Ser y no hacer, ese es el dilema
Ariel Rojo - 09/08/2013
Por Arcelia Mac Gregor - 10/03/2015
No se pueden cambiar las cosas estando en contra de la realidad existente.
Para cambiar algo, es necesario construir un nuevo modelo que haga obsoleto al que ya existe.
Para varios profesionistas y pensadores de la arquitectura, el regenerar espacio ha adquirido paulatinamente un significado importante, sobre todo si al desarrollo de comunidades de escasos recursos se refiere. Es cierto que esto también ha sido buen pretexto para que algunos puedan anunciarse como la cara de un pensamiento vanguardista que pretende exponer una preocupación ante la situación de la vida comunitaria. Si bien esta preocupación a veces no es genuina y es precisamente eso, una pretensión, entonces es meritorio exponer a aquellas prácticas que tienen la sensibilidad y conciencia suficientes para entender que, especialmente en países subdesarrollados bien caracterizados por el crecimiento urbano sin planeación, es ya necesario creer en que la arquitectura debe de ser un medio de regeneración para mejorar la calidad de vida.
‘stación-ARquitectura’ , estudio ubicado en la Ciudad de Monterrey-México y conformado por los arquitectos Ana Garza, César Guerrero, Carlos Flores y María Sevilla Gómez establece una plataforma llamada Comunidad Vivex que dirige su atención a la producción de vivienda para familias de escasos recursos y, por ende, al desarrollo de mejores condiciones de vida dentro de comunidades olvidadas. Ya esto es bastante plausible, sin embargo existe un planteamiento que nos hace dirigir la mirada hacia Vivex: la estructura de espacio con tiempo. Los fundadores de Vivex dicen: ‘Las razones de estructurar espacio con tiempo son, antes que nada, hacer arquitectura digna de habitar bajo premisas básicas y simples para hacer uso de ella. Los motivos para llevarla a cabo son que ocupamos un tiempo para proyectar la vida y otra para poder vivirla’ [1]
Si partimos de la hipótesis de que una mejor calidad de vida empieza a través de la conexión del que habita, con los propios recursos de donde vive, es fácil pensar en la autoconstrucción como el sistema idóneo para la regeneración de vivienda y de comunidades. Vivex sostiene que la autoconstrucción es una actividad marginal, ya que evidencia a aquellos que han quedado excluidos de la oportunidad de comprar lo que el mercado formal ofrece…convirtiéndola en una actividad residual. [2] Tomando esta premisa como un generador de diseño, la autoconstrucción conlleva inevitablemente y favorablemente al proceso de experimentación tanto de planteamientos proyectuales como de nuevas posibilidades materiales. La implementación de una cultura reciclada que hace uso óptimo de recursos ya existentes y, por ende, más económicos que, aunque en algunos casos pueden ser de mayor accesibilidad, no forzozamente remiten al factor de tiempo dentro del proceso de construcción, ya que el tiempo de mano de obra depende únicamente de los interesados.[3] Entonces, es acertado pensar en cómo se involucra el factor de teconología en un sistema de autoconstrucción con las limitantes que una zona marginada presenta. Dentro de varios prototipos de vivienda, Vivex propone una tecnología alterna en la cual el re-uso de materiales, como fibra de vidrio y madera, es un componente primario para una estructura modular inicial. Esta modulación obedece al estudio del proceso constructivo en cuanto a mano de obra y a la reacción climática del material. La experimentación proyectual radica tanto en sistemas de cimentación como en sistemas para incorporación de instalaciones, así como en el uso de materiales para acabados como láminas metálicas, vidrio, carrizo, paneles de yeso[4] y el uso de pinturas vinílicas como elemento compositivo de diseño. Inevitablemente, esto recuerda al concepto de Efemeralización de Richard Buckminster Fuller, manifiestando que la evolución tecnológica debe de dar como resultado el hacer más con menos o hacer lo máximo con lo mínimo, haciendo evidente la preocupación ambiental que tanto caracterizó el pensamiento de Fuller. Así, su pensamiento holístico sustentó conjuntamente que la participación de sus alumnos como autoconstructores de sus primeras geodésicas fuera parte imprescindible para el mismo proceso evolutivo del proyecto: tanto para sus alumnos como método de enseñanza como para el mismo Fuller como proceso de entendimiento y desarrollo de sus proyectos.5
El resultado formal de Vivex se reduce, como ejemplo de algunas de sus obras, a unas sencillas y honestas cajas flotadas de 12 m2 ventiladas de manera natural y que plasticamente recuerdan a la magnífica abstracción de universalidad por medio del uso de colores primarios de Piet Mondrian. Vivex logra, quizá de manera inconsciente, precisamente ese sentido de lo que la vivienda de comunidades de escasos recursos debería transmitir, un sentido de universalidad que al parecer hoy en día aún no se entiende. No es acaso cierto que ‘…un ciudadano en una bicicleta de treinta dolares es igual de importante que uno en un automóvil de treinta mil?’6
Se puede decir entonces que la autoconstrucción se convierte en una necesidad de crear y construir;7 Henry Murray, psicólogo norteamericano, la describe como un factor imprescindible para el desarrollo mental saludable de cualquier individuo, ya que este, a través de la producción, se somete a la experiencia de pertenencia y arraigo y a la oportunidad de un ideal de transformación y renacimiento. Ya lo había formulado Walter Gropius con la Bauhaus planteando el conocimiento a través de la práctica ya que esta lograba vincular al diseñador con un sentido de pertenencia y derecho sobre su obra.8 Por esto, la autoconstrucción se puede remitir a un doble significado etimológicamente: por un lado a aquél que se manifiesta con la acción de construir materialmente algo y por otro a aquél que se manifiesta a través de la construcción de un sentido propio a raíz de que el individuo se siente útil.
Vivex no dirige su mirada a la industria de la construcción tan común para el desarrollo de proyectos de vivienda, la dirige al usuario como el cliente mismo y, aún más importante, como el proyectista. Convirtiéndolo así en un autodidacta de su propia forma de vida, como arquitecto y visionario de su hogar. Así, Vivex expone simultaneamente, a través del otro, la estructura del espacio y el tiempo como un método proyectual y constructivo que formula una posibilidad de regeneración de vivienda y, por ende, urbana. De este modo, la relación cliente-arquitecto, propia de la profesión, desaparece. Intentado poner una nueva cara a la arquitectura haciendo un llamado de meditación a sus practicantes, ya que reitera una vez más que la profesión debería ejercerse tanto como un medio de educación como un medio de regeneración y de conciencia social tanto para el otro como para uno mismo.
Fotografía: [Imagen de vivienda emergente] recuperada de: http://www.comunidadvivex.org
[1] Guerrero, César y Flores Carlos Catálogo Vivex Monterrey-NL: Fondo Editorial de Nuevo León e ITESM, 2007, p.20.
[2] Ibid, p.22.
[3] Ibid, p.23.
[4] ‘Comunidad Vivex’, [En línea]. [27 de Agosto de 2013]. Disponible en la Web: http://www.comunidadvivex.org/index.php?/proyectos/modulo-10×10/
5 Rosen, Sidney El mago de la cúpula: R. Buckminster Fuller Barcelona: Edit. Diana, 1970, p. 133 y 134.
6 Trilogy of design: Urbanized Dir. Gary Hustwit Perf. Enrique Penalosa. Swiss Dots production, 2011. DVD.
7 Kleinman, Paul PSYCH101 Massachusetts: Adams Media, 2012, pp.130-140.
8 Conrads, Ulrich Programas y Manifiestos de la arquitectura del siglo XX Barcelona: Edit. Lumen, 1973, pp.76-82.