Obra en Obra: experimentar y colaborar
Jimena Hogrebe - 20/09/2016
Por Sebastián Lara - 24/10/2013
Partiendo de esta frase de Woody Allen, pienso que el trabajo entra en lo más profundo de nuestra vida y es precisamente esta invasión la que hace íntimo y propio lo que hacemos.
El trabajo transforma la vida de quien ejecuta una labor específica. El ingeniero vive y piensa como ingeniero; el fotógrafo ve de una manera diferente todo lo que le rodea; un médico entiende la salud en términos distintos al resto de la gente. Me parece que en nuestra disciplina esta “invasión” es de lo más rico. Ser diseñador o creativo te obliga a entender las cosas de manera particular, a abordar los problemas desde diferentes ángulos y a recolectar inspiración en cualquier parte y por cualquier medio.
Pero, ¿puede ser alguien un “diseñador” si no diseña? la respuesta por supuesto es NO. Es como si un corredor que pretendiera ganar una medalla olímpica no entrenara corriendo a diario. Pues, por simple que parezca esta analogía, muchos de los recién egresados de las facultades se confunden pensando que por haber obtenido el título universitario, milagrosamente se convierten en lo que dice el documento.
Sin embargo, en ésta, como en cualquier otra disciplina las “horas de vuelo” son lo más importante. Dicen que se requieren 10,000 horas de práctica para convertirse en experto, y que desde luego no hay manera de que una persona sin talento pueda llegar a ser un virtuoso del violín, pero que el talento no lo es todo. Se requieren conocimiento y habilidad. El conocimiento se adquiere por el estudio y la habilidad solamente se puede adquirir practicando. Como decía el fotógrafo francés Henri Cartier “tus primeras 10,000 fotos serán tus peores fotos”. Estas analogías que casualmente coinciden en número, no se refieren a que la fotografía 10,001 será una de tus mejores ni tampoco a que en la hora 9,999 de trabajo aún no eres un experto; sino que todo se sintetiza en el trabajo y en la práctica.
No sé si es por la facilidad con la que las nuevas generaciones de diseñadores obtuvieron la información o por la rapidez con la que se vive todo. Pero me parece que muchos de los nuevos colegas le están dando más importancia al SER sin el HACER, pero sólo se ES haciendo. Creo que hay una gran confusión en esto. El ser diseñador solamente se logra produciendo diseño y trabajando. En diseño no se trata de llegar primero sino de resistir los embates, fracasar muchas veces y aguantar el paso para llegar a donde uno quiere. No se trata de diseñar algo, compartirlo en las redes sociales y sentarse a ver cómo reaccionan ante él con “likes”, sino de seguir produciendo todos los días. La oxidación por falta de uso desgasta mucho más las herramientas que el propio trabajo.
Por otro lado, se tiene la idea equivocada de que el diseño mexicano es una cosa nueva y que se está inventando un estilo único. Sin embargo, creo que hay una desigualdad de condiciones y de herramientas con respecto a las generaciones de diseñadores que nos precedieron y que tuvieron que abrir el camino que ahora transitamos, educando clientes, trabajando y echando mano de los recursos que tenían. Hay que entender que no había internet, cámaras digitales, mail, ni mucho menos una manera portátil de compartir su trabajo desde un aparato que cabe en el bolsillo. Y lo único que les quedaba era trabajar duro y producir.
Y no me refiero a que no se usen las herramientas de promoción ni los medios con los que contamos ahora, sino a que la mejor tarjeta de presentación sea tu trabajo y no la promoción que haces de él. Así como Austin Kleon autor de libros como “Show your work” y “Steal like an artist” en el que dice que el “secreto” es: hacer un buen trabajo y compartirlo con los demás. Si no hay un buen contenido no sirve de nada mostrarlo. El filtro debe ser: si es interesante y útil… entonces compártelo.
Creo que la fórmula para arquitectos, diseñadores y creativos es: trabajar duro todos los días hasta convertirte en un experto y en el camino compartir lo que tiene valor y contenido para los demás, sin perder de vista que la práctica hace al maestro y el camino se hace andando.