Yves Klein: Los restos de la acción

Por - 05/09/2017

“El cuerpo es el dato fundamental. El placer, el sufrimiento, la muerte, la enfermedad (…) el arte corporal no es en ningún caso una nueva receta artística destinada a inscribirse tranquilamente en una Historia del arte que ha fracasado. El arte corporal es exclusivo, arrogante, intransigente. No mantiene ninguna relación con ninguna forma artística si no es de entrada declarada sociológica o crítica. El arte corporal derriba, rechaza y niega la totalidad de antiguos valores escépticos y morales inherentes a la práctica artística, ya que aquí la fuerza del discurso debe reemplazar cualquier otro supuesto del arte “

Francois Pluchart

 

Hace apenas unos días, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo abrió una de las muestras más completas que tendrán lugar en ese recinto dentro de este año. La exposición es una retrospectiva del arte (vida y temas) del influyente artista francés Yves Klein, una muestra homónima que anteriormente ha sido exhibida en Buenos Aires, Argentina, y que llegó en agosto a nuestro país.

Klein es sin lugar a dudas uno de los artistas más importantes del siglo XX, y al decir esto no recurrimos al lugar común, sino que lo entendemos como uno de los pioneros del performance y el body art. Klein fue miembro de una generación dispuesta a romper esquemas en cuanto a materiales y supuestos en torno a la labor artística, una generación entre cuyos nombres figuran gigantes de la talla de Piero Manzonni o Joseph Beuys.

Él y otros artistas comenzaron a preguntarse si la figura de un creador de arte se limitaba a un personaje encerrado en su estudio con la brocha o el cincel en la mano, y descubrieron que la vida misma, el tiempo y la experiencia corporal eran también parte de una nueva materia artística que irónicamente comenzaría a desmaterializar al objeto artístico.

Yves Klein también ha sido un artista duramente criticado por la aparente superficialidad de sus obras, por atreverse a patentar un color azul bajo su nombre, y cuya utilización se convertiría en una de las insignias de su trabajo, además de que se ha dicho que el trato dado a sus modelos podría leerse como sexista (generalmente en lecturas muy posteriores al contexto del autor), y aunque podríamos integrar con cautela cada una de estas cualidades negativas a su obra, lo cierto es que no desaparecería o se volvería menor su herencia al arte contemporáneo.

Uno de los temas más arraigados al trabajo del francés es la llamada preocupación por el cuerpo humano,  misma en la que se comprende lo corporal ya no solo como un vehículo de destreza motriz (en la acción de pintar o esculpir), sino como el depositario máximo de la experiencia humana, del ritual del arte y la vida misma.

Un ejemplo de lo anterior son sus hoy célebres Antropometrías, que suelen pensarse como una serie de pinturas hechas con un pincel/cuerpo, y que realmente solo constituyen un registro de las acciones celebradas durante un evento especifico, en este caso, modelos arrastrándose y restregando sus cuerpos cubiertos de Azul Klein Internacional (IKB por sus siglas en inglés) mientras una modesta orquesta interpretaba durante diez minutos la “Sinfonía monótona”, obra compuesta con una sola nota como base.

Esta obra nos muestra que Klein no solo se preocupó por el producto de estas acciones (los pliegos con los cuerpos estampados) sino que existió una importancia central en la experiencia de llevar esto a cabo, con el artista dirigiendo, las modelos siguiendo las instrucciones, y espectadores impávidos observando esta suerte de danza pictórica mientras escuchaban la música. No es gratuito que al final de la primera de estas acciones se realizara un debate en torno a la función y el mito del ritual en el arte.

Yves no solo creó estas icónicas obras, sino que experimentó hasta su temprana muerte con elementos como el color, el fuego, el tiempo y el espacio. No en vano su famosa primera muestra es ejemplar para el arte contemporáneo por presentar una galería totalmente vacía (una idea totalmente impensable para antes de 1960) y suscitar un acalorado escándalo y debate en los círculos artísticos parisinos de aquel momento. La obra de Klein fue más allá de los objetos o “productos específicos”, por primera vez en la Historia del arte importó el proceso y el momento, el cuerpo y la materia.

Si bien estas obras son apenas guiños hacia lo corporal o lo inmaterial en comparación con el trabajo de artistas  posteriores a él (Chris Burden, Vito Acconci, Herman Nitsch), es correcto afirmar que sin las aportaciones de Klein nada de esto hubiera sido igual, puesto que con él nace una generación de artistas que piensan el arte más allá del objeto y comienzan a ubicarlo como un acto o una faceta de la vida.

La retrospectiva mostrada por el MUAC nos muestra más de setenta obras que incluyen ejemplos de las series realizadas en color azul, pero que también ahondan en los métodos del artista, ejemplos de sus famosas series de fuego y un importante número de acciones artísticas que fueron grabadas como registro de lo que el autor ejecutaba para llegar a sus “cuadros” y murales.

 

La muestra permanecerá abierta hasta el 18 de enero del 2018.

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