Ya sé que no aplauden
Marcos Betanzos - 04/02/2015
Por Zaira Espíritu - 12/10/2017
Curaduría de proyectos vivos es también el título de la sesión-taller a la que asistí en Casa Vecina, proyecto cultural nacido en 2005 y una de las sedes de la Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México. En dicha sesión parte del equipo curatorial conformado por Valeria Caballero Aguilar, Aisa Serrano y Helena Braunštajn (también Coordinadora General de Casa Vecina) compartieron con los participantes la postura, búsquedas y forma de operar de este equipo respecto a la curaduría.
Los conceptos se van llenando de sentido a través de las prácticas que los acompañan y los dotan de vida. Dentro de lo que a grandes rasgos podemos nombrar como campo del arte, la noción de curaduría es uno de esos conceptos hoy ampliamente utilizados sobre los que creo se debate, reflexiona y analiza tanto porque denomina un conjunto de acciones, agentes, sujetos, relaciones y creencias que aún están ocurriendo y en torno a los y las cuales hay quizá más incertidumbres y búsquedas que certezas.
Al ser la curaduría una noción aún en construcción, en tanto que concepto vivo otorga la posibilidad de pensar en su sentido y significado a través del conocimiento sobre aquello que mueve a los diferentes proyectos curatoriales. Ello implica pasar de la pregunta ¿qué es la curaduría?, para dar cabida a la reflexión sobre las distintas formas de concebir, operar y experimentar la curaduría.
Ante la imposibilidad de construir una única definición, nos queda entender y aproximarnos a la curaduría desde el hacer de distintos agentes, sujetos, instancias e instituciones. Conocer diferentes proyectos curatoriales cuestiona y amplifica los límites y posibilidades del campo de acción asociado a este concepto. Entendida así, en la práctica curatorial no podemos hablar de un único modelo al que todos los proyectos artístico-creativos se tienen que supeditar, sino que conlleva, por un lado, conocer a fondo y explorar diferentes proyectos, su forma de operar e implicaciones, y por otro, tener una mayor claridad respecto al sentido, motor y búsquedas que mueven a las propuestas artísticas con el propósito de que estas puedan desarrollarse, dialogar y generar relaciones significativas con proyectos curatoriales congruentes con su perspectiva artística, creativa, sociocultural y afectiva.
La Casa Vecina
Desde este impulso por conocer distintas maneras de hacer curaduría, entendida como la suma de diversos ejercicios desde los que se expresa una postura frente a la manera de relacionarse con los artistas, la producción creadora y el mismo arte, es que desde hace ya varios meses me interesó conocer más sobre la forma de trabajo del espacio cultural Casa Vecina. En principio, lo que llamó mi atención hacia los proyectos desarrollados desde y por este espacio fue su carácter interdisciplinario pues colaboran con gestores culturales, científicos, artistas, académicos, jóvenes, activistas, entre otros. Asimismo me interesó su constante trabajo en el espacio público; el que cada uno de los proyectos busque ser activado por diferentes agentes y comunidades a través de acciones diversas, y el hecho de que destaquen no tanto los nombres de artistas, sino el sentido de los proyectos y estos como el resultado de una suma de intercambios y colaboraciones que, si bien son coordinados por un colectivo, artista o “ente creativo” con el apoyo del equipo de Casa Vecina, siempre ponen el acento en las búsquedas y vínculos comunitarios detonados por las distintas propuestas.
Dado que los proyectos que se desarrollan en Casa Vecina son tan diversos como quienes los proponen y sus búsquedas particulares, a partir de este espacio se han suscitado acciones muy diferentes, desde un taller para la construcción colectiva de un jardín de sábilas y plantas hermanas (Escuchas en el jardín), hasta cursos de museografía, caminatas por la ciudad guiadas por ciegos, sesiones colectivas de baile, golpear un bloque de concreto, hacer fanzines, orquestar alguna exposición, generar charlas sobre el tiempo libre en un mercado, entre otras muchas y variadas cosas. En un primer acercamiento a este mar de posibilidades puede que de primera instancia resulte un tanto complejo comprender desde afuera qué se hace exactamente en este espacio: ¿organizan exposiciones?, ¿funcionan como galería?, ¿son un pequeño museo en el Centro Histórico de la Ciudad de México?, ¿venden obras de arte? La respuesta es no a todas las anteriores. De hecho uno comprende mejor el trabajo de Casa Vecina cuando se implica en alguna de las actividades vinculadas a sus programas: Residencia Cultural, Mociones: seminarios de producción artística y Cuidados Domésticos. Al haberme implicado en su hacer puedo decir que para mí este es un espacio de búsqueda y exploración creativa en el que el equipo, a través de su trabajo curatorial, opera como un mediador entre artistas o “entes” creativos (como los llama Valeria Caballero Aguilar), la institución y diversos agentes. Por otra parte, Casa Vecina se describe a sí misma como:
[…] un espacio que se genera a partir de experimentación, investigación y producción de obras, pensamiento y acciones, que atienden los temas relevantes de nuestro tiempo. Sus líneas de trabajo ponen especial énfasis en la construcción de vínculos comunitarios, su diversificación y enriquecimiento a través de creación de diálogos artísticos, conocimientos, afectos y reciprocidades culturales e interdisciplinarias.[1]
Hacer, nombrar, reflexionar, nombrar, hacer
La práctica curatorial en Casa Vecina está guiada en gran medida por un constante diálogo entre el hacer y el nombrar o definir lo que se hace, por la reflexión desde y en torno a la creación, la correspondencia y tensiones entre la dimensión teórica y la acción creadora. Mi aproximación a su forma de entender y llevar a cabo su proyecto curatorial, como dije antes, se dio desde el hacer, y fue así que pude ver una forma de trabajo horizontal, respetuosa e incluyente.
En cuanto a los proyectos que apoyan, la mayor parte son propuestas en desarrollo, no se centran en obras u objetos terminados, sino en proyectos guiados por un tema o motor que busca detonar encuentros, reflexiones y preguntas, a través de acciones, activaciones y/o producciones diversas. Las propuestas con las que trabaja este equipo están ocurriendo, están vivas, por ello mutan y a través de constantes charlas entre el equipo y los artistas se analizan, reflexionan, modifican, debaten, cuestionan y enriquecen. En resumen, trabajan con propuestas a las que denominaron “Proyectos vivos”.
Sin embargo, todo hacer también requiere de un espacio para la reflexión y socialización con el fin de no caer en el vacío o sinsentido. No obstante, la reflexión, teorización o aproximación a un concepto en correspondencia con su compresión, no solo desde lo intelectual sino desde la experiencia, lo dota de un mayor significado y congruencia. Analizar, definir y pensar sobre el hacer también es una actividad fundamental en Casa Vecina, parte de sus programas están enfocados en la investigación y generan seminarios, espacios y/o estrategias para abordar críticamente diferentes temáticas. Pero, respecto a lo que nos ocupa en este texto, me interesó de manera especial participar en la sesión-taller Curaduría de proyectos vivos, la cual me permitió acercarme a una forma de hacer curaduría desde un lugar más empático, afectivo y horizontal en el marco de una estructura institucional.
Curaduría: herramienta y estrategia
Curaduría de proyectos vivos se realizó el 13 de septiembre de 2017 en la sede de Casa Vecina ubicada en el 1er Callejón de Mesones no. 7 en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Esta charla-taller impartida por Aisa Serrano y Valeria Caballero Aguilar correspondió a una de las sesiones de Caja de Herramientas, actividad que forma parte del programa Mociones cuyo objetivo es compartir conocimientos teóricos y prácticos sobre la creación, desarrollo y producción de proyectos culturales y creativos con todos aquellos interesados en generar una propuesta. Dicha actividad consiste en realizar cuatro sesiones con invitados especialistas en diversos temas.
En la sesión a la que asistí, parte del equipo curatorial compartió con los asistentes cómo se aproximan a la curaduría desde sus prácticas y dan sentido a este concepto que parece desgastarse. ¿Cómo entiende la curaduría este equipo?, en principio eso, no tienen un curador en jefe, sino que se conciben como un equipo que toma decisiones de forma colectiva, y para el cual actuar de manera ética y respetar el trabajo del creador(es) es fundamental. Se acercan al trabajo curatorial como una práctica de mediación entre el artista(s) y la institución, práctiva en la que no solo se trabaja con la obra y los artistas, sino con subjetividades diversas.
Su trabajo curatorial se concentra además en el desarrollo de Proyectos Vivos, pero ¿a qué propuestas denominan así? Especialmente a aquellos procesos creativos que están en producción y desarrollo en el presente. Proyecto Vivo es aquel en estado de producción en el que -si bien está guiado por un tema, plan, idea o discurso- todo está por hacerse, por ocurrir. Es un proyecto en el que a través del proceso de ir construyendo, se indaga y se pone el acento en las relaciones y hallazgos que este va generando. Los proyectos vivos no solo trabajan con obra, sino con personas, con las relaciones humanas y creativas. Son proyectos que requieren herramientas curatoriales como la flexibilidad, capacidad de negociación con los otros y con uno mismo, no caer en la tentación de resolverle la obra a los artistas, capacidad para mediar conflictos, intuición, visión, proyección, organización y tolerancia a la frustración.
Para el equipo de curatorial de Casa Vecina, su trabajo comprende distintos planos como realizar investigación, generar sentido y construir discursos, mediar la relación con las áreas institucionales, prevenir obstáculos en el desarrollo de los proyectos, complejizar la mirada del artista con el fin de que el desarrollo del proyecto llegue al punto más interesante posible, aterrizar ideas y acciones, brindar contención a los creadores, acompañar y apoyar en la producción, otorgar retroalimentación y crítica.
Para este equipo, integrado por tres mujeres, la manera en que se concibe, desde dónde se opera y lo que se busca a través de determinadas acciones y decisiones curatoriales nos pone frente a la pregunta ¿cómo y qué relaciones generamos o deseamos generar a través de los proyectos que desarrollamos y quién(es) nos acompaña en este proceso? Y dado que para ellas “no todo son ejercicios del poder en la curaduría”, nos compartieron en su presentación una lista de herramientas para los artistas que, desde la forma particular en la que trabajan en Casa Vecina, les han permitido establecer diálogos y colaboraciones más claras con los creadores para el mejor desarrollo de sus proyectos.
En relación con la curaduría, herramientas para lxs artistas:
La aproximación del equipo de Casa Vecina a la curaduría obviamente no es una regla, no es un manual, pero es otra posibilidad. Como escribí al inicio de este texto, los conceptos se llenan de sentido con las prácticas, no voy a analizar aquí el porqué muchos de los asistentes al inicio de la sesión-taller asociaron el concepto de curaduría-curador con ideas como exclusión, legitimación, poder, élite, u otras como investigación, selección, concepto, discurso, el que escribe el texto de sala… Pero gracias a la construcción de conocimiento sobre otras prácticas curatoriales es que también es posible hablar de ellas como espacios de mediación, negociación y colaboración, y del curador como un interconector, como un generador de relaciones.