De manera constante aparecen nuevas plataformas que nos permiten hacer cosas que antes no hacíamos. Sobretodo si hablamos de cómo transferimos información. Si nadie hubiera inventado la escritura, las sociedades no hubieran podido “almacenar” sabiduría y cada generación tendría que empezar de cero, teniendo como única referencia a la historia por medio de la memoria de las personas que la narraban verbalmente (está comprobado que nuestra memoria no funciona como el disco duro de una computadora, donde la información se almacena de manera intacta, sino que la información que almacena nuestra memoria evoluciona según pasa el tiempo).
Cientos de años más tarde, Johannes Gutenberg inventó la imprenta de tipos móviles, la cual replicaba conocimiento de manera más rápida y económica, haciéndola más accesible a todos los sectores de la sociedad y, como consecuencia, tuvimos sucesos históricos como El Renacimiento, La Reforma, El Siglo de las Luces y La Revolución Científica. Ya que podíamos almacenar conocimiento, la humanidad se dio a la tarea de descubrir cómo transportarla mas rápido. Llegó el Telégrafo e incluso se inventó un nuevo lenguaje (Código Morse) para utilizar esta nueva tecnología que podía transportar información a través de kilómetros en segundos.
Cosas tan simples que ahora damos por sentado, han hecho que el desarrollo de la sociedad sea cada ves mas rápido. Desde la creación del papel de pulpa de madera, que hizo de la escritura algo barato y accesible para todas las personas, hasta los teléfonos celulares que ayudan a países en África a utilizar tiempo aire como moneda. Y ni se diga nada del Wireless y el 3G, donde vemos modelos económicos nunca antes vistos, como todos los servicios que existen a través de las Apps.
Todos estos adelantos tecnológicos no sólo nos ayuda a estar cada ves más comunicados, sino a descubrir e intercambiar conocimiento. Y de paso, estas tecnologías le da forma a la manera en cómo nos comportamos. Crean plataformas que el usuario utiliza muchas veces de maneras inesperadas y sorprendentes. Muchos padres se desesperaban al ver que sus hijos adolescentes preferían interactuar con sus amigos a través de mensajes de texto, y para otros era bastante incómodo pensar que sus hijos de 10 años ya debieran de tener su propio teléfono celular.
Por otro lado, las nuevas plataformas pueden decir mucho de lo que las nuevas generaciones desean de sus aplicaciones. Nadie pensó el éxito de Snapchat, una app de foto-mensajes que se distingue por no almacenar nada de la información que se intercambia. Muy diferente a la tendencia generada por Facebook, donde se almacena toda tu información, para siempre, inclusive después de la muerte…
http://computer.howstuffworks.com/social-networking-death1.htm
Es normal que se critique la manera en que las generaciones más jóvenes interactúan con la tecnología. Hasta el mismo Sócrates, el gran filósofo, estaba en contra de la escritura porque según él “destruía la memoria, debilitando la mente, liberándola del trabajo que le da fortaleza…” Y bueno, creo que Sócrates estaría sorprendido de cómo hemos evolucionado con nuestros cerebros perezosos y sin memoria.
La tecnología no nos hace menos humanos, al contrario, aumenta nuestra verdadera naturaleza.
Y nosotros los diseñadores, que tenemos una profesión que nos demanda siempre estar entendiendo nuevas plataformas tecnológicas, cada vez que nos saque de onda alguna plataforma o herramienta tecnológica, que no se nos olvide que en verdad se debe al mensaje, mas no el mensajero.
Fotografía: Marion Kotlarski