Especulación inmobiliaria. Apuntes sobre imaginarios futuristas de bienestar, confort y seguridad

Por - 29/10/2013

 

 

“Lo que podía haber sido un subsuelo ricamente estratificado está siendo excavado para colocar cimientos más profundos de edificios nuevos. Sólo nuestros montones de basura se elevan mientras se van llenando de historia”. Gordon Matta-Clark.1

Si bien el lema con el que inició el expresidente Felipe Calderón su sexenio refirió la posibilidad de establecer una plataforma laboral estable, el llamado ‘Presidente del trabajo’, no sólo pasó a la historia política de este país por la sombra de las víctimas -aún indeterminadas- que cobró el crimen organizado durante su periodo, sino por ampliar las facilidades para la construcción-compra-venta de inmuebles. ¿En qué momento comenzó a ser una mejor opción -para la desdibujada clase media- vivir en un departamento dentro de complejos que prometen una cierta idea de comodidad, pseudolujo y sobre todo de ‘seguridad’, frente a la posibilidad de habitar un inmueble que lejos de comulgar con esta tendencia de lo ‘nuevo’ se presenta como una opción real de arraigo a una colonia o un barrio? ¿Qué tipo de relaciones sociales se fracturan al ignorar quiénes son las personas con quienes convivimos y que de alguna forma, este desconocimiento cancela cualquier posibilidad de construir comunidad desde el lugar en el que se vive?

Para comenzar, hay un elemento importante a tomar en cuenta para que se encarnen, a manera de imaginarios, determinadas formas de pensar en las personas: una gran mediatización sobre aspectos que involucran al ciudadano de a pie y que le podrían afectar en algún tiempo del futuro por venir. Para que gran parte de los mexicanos durante la administración anterior buscaran la alternativa de vivir de una forma ‘segura y cómoda’ y que de igual manera, pudieran acceder a un crédito para obtener una vivienda, tuvo que afianzarse el statement desde el gobierno federal ‘Vivir mejor’, que para lo mismo significó ‘altos índices de inseguridad y especulación inmobiliaria’, por mencionar sólo algunos aspectos críticos de este periodo. Como slogan de la campaña de Calderón, ‘Vivir mejor’, buscó incidir ingenuamente en las preferencias al momento de buscar una opción para vivir construyendo desde los medios de comunicación un imaginario de estabilidad económica que en la realidad fue lo suficientemente endeble frente a la crisis mundial del 2009 y a la par, otro escenario que, lejos de ser una ilusión, fue expandido por la misma mediatización: la radicalización de la violencia y la inseguridad que insistía en encrudecerse cada vez más.

En este sentido, Calderón inauguró un tiempo en el que las constructoras realizaron el negocio del sexenio: vender un imaginario de bienestar, confort y ‘seguridad’ no importando sacrificar inmuebles con mucha tradición barrial o determinantes para la forma de vida de sus habitantes, por viviendas ‘nuevas’, muchas de ellas herméticas y con las comodidades al alcance de la mano como gimnasios, mini-súpers o roof gardens, así como circuitos cerrados de monitoreo para mayor seguridad de los inquilinos. Es decir, tal pareciera que la inseguridad expresada una y otra vez en los medios de comunicación se hubiera traducido en la posibilidad de ‘vivir seguros’ al interior de este tipo de complejos habitacionales. Lo anterior, hace recordar una de las etapas más inseguras en el Brasil (década de los noventa), en donde para la clase media paulista los malls eran los espacios más seguros para convivir con sus seres queridos debido a la creciente ola de secuestros que azotaba la ciudad de San Pablo, dejando fuera las posibilidades de disfrute que ofrecen los espacios públicos. ¿Cabría preguntarse si el encierro es la alternativa a la inseguridad?

Según los reportes de la administración calderonista, el dinamismo del sector vivienda significó un papel clave para la superación de la crisis económica del momento, gracias a las inversiones y empleos generados. Como parte de sus logros en esta materia, el gobierno federal difundió continuamente las condiciones creadas para que la industria de la vivienda contara con recursos para cumplir sus metas de crecimiento.2 Al brindar múltiples facilidades al sector empresarial, la industria de la construcción pudo acceder sin tanta democracia de por medio, a diversos inmuebles con gran potencial en distintas zonas de la ciudad y sus alrededores, principalmente a barrios antiguos, para así, levantar complejos en donde se ofreciera una alternativa de lujo y encierro.

Bajo este contexto, Especulación Inmobiliaria, proyecto del curador del Museo Experimental El Eco, David Miranda en colaboración con Xavier de la Riva y Francisco Márquez se plantea como una oportunidad para abrir una reflexión en torno al valor simbólico que se le da a los espacios que habitamos y cómo el sector empresarial y de bienes raíces favorecido por algunas políticas gubernamentales reconfigura, de acuerdo a sus intereses, la compra-venta/deconstrucción-construcción de estas edificaciones para su especulación en el mercado inmobiliario. Para ello, Miranda invitó a un grupo de artistas visuales y arquitectos a realizar intervenciones in situ a manera de gestos constructivos en un escenario de total deconstrucción: una casa ubicada en la colonia del valle de la ciudad de México, desgajada casi en un cincuenta por ciento para ser demolida en un futuro cercano.

El inmueble fue comprado recientemente para construir en su perímetro un complejo de cuatro departamentos nuevos que seguramente serán vendidos a precios elevados y que probablemente significarán un mayor status social y sobre todo de ‘mayor seguridad’ a las personas que los adquieran. Es así como Álvaro Verduzco, Daniela Libertad, Enrique Minjares, Gabriel Escalante, Luis Felipe Ortega, Jesús Cruz Caba, Oscar Berglund, Renato Garza, Ricardo Rendón y Sean Ramírez se apropiaron de este predio y propusieron dinámicas espaciales efímeras para ser recorridas en un sólo día. La intención primordial es generar una serie de apuntes críticos sobre un problema socioeconómico que es cada vez más evidente en la última década en nuestro país y que se relaciona directamente con la calidad de vida de los mexicanos, con sus posibilidades reales de consumo a la par que con sus aspiraciones de una vida mejor, con las facilidades para la compra de una vivienda y la seguridad ‘cuestionada’ que le puede ofrecer cada zona de la ciudad o sus áreas colindantes, así como la forma en cómo se construyen estos imaginarios respecto de la vivienda en nuestra ciudad a partir de los grandes proyectos de urbanización dominantes o de gentrificación de determinado lugar.

Desde esta perspectiva, Especulación Inmobiliaria es una propuesta más ambiciosa que la activación artística de un inmueble desahuciado temporalmente, ya que el proyecto aunado a la intervención de una serie de propiedades en vías de ser destruidas implica investigaciones puntuales sobre la historia de estos predios, su valor simbólico en el contexto para el que fueron construidos y habitados, así como estudios sobre el tema de la construcción-habitabilidad de la vivienda en el país, que devendrán en una publicación que sirva como memoria y rescate las relaciones interdisciplinarias que se construyeron alrededor del mismo.

Cabe destacar el guiño que el proyecto de Miranda hace al trabajo del neoyorquino Gordon Matta-Clark, quien respondiendo críticamente a las tendencias de la arquitectura convencional de su tiempo, organizó en 1973 un grupo de trabajo que propuso los espacios arquitectónicos como soportes artísticos para producir cuestionamientos sobre cómo el diseño y planeación de los espacios urbanos estaba directamente relacionado con programas de reordenamiento pertenecientes a las clases dominantes. Matta Clark, quien ya venía realizando una serie de trabajos conocidos como buildings cuts, que consistieron en realizar intervenciones físicas a manera de cortes en/a inmuebles abandonados -en diversos barrios y ciudades de Estados Unidos y Europa-, cuestionaba sobre todo, la ambivalente relación del ‘destruir’ para ‘construir’, como una dicotomía que ponía en detrimento el valor simbólico espacial de una vivienda o edificio, fracturando sus espacios sociales. Para este artista, las intervenciones ‘anarquitectónicas’3 que realizaba representaban extensiones de la práctica escultórica a través de la cual consideraba redefinir su obra y con la que planteaba reflexiones críticas sobre cómo la producción, consumo y uso de los espacios urbanos eran una discusión política necesaria.

Cabe destacar que la propuesta de Miranda, de la Riva y Márquez pone énfasis no sólo sobre las políticas del sector de la construcción y la vivienda, sino reconsidera la práctica artística lejos del fin objetual y las dinámicas del mercado del arte. Al convocar a los creadores a generar ejercicios efímeros de sitio específico, en los que el trabajo procesual y colaborativo con el grupo de trabajadores de la construcción -que los asistió para la producción de sus piezas- se privilegie, reposiciona en muchos sentidos las plataformas y soportes para la creación misma. De igual forma, el proyecto reúne tanto artistas visuales como arquitectos provocando la conjunción de dos disciplinas y sus perspectivas espaciales características de sus territorios de producción.

Es así como el arquitecto Juan Francisco Márquez decide realizar un colgante con formas que recuerdan a una ‘hamaca’, utilizando el cableado interno de la casa-habitación ubicada en la calle de Nicolás San Juan #349. La presencia multicolor de los cables habita de diferente manera el interior del inmueble que aún en su ‘nueva’ pulcritud, intenta evidenciar las entrañas de la edificación como una estructura subterránea subyacente. En contraste, el artista visual Ricardo Rendón, recupera a través de un gesto, la vegetación del jardín externo de la casa, saturando de negro el espacio cercano al hueco de una ventana, así como el piso y el techo próximos a éste, generando un campo visual dirigido a observar un recorte de árboles y enredaderas que de otra forma pasarían inadvertidos durante el recorrido. Rendón, habituado a trabajar con las formas del ‘hacer’ a través de la reinterpretación del lenguaje de diversos oficios (carpintería, talabartería, etc.), dispone para este ejercicio una especie de experiencia pictórica. La triada del negro de la pieza, el blanco de las paredes originales del inmueble y el verde de la vegetación crean por sí mismos una espacialidad cromática inédita en esta construcción.

Para el artista visual Renato Garza, los desechos pertenecientes al proceso de demolición de la casa son pretexto para su acumulamiento. El artista empila las vestiduras de los muros del inmueble -en una de las habitaciones del mismo- en pequeños bloques disformes levantando una columna que no termina de tocar el techo, produciendo así, un monumento a manera de obelisco que genera nuevas percepciones espaciales a través de la recuperación de los desperdicios arquitectónicos. Las especificidades de la casa se devuelven en esta pieza por medio de volúmenes dinámicos que retan su propio equilibrio.

Por su parte, el trabajo impecable del arquitecto Oscar Berglund resignifica uno de los pisos y uno de los muros de este predio. Las dos piezas que propone establecen asertivamente el diálogo entre lo escultórico y lo arquitectónico. A través de un trabajo minucioso de extracciones rectangulares -levantamiento del parqué en una de las áreas de estar- en el que un perímetro perfectamente delimitado deja entrever una segunda piel como otra superficie escondida de este material, apropiándose sutilmente de un espacio aparentemente vacío. Berglund, repite el mismo proceso en uno de los muros localizado en la parte trasera del inmueble, extrayendo el aplanado blanco alrededor de la delimitación de un rectángulo. La cama de ladrillos rojiza en relación con la pulcritud del aplanado crea inusuales vistas en la habitación. Las incisiones y extracciones que realiza este arquitecto recuperan las relaciones de cercanía con el espacio deconstruido y lo que se construye para revivificación del propio lugar.

Especulación inmobiliaria devela por medio de un esqueleto de pisos, techos y muros intervenidos por diez creadores, capas ocultas de una situación que como presente dibuja imaginarios de bienestar, confort y seguridad para un futuro próximo. Provocando reinterpretaciones espaciales a través de la transformación de diversos espacios arquitectónicos que reactivan las propias construcciones y abren múltiples reflexiones sobre los edificios intervenidos y sobre las relaciones simbólicas que establecemos con ellos. Confrontándonos con el valor de uso y función de las propiedades, con la irracionalidad del sector de las bienes raíces en nuestra ciudad y el absurdo del planeamiento urbano y las políticas gubernamentales del momento, así como con la historia de los inmuebles (entendidos como espacios de sociabilidad) y sus contextos en el presente, al proponer una reflexión arqueológica de desechos arquitectónicos, susceptible de convertirse de igual forma, en otros y más espacios urbanos de desecho.

1 Matta-Clark, Gordon. Proyectos anarquitectónicos. Catálogo de la muestra exhibida en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo. Junio-Septiembre; 2003.

2 De acuerdo a la información difundida por la Presidencia de la República del sexenio anterior, para el quinto año del gobierno de Calderón, la derrama relacionada con esta actividad ascendía a 1.4 billones de pesos.

3 La ‘anarquitectura’ fue un concepto propuesto por el artista para referir su clara oposición y crítica a las formas de construcción y estilos arquitectónicos de su tiempo. El espíritu rebelde y contestatario que caracterizó a Matta-Clark, da pie a jugar con la palabra ‘anarquía’ en esta denominación específica de su trabajo.

 

Texto: Violeta Celis* / @violetacelis

 

*Curadora de arte contemporáneo y proyectos de educación artística. Realizó estudios en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” y posteriormente estudios de maestría en 17, Instituto de Estudios Críticos en la  ciudad de México. Colaboró en el Museo Antiguo Colegio de San Ildefonso (2004-2008) y el Museo Tamayo Arte Contemporáneo (2008-2009). Ha colaborado para revistas como Ramona (Bs As, Argentina), La Tempestad, la Gaceta de Museos y Rufino, la revista del Museo Tamayo Arte Contemporáneo, éstas últimas publicaciones de la ciudad de México. Fue colaboradora permanente sobre arte y exposiciones en El fin del mundo, programa radiofónico de Reactor 105.7FM y curadora del espacio del Museo de Arte Moderno, Se Traspasa. Proyectos Nómadas. Actualmente, es miembro de la PAE (Plataforma Arte-Educación), red colaborativa de trabajo sobre el binomio arte-educación, así como curadora del espacio cultural Casa Vecina.

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