0.3 Conocimiento en expansión
En octubre 2013 serán diez años que tengo la oportunidad de enseñar arquitectura. Ciertamente arquitectura como práctica es difícil de definir. Y es que la arquitectura a través de los años ha jugado un papel ambivalente entre el arte y la ciencia. De hecho son contados los casos donde ambas se combinan de forma magistral. Diez años son pocos si se trata de compartir experiencia y sobre todo, pocos, si se trata de definir los parámetros que puedan integrar una docencia eficiente. Tampoco considero deban existir, la educación debe ser libre. Lo que considero, por el contrario, son las actitudes que de forma evolutiva y consecuente se van generando con el paso de los años. Esta serie de actitudes frente al reto de enseñar es lo que me dejan estos años de enseñanza, experimentadas a través de diversas áreas en la arquitectura y sobre todo, en la transición del uso de métodos tradicionales hacia métodos más tecnológicos e innovativos. En el uso de la información como circunstancia creadora de todo proyecto, con el fin ultimo de hacerla accesible, entendible y digerible para cada individuo.
Esto, es siempre un reto.
A través de estas líneas deseo compartir ciertas actitudes, que a lo largo de estos años me han permitido mantener una constante evolución y sobre todo pasión por lo que considero un arte: el de enseñar. En una década he conocido casi mil alumnos provenientes de 50 países de culturas diversas, recorrido cuatro continentes, y me he trasladado a más de 10 países con el fin único de enseñar. Y a través de más de 20 escuelas técnicas, institutos o facultades artísticas, he identificado patrones similares de enseñanza, métodos ortodoxos y he presenciado una evolución en la forma de enseñar, evaluar y de interactuar, tanto con el profesorado como con los alumnos. Aunque no tienen un orden jerárquica, estas actitudes, las presento de forma lineal, más deben entenderse de forma cíclica donde una informa a la otra y evoluciona hasta adquirir una ‘perfecta integración’ en el inicio de un proyecto hasta el éxito en la culminación del mismo.
La primera actitud que considero debe existir por naturaleza es el “reto” mismo de enseñar. Al iniciar un curso, cualquiera que sea debe existir un reto mutuo, tanto para el profesor como para el alumno. Este, es quizá la única circunstancia que debe existir para un inicio prometedor. Sin retos el interés no existe y por tanto no existe evolución en el conocimiento. Para iniciar con todo proyecto se debería plantear una serie de palabras o documentos que suministren tanto al profesor como al alumno de qué se está hablando. Sin un “conocimiento básico” puede resultar difícil seguir el desarrollo de un curso. Pero para que exista este conocimiento básico, el profesor debe comprometerse en conocer las deficiencias e intereses de conocimiento en cada individuo. Esto permitirá crear un escenario personalizado.
La tercera actitud que considero necesario para ambos casos es el de “amplificar” al máximo, el talento del otro. Si se tiene hambre de una expansión por el conocimiento; radica un reto constante el hecho de conocer siempre más sobre el alumno o profesor. Un camino, sin embargo, es la mutua “confianza”. En la mayoría de los casos no existe. Sin embargo cuando ésta se da, por consecuencia suceden resultados trascendentales casi inesperados, que tienen una sincronía con la confianza establecida en primer término. Por este motivo, a veces parecería que al que le va mejor en la clase, es el que consecuentemente se lleva mejor con el profesor. Esto también tiene otra explicación, la de la confianza. Es fundamental apoyar el trabajo y resultados de forma democrática, con el uso de la “divergencia y el pensamiento crítico”.
Divergencia y pensamiento crítico son los más complejos de lograr. Y no solo porque la mente humana suele pensar de forma similar, sino porque la actitud de identificar las ventajas y desventajas de un resultado o proceso se logra con los años y esta experiencia, en la mayoría de los casos, solo se da con la práctica. Una parte muy crítica y deficiente en la mayoría de nuestros profesores y que se extiende a casi todas las ciencias, disciplinas y arte, es el discurso diferenciado entre guiar al alumno o imponer al alumno. Existe una línea muy delgada entre el hacer y deshacer, y es que la primera construye pensamiento y la segunda lo destruye construyendo en el individuo de forma inconsciente el pensamiento propio o estandarizado. La educación no es una industria y mucho menos una receta de cocina. La educación es una colaboración de circunstancias equitativas que se forman como crecimiento de conocimiento nuevo, único e irrepetible. O, al menos eso es lo que considero debería de ser. Pero esto último se da cuando de forma autónoma se entiende cada circunstancia o resultado como estrategias de procesos acumulativos. Y cuando además se tiene la capacidad de desintegrar en partes este conocimiento. Esta es una forma de entender un todo.
Una última actitud que considero el alumno debe tener y sobre todo el profesor tiene que fomentar, es el hecho de “terminar un proyecto”, cualquiera que sea. Concluir algo es de lo más complejo que pueda existir. Y sobre todo concluir aquello que pueda ser útil para algo o para alguien. Esto es un reto mayor.
Y es que para mí, después de esta década, creo firmemente que los errores de nuestros estudiantes son una clara consecuencia de nuestras deficiencias como enseñantes. Pero creo también que nuestra dedicación y pasión a través de la comunicación puede despertar nuevas actitudes hacia un camino por la libertad de creación, el pensamiento crítico y la capacidad por un análisis divergente y en evolución.
* Arquitecto, diseñador e investigador científico. Actualmente es profesor visitante de la AA School of Architecture en Londres, Inglaterra, el Institut fuer Architektur und Medien, TUGraz, en Austria y es Coordinador del Programa de Posgrado en la Escuela de arquitectura de la Universidad Anáhuac México Norte. Ha presentado su trabajo e investigaciones en América, Asia, Europa y el Medio-Este, más recientemente en el Banff Center for Creativity en Canadá, La Sapienza Universitá en Roma, Italia, Liegé University en Bélgica, en el Japan Institute of Architects en Tokio, Japón y la EXPO Guadalajara en México. Es jurado-revisor de diferentes congresos científicos, a nivel mundial, enfocados a la innovación a través del diseño computacional. Ha vivido en Austria, España, EUA, México, Inglaterra y actualmente vive en el Norte de Italia.
Mayo 2013, Italia