Boom
Ariel Rojo - 28/11/2013
Por Sergio Gallardo - 30/08/2014
Si ya saben cómo nos ponemos, ¿para qué expropian nuestras tierras?, estas palabras gritan los habitantes de San Andrés y San Pedro Cholula a sus respectivos Gobiernos incluyendo el del Estado de Puebla, quien en los últimos dos días ha estado en la mira por la expropiación de terrenos para construir un parque, el Parque de las 7 Culturas. Dicen que la forma es fondo pero a veces este principio básico no lo entienden los políticos. A pesar de no ser la primera ni la única, y por lo visto tampoco la última vez que se utiliza la expropiación para adjudicarse tierras y transformarlas en proyectos de “utilidad pública”.
El Parque de las 7 Culturas es un proyecto impulsado e impuesto por el gobierno del estado de Puebla y los municipales de San Pedro y San Andrés Cholula, “comprende 82.44 hectáreas, 41 manzanas, de las cuales 30 se ubican dentro del municipio de San Pedro Cholula y 11 en el municipio de San Andrés Cholula; esta área de estudio se localiza dentro de la zona de monumentos arqueológicos de Cholula decretada y publicada en el Diario Oficial de la Federación el lunes 6 de Diciembre de 1993”.
José Maria Montaner explica en su libro Arquitectura y Crítica: “muy difícilmente la valoración de una obra arquitectónica puede realizarse sin visitarla y estudiándola sólo en fotografías”, pero el Parque de las 7 Culturas aún no está construido (quién sabe si llegue a estarlo) y la única información de lo que será el proyecto arquitectónico, urbano o de paisaje, es un pobre esquema del anteproyecto dibujado en algún concurso infantil con una aplicación barata o gratuita para android, lo que le resta crédito al elaborado y mejor representado análisis del sitio.
Si este esquema barato o dibujito es el anteproyecto no quiero imaginar el tiempo que tomará llevarlo a un nivel por lo menos básico, desde el punto de vista arquitectónico, y mucho menos a un nivel de proyecto ejecutivo.
El dibujito tampoco muestra (aunque sea a nivel de dibujito) cuáles fueron las estrategias urbanas, arquitectónicas o de paisaje que se plantearon y dieron como resultado el anteproyecto, el por qué esos espacios y actividades propuestos y no otros, cuál va a ser el impacto de este proyecto en su contexto inmediato, ¿habrá estacionamientos y sobre todo para la gran cantidad de autobuses turísticos que cada fin de semana entorpecen la circulación?, ¿transporte público? ¿cómo se va a solucionar el tema del tráfico en la calle 3 norte y 14 poniente? ¿en dónde está el anteproyecto o proyecto del tren que saldrá del museo del ferrocarril y llegará hasta el parque, en otro dibujito? Si contrario a lo que se ha dicho no habrá edificaciones como hoteles, y los predios expropiados no perderán su vocación ni uso agrícola, ¿por qué los afectados se han manifestado en contra del parque? ¿no era mejor solución mantenerlos como propietarios?
Si el gobierno recurrió a un concurso de dibujo infantil para hacer el anteproyecto del parque se ahorró mucho dinero pero también dejó pasar una enorme oportunidad de desarrollar un proyecto urbano y de paisaje de gran importancia. Y si pagó por él, ha sido estafado. Se perdió también la oportunidad de difundir y dar a conocer el proyecto previamente y plantear esquemas de participación con los propietarios y con los habitantes, lo que hubiera evitado el conflicto.
La forma es fondo, no importa lo que digas o lo que hagas sino cómo lo digas y cómo lo hagas, el proyecto del Parque de las 7 Culturas es una prueba más no sólo de la imposición política, sino de la falta de sensibilidad y capacidad de CÓMO hacer y gestionar un proyecto público, el conflicto y confrontamiento se hubiera evitado si el dibujito se hubiera presentado en consulta pública, con la participación ciudadana, con las universidades, con el colegio de arquitectos y con el observatorio urbano local, pero el hubiera no existe y parece que el conflicto durará más tiempo de lo que el mismo gobierno pensó. Ojalá y con el tiempo no suceda lo de siempre, que al cabo de unos años las expropiaciones de tierras para fines de utilidad pública resultan una utopía y se convierten en zonas de especulación para el desarrollo de proyectos inmobiliarios, sólo el tiempo lo dirá. Mientras tanto habrá que esperar y ver el rumbo que toma la sociedad ante la fallida propuesta de un proyecto urbano y social. La experiencia del proyecto para el AICM y San Mateo Atenco no sirvió.