Fidel Velázquez no está muerto
Sandra Sánchez - 19/05/2016
Por Lillian Martinez Villazón R.Úrsula Schwuchow M. - 15/07/2016
Por Úrsula Schwuchow M. y Lillian Martinez Villazón R.
¿La academia nos está transmitiendo lo suficiente para ser arquitectos congruentes en una realidad nacional? La arquitectura pareciera haber perdido su objetivo de garantizar calidad de vida, la vocación ética y política poco a poco se disuelve del ideario de los arquitectos contemporáneos. La formación de las nuevas generaciones tiende a enfocarse en el diseñar o construir para vender, y no para habitar. Aprendemos a priorizar la rentabilidad sobre cualquier tipo de interacción social y esto se refleja en el quehacer profesional cotidiano. Dentro de la posmodernidad en la que habitamos vemos que las ideas rectoras en arquitectura son meramente estéticas y consumistas.
De manera un poco menos evidente también va surgiendo una nueva conciencia ética y humanista; inevitablemente se habla de dinero pero también de sostenibilidad, derechos, multiculturalidad y participación. Cada día los sectores populares de la sociedad experimentan mayores dificultades de acceso a cualquier tipo de colaboración con especialistas técnicos (arquitectos, urbanistas, paisajistas, sociólogos, etc.) porque han adquirido la condición de “recursos humanos de lujo”.
Además, dentro de la academia es raro salir de la utopía, con ejercicios ficticios que parecen haber sido planteados desde una revista y no desde una institución encargada de formar seres humanos. Pocas universidades mexicanas tienen dentro de su estructura académica talleres de arquitectura abordados desde una postura práctica para el desarrollo de proyectos, que realmente inciten a los estudiantes al contacto con la investigación, la materialización del proyecto, la exploración de técnicas constructivas y el entendimiento profundo de las necesidades del usuario, de tal forma que, abordando demandas reales, puedan aprender beneficiando a la sociedad a la que pertenecen.
La arquitectura posee una relación nata con el tiempo, es imposible aislarla del horizonte que dibuja en el futuro, la acción de diseñar para después construir y habitar un inmueble crea relaciones de apropiación y cuidado tanto para el arquitecto como para el usuario; relaciones que urge revalidar y que creemos deben fomentarse desde las aulas para poder mantenerse y consolidarse a lo largo de nuestra actividad profesional.
En México los talleres de arquitectura práctica han estado presentes de forma documentada desde los años 70, y con seguridad mucho antes. Con una amplia variedad de enfoques o esquemas de trabajo, esta forma de aprendizaje alternativa ha desarrollado diversos proyectos en toda la república creando relaciones duraderas entre comunidades y universidades. Muchos de los proyectos logrados tuvieron su origen en esas primeras interacciones entre ONGs, universidades y arquitectos, quienes en su momento, y de forma intuitiva, ayudaron a resolver de la mano con la comunidad una problemática existente.
Arquitectura Práctica del Taller Max Cetto de la Facultad de Arquitectura de la UNAM es un programa universitario construido por profesores y estudiantes. El programa ha puesto en marcha diversos proyectos para el mejoramiento del hábitat mediante la coordinación entre universidad, comunidades, organizaciones ciudadanas, entes gestores y organismos financieros públicos o privados. La iniciativa tiene como finalidad generar diversas herramientas que contribuyan a la implementación de proyectos sociales en una comunidad determinada. Nuestro eje teórico es el Diseño participativo, es decir, la construcción colectiva de una solución a una demanda o problemática entre los diversos actores involucrados. Dicha solución deberá ser acorde a las necesidades, deseos y condiciones de la comunidad o población.
El Consultorio camina sobre tres líneas principales:
El primer paso para lograr que se implementen talleres de arquitectura práctica, es contar con los acuerdos necesarios para fijar alcances y metodologías de trabajo dentro de las universidades siempre manteniendo un diálogo con la comunidad y el órgano encargado de la gestoría. Es imprescindible que las instituciones universitarias tengan un esquema de trabajo definido donde exista validación y responsabilidad por parte de las mismas sobre sus alumnos y profesores para que puedan emitir una respuesta acertada a la solicitud de la comunidad y que además garantice el debido seguimiento antes, durante y al finalizar cada proyecto. Para lograr estos objetivos es vital que dentro de la misma academia exista una estrecha relación con el plan de estudios que permita estructurar el desarrollo de las distintas etapas de proyecto dentro de una calendarización pertinente para todos los actores, coordinado dentro de la universidad por un grupo de profesores y un responsable/representante que además sea la figura de enlace entre universidad, comunidad y gestores.
Para difundir nuestra metodología de trabajo redactaremos y editaremos una serie de manuales que pretenden funcionar como herramienta de apoyo en la cual las comunidades, alumnos, profesores y gestores puedan consultar una serie de recomendaciones para poner en marcha este tipo de proyectos; estamos muy conscientes de que cada comunidad presenta un caso distinto, pero creemos que compartiendo los aciertos y errores que tuvimos en cada proyecto, los futuros grupos de trabajo podrán apoyarse en nuestra experiencia para generar en más universidades este tipo de talleres. La elaboración de tres manuales dirigidos a la universidad, la comunidad y los entes gestores, será la primera acción emprendida por el Consultorio de Arquitectura Práctica. Estos documentos explicarán y desarrollarán en torno al Diseño participativo, un método práctico para que cualquiera de estos actores pueda implementar un proyecto social que mejore el entorno de una población específica. Buscaremos el mayor alcance posible de los mismos, por lo que podrán ser descargados de forma gratuita siempre y cuando sean inalterados.
Creemos que la participación de una universidad en los distintos estratos sociales es vital ya que es urgente repensar la formación de los nuevos arquitectos desde la realidad del país. Bajo este argumento es que surgió la idea de Pablo Landa, curador del Pabellón de México en la muestra internacional de arquitectura de la Bienal de Venecia 2016, para exponer las experiencias de esta comunidad académica conformada por alumnos, ex-alumnos, ex-asesores y gestores, quienes tuvimos la fortuna de coincidir gracias a los espacios brindados por la Universidad Nacional Autónoma de México. En dicha muestra se expusieron los proyectos realizados por este grupo de trabajo bajo este programa, mismos que se estarán publicando y difundiendo a través de PortaVOZ en las próximas semanas.