Arquitectura en una ciudad simulada: Toyo Ito y el Museo Internacional del Barroco

Por - 17/03/2016

“esta vida y este espacio simulados han invadido las oficinas y las casas en lugar de permanecer modestamente en una zona neutra como es el centro de la ciudad”

Toyo Ito

 

La historia de los museos se remonta a finales del siglo XVIIIl y a través de los años se ha ido transformando poco a poco hasta convertirse en institución pública, objeto de transformación-renovación urbana y atracción turística. La historia de un país o ciudad puede resumirse en las salas de un museo,las características más importantes de una sociedad y su cultura pueden narrarse a través de objetos.

 

Puebla ya tenía en sus enormes y sólidas puertas de madera, en sus barandales y herrería, en sus gárgolas y otros elementos, es decir, en sus 2 mil 619 inmuebles dentro de la zona de monumentos, su Museo Internacional del Barroco. Y no sólo del Barroco, las más de 300 manzanas que conforman la zona de monumentos tienen edificios de todo tipo y estilos arquitectónicos gracias a los cuales fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987.

MIB-Zona de Monumentos

Desde enero del 2014 cuando el Gobernador del Estado, Rafael Moreno Valle, dio la noticia de la construcción de lo que sería el Museo Internacional del Barroco (MIB), hasta su recién inauguración, las opiniones en pro o en contra del inmueble no han cesado y no es para menos. Estamos hablando de un proyecto de más de 7 MMDP -en un estado que ocupa el cuarto lugar en población y pobreza a nivel nacional, en el que se han cerrado otros espacios culturales (como La Galería de Arte Moderno y Contemporáneo ubicada en lo que fuera la fábrica de hilados y tejidos de algodón “La Violeta”, inmueble del siglo XX testigo de la arquitectura industrial textil de Puebla, y que hoy en día funciona como oficinas de gobierno o Centro Integral de Servicios, CIS), y en el que más de 300 inmuebles dentro de la misma zona de monumentos requieren de inversión para su rescate- invertir esa cantidad de recursos en un proyecto social y cultural innecesario supone un despilfarro y derroche.

 

Para concebir el MIB se contrataron los servicios del arquitecto japonés Toyo Ito, quien deslumbró a todo el gabinete con su recién ganado premio Pritzker 2013. Al mismo tiempo que se daba la noticia del futuro MIB, se daban a conocer las imágenes del proyecto de Ito, las cuales mostraban un volumen compuesto por una serie de planos verticales e inclinados de distintas alturas, algunos en sus vértices remataban con una curva -elemento característico en la arquitectura de Ito- hacia el cielo simulando formas orgánicas. El Toyo Ito propositivo de los ochentas y noventas, aquel de la Torre de los Vientos en Yokohama (1986), el del Museo municipal de Shimosuwa (1993), el del Parque de Bomberos, el del Museo municipal y el de la residencia para la tercera edad en Yatsushiro, 1995, 1991 y 1994 respectivamente, y por supuesto el Toyo Ito de la Mediateca de Sendai (2001). Aquel que utilizaba la curva y el espacio fluido como elementos constantes en su obra, aquel que buscaba ir más allá del propio edificio a través del paisaje, aquel que utilizaba la transparencia como contenedor y la estructura como si fueran palillos chinos, había desaparecido.

Estaci+¦n de Bomberos 001 Estaci+¦n de Bomberos2 001 Mediateca de Sendai 001 residencia para ancianos 001 Residencia para ancianos 2 001 Torre de los vientos 001
Para diseñar el MIB a Toyo Ito se le asignó una parte de terreno de lo que alguna vez fue un parque de diversiones y después pasó a ser Parque Metropolitano, teniendo como frente una de las avenidas más importantes de la periferia, la vía Atlixcáyotl.  Alejado de cualquier construcción y sin ninguna colindancia, el MIB se resolvió al centro del terreno con una planta formada por varios cuadrados donde uno de sus lados no termina en línea recta sino en curva, a su vez, desfasados entre sí. Este desfase permite la entrada de luz natural al interior del museo, la volumetría exterior se resolvió con muros prefabricados de concreto, blancos, limpios, curvos e inclinados siendo estos los elementos que le dan expresividad al proyecto. Sin embargo, la fachada oriente, que colinda con un brazo del río Atoyac y con el ITESM, la fachada de servicio (muelle de carga según planos) que recibe a los visitantes que llegan en automóvil (estando en la periferia buena parte de los visitantes llegarán en auto) es completamente plana, casi ciega, sin el mayor intento o interés en ser diseñada. Sea o no de servicio, sobre todo si estamos hablando de un edificio emplazado al centro del terreno y de un proyecto de un premio Pritzker, no tiene el peso y carácter que el resto del edificio.

Lo contrario sucede con la fachada poniente, supuestamente también de servicio (abasto y entregas según planos), la que colinda con un talud de pasto y con el periférico ecológico, esta fachada sí está resuelta con la misma volumetría exterior que caracteriza todo el proyecto, logrando una composición mucho más interesante que, aún desde la vialidad y a 90 kms/hr o más, será posible observar. Los espacios en planta me indican que la fachada oriente se pudo resolver con el mismo criterio, tal vez no con el lago que rodea la fachada principal y la fachada poniente, pero sí con la misma volumetría. El capricho formal exterior convirtió el interior en un espacio forzado en el que la museografía simula un parque de diversiones ayudándose de una excesiva cantidad de información multimedia. La fuente del patio interior hace rescatable todo el recorrido.

MIB-Fachadas
La ligereza y transparencia características del trabajo de Ito en los años 80 y 90, o del Serpentine Gallery Pavilion de 2002, o del Pabellón Hermes, no se reflejan en el MIB. Podemos considerar que la arquitectura se va adaptando a las nuevas exigencias, programas y condiciones de la época, sobre todo del sitio y contexto de los proyectos pero este no es el caso. No hay ninguna evolución o propuesta de museo en el MIB, pareciera que tuvo la intención de fusionar las dos tipologías que plantea J. M. Montaner: el museo de forma inorgánica e irrepetible, monumental y específica, y el museo entendido como contenedor o caja polifuncional y neutra, perfeccionable y repetible, sin lograr una u otra.
Lejos del centro histórico y de la zona de monumentos, sin ninguna relación con el lugar, alejado también de los casi 20 museos que pueden ser visitados a pie sin necesidad de trasladarse a la periferia en auto y mucho menos en transporte público, que para el visitante sería un calvario, rodeado de plazas comerciales de distintos tamaños, de todas las agencias de autos y zonas residenciales, con toda la imagen de una periferia urbana, el MIB ya está funcionando. Si se tomaron “prestadas” obras u objetos de otros museos, seguirá funcionando más por capricho y obligación de que funcione que como un espacio arquitectónico que haya sido concebido para albergar una colección pública o privada existente. Habrá que visitarlo una y otra vez, llevar estudiantes de todos los niveles, amigos, familiares y a cualquier persona que quiera conocerlo para que vean el barroco y su historia a través de la tecnología multimedia. ¿Para qué hacer recorridos en la ciudad si todo lo podemos ver en el MIB? Hay que ir y sentarse en la terraza del segundo piso a contemplar el cielo que gracias a los enormes y pesados muros blancos -de concreto no tablaroca-  impiden ver el horizonte de la periferia y de la cual por un resquicio se ven los volcanes. Hay que ir a contemplar la fuente y escuchar el sonido del agua, sentirse pequeños y rendirse ante la escala del patio interior, contemplar la luz que baña los muros, pero sobre todo ir a aprender, porque de los museos se aprende y ese es su principal objetivo, enseñar y difundir la riqueza de una sociedad, no enaltecer egos ni demostrar aspiraciones políticas. En fin, que el MIB no resulte literalmente un elefante blanco por el bien de Puebla y por el bien de la cultura.  

 

Nota: el título del texto fue tomado del ensayo del mismo nombre y escrito por el mismo Ito en 1991, “Architecture in a simulated city”

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