica, forma y función. Es, contrario a lo que se cree el resultado posterior de desarrollar y saber generar buena arquitectura y quién se dedica a ello, debe de contar entre sus cualidades con una gran capacidad de adaptación (espacial e ideológica) a los espacios existentes, así como plena conciencia de la importancia de la escala en la resolución de detalles y el tiempo (también el costo) de ejecución de una obra.

Hacer interiorismo, se dijo: “implica desprenderse de etiquetas y de modas, de tendencias y de clichés que sólo banalizan este trabajo”. Sin embargo, no se puede negar que la ascendente demanda del diseño de interiores ha traído consigo una serie de manifestaciones mediáticas donde proliferan las recetas fast track para diseñar el espacio interior, un grave error si se toma en cuenta que el interiorismo exige la participación minuciosa de un buen número de profesionales trabajando con el mismo fin y requiere una serie de conocimientos que se articulan para lograr un resultado integral.

Acierta quien mejor se comunica, y al parecer ésta es una de las máximas para los profesionales del diseño. Concebir una idea sin entender la idea del cliente es ya un error anunciado, dejarlo de lado en el proceso creativo es quizá una de las mayores negligencias. Pensar y trabajar creyendo que el interiorismo es pura escenografía (peyorativamente hablando), es catastrófico.

No hay más: ante la desmedida oferta de diseñadores e incluso la acelerada y ascendente aparición de escuelas que ofrecen licenciaturas y cursos de interiorismo o decoración, habrá que acentuar la verdadera importancia de este sector como negocio, profesionalizarlo en todos sus términos y exaltar aquellos trabajos realizados que involucran estrategias de diversa índole para desarrollar una idea de manera holística, desde sus procesos creativos de trabajo, hasta sus presentaciones y la logística para hacerlos realidad.

Quitar ese velo de vedettes y genios incomprendidos detrás del lápiz, hace bien a todos: educa por ejemplo, a las empresas, que hoy en día solicitan con más frecuencia estos servicios y requieren seriedad y compromiso pero sobre todo, certidumbre de su inversión reflejo de su imagen corporativa, también a las nuevas generaciones, que verán en ello un trabajo serio y no una magnifica ruta de escape para sustituir con “creatividad” la carencia de talento y de conocimiento por su fallida formación académica. ¿Quién más falta en la lista?

*Arquitecto, egresado de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del IPN. Docente en la Facultad de Arquitectura de la UNAM y el ITESM. Fotógrafo y articulista independiente. Becario FONCA 2012-2013 Jóvenes Creadores.

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