Revisitando el viaducto
Aline Hernández - 18/03/2014
Por Alberto Waxsemodion - 15/06/2015
En 1949 un joven español de 17 años llegaba a la Ciudad de México, sin imaginar que años más tarde su incansable creatividad revolucionaría la esfera cultural de aquel país adoptivo. Su genio de carácter multifacético, no encontraría cabida en un sólo ámbito de expresión artística, sino que lo llevaría a explorar distintos medios, destacando en el de la plástica, el diseño gráfico y la literatura. Su nombre: Vicente Rojo Almazán.
A partir del pasado 25 de Mayo hasta el 20 de septiembre el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) albergará la muestra titulada Vicente Rojo. Escrito/Pintado. Dicha exposición (curada por Cuauhtémoc Medina y Amanda Garza), propone un interesante recorrido retrospectivo a través de la variada producción del artista, de quien no resulta exagerado afirmar que representa uno de los bastiones de la cultura visual mexicana del siglo XX. Aproximarse al trabajo de Rojo, miembro de la generación de la ruptura, referente del diseño gráfico mexicano, director de arte de una editorial de importancia histórica, como es Editorial Era, significa asomarse al vertiginoso espejo de la cultura mexicana.
El barcelonés llegó, sin saberlo, a un país en pleno dinamismo; que cambiaba a ritmos acelerados, que se escapaba de entre las manos como agua, pero que a su paso dejaba una huella profunda en el alma de aquellos que vivirían para recordarla; tal como la haría una mítica generación de artistas entre los que figuran: Octavio Paz, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska, Alberto Gironella, Manuel Felguérez, Gabriel Zaid, Francisco Toledo; personajes ilustres con quienes Rojo tendría el honor de trabajar codo a codo; y en ocasiones, de entablar una relación de amistad.
De aquellos proyectos en conjunto, vale la pena mencionar la co-fundación de Editorial Era, (llamada así por el acrónimo formado por los apellidos de sus creadores: Quico Espresate, Vicente Rojo y José Azorín), y sus míticas portadas (recordemos que Rojo diseñaría la icónica primera portada para el libro de su amigo José Emilio Pacheco, “Las Batallas en el Desierto”), pasando por los discos visuales creados con Octavio Paz, los libros de artista desarrollados con autores como Miguel León Portilla.
De los proyectos individuales de Rojo tenemos por un lado, en el área del diseño la ejecución de varios logotipos como el del Instituto de Investigaciones Estéticas, o el de el Antiguo Colegio de San Ildefonso, entre otras instituciones; el primer diseño del periódico La Jornada, y la primera portada de Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez; por otro lado, en el ámbito de la plástica encontramos su serie de Esculturas-Volcán, la fuente en el edificio de relaciones exteriores, y sus incontables series pictóricas como México bajo la lluvia, y numerosos estudios de tipografía.
Lo que caracteriza a la obra de Rojo, más allá de sus elementos técnicos, son las profundas inter-relaciones que existen, por ejemplo, entre su pintura y diseño, entre los motivos de sus esculturas y las representaciones pictóricas de las mismas; sus series se conectan con su tipografía, la forma con la palabra; y ese es uno de los atributos más interesantes que pueden apreciarse en la muestra del MUAC.
La obra de Rojo es difícil de catalogar, podríamos decir que su estilo como diseñador proviene principalmente del collage y la tipografía, lo cual no es ninguna sorpresa si consideramos cómo se trabajaba a mediados del siglo pasado en los talleres del INBA, que fue donde el artista comenzó a trabajar como asistente de tipógrafo, él mismo ha dicho que en aquellos tiempos tenía la afición de coleccionar recortes de revistas y periódicos, mismos que posteriormente trabajaba, combinaba y reconstruía para crear alguna imagen que hiciera sentido con aquello que buscaba comunicar.
Hablando de su obra pictórica, Rojo es considerado un artista de la “ruptura”, es decir, una generación de artistas que buscaban alejarse de los discursos del muralismo mexicano, el estilo del artista tiende marcadamente hacia el abstraccionismo geométrico, uno que está fuertemente influido por su faceta como diseñador, series de cuadros que funcionan a manera de “ejercicios” en los cuales el autor busca tener aproximaciones hacia un resultado ideal, una muestra de esto son sus grandes series pictóricas Señales, Negaciones, y la muy célebre México bajo la lluvia.
A mediados del siglo pasado, un joven llegaba a la Ciudad de México, misma que le ofrecería toda su riqueza, paisajes, personas y lugares para construir una prolífica carrera profesional, mientras él a cambio daría su enorme e invaluable trabajo. Más allá de dar un esbozo sobre la vida e importancia del autor, este texto constituye una invitación a revisar la obra de uno de los creadores vivos más importantes del país, y rendirle un justo tributo por medio de la conciencia de la magnitud de su obra; así como una invitación a revisar la muestra Vicente Rojo. Escrito/Pintado.
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