La materia prima son los libros
portavoz - 01/03/2012
Por José de la O - 14/10/2014
Mi experiencia como profesor de Diseño es bastante limitada. Llevo apenas dos meses dando Diseño Industrial 1 en la Universidad Iberoamericana, la primera asignatura en la carrera donde los chicos tienen su primera experiencia en un proyecto de Diseño.
Antes de eso, había dado un par de workshops en el Tec y en la Ibero, y una que otra clase como profesor invitado en el Design Academy Eindhoven, además de un semestre en una escuela privada de diseño en la Ciudad de Xalapa a alumnos cursando un semestre antes de hacer la tesis. Pero nunca me había enfrentado a enseñar diseño a personas que no saben nada de diseño. Esta situación es bastante irónica porque hace 13 años estuve ahí en la misma Universidad pero como alumno, a punto de arrancar una larga aventura que, hasta el día de hoy, todavía no acaba.
La función de cualquier profesor de Diseño 1 (no sé cómo se llama en la universidad a la que fuiste) es ser una especie de filtro, haciendo que los alumnos tengan la experiencia, en carne propia, de este nuevo estilo de vida que acaban de escoger: el de Diseñador.
Recuerdo que a mi profesora de Diseño 1 le decían Coqui, aunque no me acuerdo de su nombre de pila. Y la manera en que Coqui lo hacía era simple, directa y brutal. No se tocaba el corazón al darte feedback de tu trabajo, al cual le habías invertido previamente tantas horas de la noche, incontables cigarros y litros de café (en esa época no había Redbull). Con un solo comentario, Coqui podía desmoronar tu propuesta y por consiguiente, tu moral y tu ego.
En ese momento, el plan de estudios era bastante diferente al que existe ahora. Al departamento le interesaba mucho que pudieras expresar adjetivos (los ejercicios se trataban de composiciones abstractas que expresaran “Entrando” y “Frío”, por ejemplo), sin que nada fuera literal. Es por esto que la mayoría de los resultados de estos ejercicios eran “composiciones tridimensionales”: pequeñas esculturas bastante mediocres que no tenían, literalmente, ningún uso. Y cómo me costaba trabajo hacer todo eso.
Para ser sincero, cuando me metí a Diseño Industrial (como cambio de la carrera de Administración), no sabía muy bien qué era lo que me esperaba. Desde ese momento no habría exámenes en los que memorizar algo te aseguraría un 10. En su lugar habían entregas en las que rara vez sabías qué iba a pasar, y cuando te dabas cuenta ya eran las 12:00 a.m. y tenías que volver a hacer todo otra vez. Diseño 1 era más un bootcamp y Coqui el general, como el de Full Metal Jacket.
Mi cuarto se convirtió en taller, mi coche en bodega y todos mis pantalones en trapo de limpieza. Conforme el semestre avanzaba, escuchaba más la hora nacional, tenía más pintura entre las uñas y mi cuarto olía cada vez más a laca automotiva de Comex (hasta la fecha, cada vez que huelo la pintura de Comex en lata, me transporto a esas noches de desesperación un día antes de la entrega).
Y esta metamorfosis no sólo me costó trabajo a mi sino a mi familia. Por supuesto que ellos no entendían que mi carrera era diferente. No entendían el concepto de que no sabía “cuándo iba a acabar mi tarea” o que simplemente “no me podía ir a dormir”. Recuerdo que esta tensión llegó a un punto bastante interesante cuando Coqui nos dejó un proyecto que teníamos que entregar justo regresando de Semana Santa. Mi familia había planeado un viaje a Oaxaca, toda la semana para llevar a pasear a unos amigos de Alemania y yo tenía que estar ahí. No había pretextos. Y fue horrible. Al llegar al DF tenía medio día de domingo para hacer una entrega para la que necesitas toda una semana, y en domingo de Resurrección cuando no había nada abierto. Ni la Comex ni nada. (antes no había Home Depot). Al final, reprobé ese ejercicio y consecuentemente el semestre. Eso sí, al siguiente semestre volví a meter Diseño 1 y otra vez con Coqui (no por masoquista, sino porque no había otro horario o grupo) y saqué 10.
Ahora que ya estoy del otro lado del escritorio, me acuerdo de lo que me gustó, de lo que no me gustó y de todo lo que sufrí como un novel estudiante de diseño. Y más que venganza, lo que quiero es compartir lo que me encanta del Diseño, más que ser un filtro o un bootcamp. Un amigo cercano me dijo una vez “Se el maestro que siempre quisiste tener” y bueno, creo que es lo que estoy tratando de hacer.
A ver a cuántos chicos traumo este semestre….
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