Sí hay, ¡Y bien!
Sebastián Lara - 26/11/2013
Por María José Chávez - 03/10/2018
La angustia por la felicidad es quizás la paradoja que más representa al espíritu de nuestro tiempo. Un tiempo por demás inaprensible y sin embargo siempre monetizable; cada decisión cuenta, time is money o al menos eso dicen. Y aunque las horas de divagante scrolleo se traducen en ganancia para algunos y en pérdida para otros, lo innegable es que (casi) todos queremos una cosa: ser felices.
El AGI Open México 2018 se vivió como una reunión de amigos que se encuentran para compartirse lo mejor de sus vidas, en este caso, el amor por el diseño. Como en toda comunidad, las personalidades y búsquedas de cada integrante variaron y dejaron ver la heterogeneidad que supone desempeñarse en este quehacer. Para una persona cuya profesión tiene poco o nada que ver con el diseño gráfico, asistir a esta conferencia puede resultar tan alentador como lo es para la comunidad estudiantil a quien va dirigido el evento.
Algunas de las presentaciones fueron más bien paseos por los portafolios de cada ponente, pero más allá del diseño per se, lo que este encuentro desplegó fue una serie de formas de habitar el mundo, esto es, de tomar postura frente a él. La práctica de Alexander Jordan -discípulo de Josehp Beuys-, para quien la pluma es un cuchillo, se ha desarrollado a partir de la premisa de hacer del mundo un lugar mejor, proposición que surgió de un momento en el que este estaba rotundamente dividido entre capitalismo y comunismo. Sus palabras se sostienen hasta este momento al recordarnos con pertinencia la importancia de saber por qué hacemos las cosas en vez de simplemente emprender proyectos; el diseño se vive así como un acto comprometido y consciente de solidaridad y lucha donde la expresión del grafismo pretende generar cambios en la sociedad. ¿Qué puede ser más urgente que esto?
Es verdad que seguimos en guerra, pero a pesar de ello la pluma como cuchillo no es la única manera de ser combativo; el cuchillo también puede llegar a tomar la forma de un brincolín inflable extraterrestre. Tin & Ed trabajan en los entrecruces trabajo/juego-diseño/arte y la forma en que lo hacen sintetiza su postura frente a la vida. Para ellos “abrazar la diferencia y permanecer abierto es ya una declaración política” ya que, dado el actual estado de negatividad en el mundo, divertirse es una forma de equilibrar la balanza. Y es que encontrar lo que te emociona y dejar que eso conduzca tu trabajo, como aconsejaron durante su conferencia, es tan válido y auténtico como salir a tomar las calles inundadas de rabia (está de más decir que una cosa no excluye a la otra).
Comprométete con las causas urgentes, vuélcate sobre la imaginación del futuro y sus texturas, invierte tu dinero en hacer libros que nadie va a comprar pero hazlo con gusto y por amor. No suena sencillo en realidad pero esto es lo que los miembros de la AGI parecen estar haciendo, como Selva Hernández quien, nacida en una familia de libreros, fundó Ediciones Acapulco movida por la idea del libro como objeto y con la intención de hacer tirajes pequeños de libros que de otra forma no serían publicados. Y aunque el primer punto con el que inició esta editorial –“Permitir publicar a quien así lo desee”– terminó por demostrarse poco rentable, lo cual les llevó a reorganizar un poco sus ediciones destinando algunos proyectos a la Riso, hoy por hoy son un referente más que destacado en el arte de la imprenta y el diseño editorial en México.
Una cosa es clara, tenemos mucho que aprender de aquellas personas que pueden pararse frente a una audiencia para compartir su ocu-pasión, y tal vez de esto vaya un poco eso de ser feliz.
Fotografía: María José Chávez
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