Anibal Pantoja
- 26/12/2013
Por Héctor Falcón Sarkis - 07/05/2013
Cada vez es más común ver piezas de artistas comisionadas por diversas marcas. A este respecto suele haber dos posiciones: la del público y la del gremio cultural. Como diría Umberto Eco: “apocalípticos e Integrados”, desde quien toma el fenómeno como parte natural hasta puristas que piensan que este tipo de situaciones, comisiones, encargos, etc., contaminan el espíritu artístico.
Para un análisis objetivo del tema debemos entender realmente qué sucede en otras artes, el contexto histórico, y los espacios donde éstas se presentan. En la música, por ejemplo, el hecho de su reproducibilidad y el acceso al material ha vuelto de todos un público mucho más conocedor al mantenerse al tanto de lo que sucede en el sector. Una persona “normal” escucha música todos los días en una variedad de lugares, lo que va generando un público mucho más receptivo a nuevas propuestas, provocando también que el medio se entienda de forma más amplia.
Cuando lo anterior lo relacionamos con las artes visuales, específicamente en museos o galerías, descubrimos que el fenómeno es muy diferente. El público ha evolucionado de manera más lenta y no está en contacto -por lo general- de forma tan cercana con ellas como con la música, es decir, no es un consumidor habitual. Por esta razón la música ha tenido un crecimiento y evolución mucho mayor y hacia diversas direcciones; los integrantes de una banda en una buena cantidad de casos están en rotación y generan proyectos distintos sin que esto sea algo raro y muchos de ellos son eventuales o nacen para presentar un disco, por inquietud, y sin modificar en ningún momento el statement de las bandas a las que pertenecen.
Por tanto, nos parece natural que cuando a alguien relacionado con la música se le hace un encargo o se le pide trabajar para una marca no se traduce en algo que quite el sueño, pero cuando lo transpolamos a las artes visuales a ciertos grupos les llega a “brincar un poco”, comenzando porque el público en general no está tan acostumbrado a acudir a exposiciones o a revisar continuamente el panorama del arte, incluso los profesionales y el gremio cercano al sector no visitan todas las exposiciones disponibles.
Hay que tomar en cuenta que a nivel histórico este fenómeno se remonta muchas décadas y siglos atrás. El arte occidental tal como lo conocemos ha existido en gran medida gracias a los mecenazgos de la corona, la burguesía y la iglesia, y más allá del motor creativo y estético, nos referimos a sustanciosos subsidios aportados para que los artistas siguieran creando.
Un ejemplo claro, y hasta cliché diría yo, es la Capilla Sixtina, un encargo que incluso Miguel Ángel nunca estuvo contento de hacer. Todo el arte sacro se convirtió en publicidad de la iglesia (objetivamente hablando, fuera de juzgarlo como bueno o malo) diseñada para evangelizar. Sin embargo, si estas piezas no hubieran sido comisionadas, el artista nunca las hubiera hecho y la humanidad no contaría con estos fantásticos tesoros artísticos. Lo mismo sucedió con las comisiones de la corona o la burguesía al querer perpetuarse a través de un cuadro; de hecho, algunos de los mecenas de vez en cuando pagaban por ser agregados a una pintura ya existente o en proceso, lo que actualmente es denominado product placement en el cine y la televisión.
Esto pasa también actualmente y sin duda hay piezas comisionadas por compañías que buscan relacionar su marca con el artista, el status quo, el estilo, etc. Es importante dejar claro que no todas estas comisiones terminan siendo obras de arte como tal: hay algunas que tienen la fortuna de ser o muy bellas o muy osadas, o que emplean los medios que les ofrecen las compañías para hacer obras que normalmente serian muy caras de producir. Por otra parte, hay piezas que aunque fueron producidas por artistas importantes o famosos no cruzaron correctamente la línea final, lo cual me parece bastante triste.
En lo personal, considero correcto que los artistas aprovechen los medios que están a su alcance para concebir un mundo de imágenes u objetos mejor producidos, más bellos o con mejor conciencia, sobre todo en el mundo de la publicidad, aunque cabe mencionar que ésta se ha abastecido también de un arsenal de herramientas tanto físicas como conceptuales, y en muchos casos las imágenes pueden resultar tan contundentes como en el arte. Sin embargo su reproducción masiva hace que el discurso se diluya con rapidez, si bien se han encontrado piezas híbridas entre el “diseño-publicidad-arte”, como el caso de las fotos que Oliverio Toscani desarrolló para Benetton.
Lo primero que pienso cuando relaciono estas comisiones y el arte es evidentemente Andy Warhol, y enseguida de él todo el trabajo de construcción de las campañas de Vodka Absolut (quienes también invitaron a Warhol) y sus imágenes reinterpretadas por artistas de la talla de Damien Hirst, Helmut Newton, Louis Bourgeois y Keith Harring. Hasta yo tuve un par de comisiones para ellos.
Tenemos también los Art Cars de BMW con piezas de Alexander Calder; Frank Stella, Roy Lichtenstein, David Hockney o Jeff Koons. Y ejemplos como éste nos exhortan a no ser tan rígidos y ampliar los horizontes pensando de manera más divertida y libre. Esta colección de autos no existiría si una marca como BMW no la hubiera propuesto, y aunque tenemos claro que la marca quiere awareness, vincular su marca con estos artistas, ¡qué más da!, me parece que son estrategias inteligentes y que vuelven de las cosas mundanas algo mejor. Si es arte o no, eso resulta lo de menos porque entendemos que lo que se está tratando en estos casos es llevar la experiencia primaria a un nivel más alto.
http://www.youtube.com/watch?v=RGfMsGc-2hY&feature=player_embedded
Este tipo de campañas incluso funcionaban al final como un aparato legitimador, como lo son el museo o la galería. Está sucediendo que los museos de arte contemporáneo lo hacen a la inversa (aburridos de mostrar siempre lo mismo), montando exposiciones que van desde la publicidad y el diseño hasta la música, tal como sucedió en la exposición “Live”, en la que el curador Jerome Sans presentó a manera de show a figuras musicales y bandas como Tobias Bernstrup, Chic On Speeds, Dj Spooky, Aphex Twin, Stero Total, etc., o la exposición de Alfred Hitchcock en el MoMA, la de Alexander McQueen en el Metropolitano y un largo número más.
Comparto con ustedes mi reflexión hecha con respecto a una curaduría que estoy haciendo para Nescafé Molienda y donde la motivación primaria fue el hecho de generar algo interesante o divertido, alejado de las etiquetas de arte o diseño. La idea fue trabajar en algo tan libre como es el café, así que decidí invitar no solo a artistas visuales sino a profesionales de distintas áreas pensando en que vamos a montar un show, un joyero, un artista visual, una fotógrafa, un diseñador de moda/actor, un cineasta y un diseñador grafico/rockstar. El resultado está siendo bastante gratificante, no sólo por la experiencia de empaparnos por completo en como se produce el café, sino por el brainstorm que tuvimos y del cual surgen piezas muy interesantes en las que por el tipo de formato y la diferencia conceptual se ha generado un pensamiento lateral que nos permite explorar sitios alternos a los lugares comunes.
Ana Hop para el proyecto Molienda.
Concluyendo, pienso que lo importante es no perder la objetividad, y más allá de poner una barrera, entender que si todas las empresas contaran con un programa de comisiones artísticas vinculado a lo social, nuestros espacios serían muy distintos y caminaríamos por las calles viendo cosas sorprendentes. Este tipo de iniciativas donde se involucra arte/sociedad/empresa son una manera muy inteligente de modificar nuestro entorno de forma positiva.
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