Federico Gama
- 06/01/2012
Por Arcelia Mac Gregor - 10/03/2016
La ciudad de Chandigarh surgió por la necesidad de fundar una nueva capital para la provincia Hindú del Punjab, después de la Partición de India en 1947.
Así emergió la idea de crear una nueva urbe con principios rejuvenecidos que dictaran un modelo de libertad y democracia escindidos de toda supremacía colonial.
El plan maestro urbano propuesto inicialmente por Albert Mayer y Mathew Nowicki y posteriormente re-planteado por Le Corbusier – asociado con Pierre Jeanneret y los arquitectos ingleses Maxwell Fry y Jane Drew-, marcó en 1951 el inicio del primer acercamiento de lo que sería uno de los proyectos urbanos y arquitectónicos más representativos del modernismo. Un planteamiento que también extendía la posibilidad de sembrar de nuevo un pensamiento occidental, en esta ocasión el de la vanguardia Europea, con el que muchos no se sentían identificados.
Entre tanto, la migración, a raíz de la partición, generó una gran falta de identidad en muchos hindúes y sikhs que viajaron desde Pakistán hacia India tratando de establecer un nuevo lugar. Nek Chand inmigró con su familia y es en esa misma década en la que se dio a conocer el edicto urbano de Chandigarh, en el que en sus ratos libres decidió empezar a construir un lugar alejado de todo aquello que los modernistas europeos habían propuesto, un lugar lo suficientemente apartado para no ser visto ya que el sitio que eligió Chand era un área de preservación que flanqueaba por un lado al complejo gubernamental más importante de la ciudad, el Sector 1, el de la sede que representaría al sistema demócrata que tanto se buscaba y que por la misma definición del plan maestro debía de permanecer como una superficie aislada sin colindancias inmediatas construidas.
Nek Chand comenzó a reunir fósiles de las montañas de Shivalik y materiales de desperdicio de la zona como pedacería de cerámica, metal y barro y, de manera ilícita, inició la creación de un Jardín de Piedra fortificado. La manifestación artística de Chand puede recordar al arte naïve de Ferdinand Cheval con su Palais Idéal en Francia, no únicamente por el sentido lúdico con el que explora el espacio construido sino por la alienación que el lugar, en primera instancia, podría transmitir. Pero hay mucho por discutir respecto a esta condición en el trabajo de Chand; la entrada fortificada con cilindros de concreto te desatiende por completo de la Chandigarh modernista que está tan sólo a unos metros de distancia. El recorrido advierte desde un inicio la compresión y liberación de espacios con la que Chand atiende en un sentido fenomenológico al lugar. Es difícil afirmar que fue fortuita la decisión que tomó al interconectar los espacios abiertos y emplazar cada una de las cientas de esculturas hechas a mano que te escoltan a lo largo del camino en el que domina una condición sorpresiva. Chand utilizó una mezcla de elementos del sitio, como cemento y arena, para construir los muros en los que su acabado final fue la múltiple pedacería. La materialidad corresponde al sitio y confirma la identidad del lugar que tanto buscaba.
No obstante, Nek Chand, como si hubiera estado mirando desde lejos, parece resignificar el concepto de promenade architecturale tan reiterado en la obra de Le Corbusier. Esto es, el desarrollo de la idea de que el espacio únicamente se puede crear a través del movimiento bajo secuencias de circulación y en relación a vistas construidas, remates y experiencias. Esto parece revelar el principio del genius loci en su jardín escultórico, extendido en más de ocho hectáreas. Chand reinventa, seguramente en un acto automatizado, su propio promenade architecturale, muy cerca de lo que imponía la vanguardia y muy alejado de lo que planteaban las reglas.
Según el diccionario Metápolis: “Todo proyecto tiene que ser una crítica de las convenciones, y un acto de impostura; también de incomodidad (…) El pensar siempre será un acto de indisciplina, y porque así es debido (…) Proyectar tiene que ver con esto.” [1]
El jardín de Nek Chand estuvo en peligro de demolición una vez descubierto por las autoridades en 1975. Ocho años después se inauguró oficialmente como un parque público y hasta el día de hoy el gobierno apoya su conservación.
Jagdish Sagar [2] menciona que la mayoría de los habitantes de Chandigarh no estaban preparados para entender la manera en que se planteó el plan maestro de la ciudad. Los habitantes se identificaban más con el Jardín de Piedra de Nek Chand y fue más apreciado por ellos que cualquier edificio construido por Le Corbusier. Chand reconstruye a su gente anticipando uno de los lugares que después de casi veinticinco años sería de los más importantes de la ciudad.
Así, Nek Chand propuso una idea y no un objeto terminado ya que “lo inacabado no requiere de un orden anterior al cual referirse o enfrentarse”. [3] Chand logró que el espacio sea creado por el que va peregrinando en su jardín, logrando que el que visita establezca su propio discurso entre espacio y tiempo. ¿Que no es esta la condición tan inherente y compleja de lograr el buen diseño de espacio público?
[1] Gausa, Manuel y Cols., Diccionario Metápolis de arquitectura avanzada, Barcelona: ACTAR, 2002, p. 325.
[2] Khan, Hasan-Uddin, Beinart, Julian y Correa, Charles Chandigarh and the modern city, India: Mapin, 2009, p. 82.
[3] Gausa, op.cit., p. 324.
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