Culturas que inspiran 2012
portavoz - 18/11/2011
Por Marcos Betanzos - 23/12/2013
En días recientes se dio a conocer el fallo del Concurso del Anteproyecto Conceptual para el Plan Maestro de la Merced. El certamen fue convocado por el Gobierno del Distrito Federal y el Consejo Consultivo para el Rescate Integral de la Merced a través de la Secretaría de Desarrollo Económico con el apoyo técnico del Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México A.C. y la Sociedad de Arquitectos Mexicanos A.C.
El equipo que el jurado, presidido por el Dr. Gabriel Mérigo Basurto eligió, entre 100 propuestas participantes fue el que encabezaron Carlos Marín y José Muñoz Villers, quienes tenían como integrantes a los arquitectos Juan José Zárate y Edith Gutiérrez, los urbanistas Víctor Hugo Hofmann y Emma Morales, el diseñador industrial Ariel Rojo y el paisajista Hugo Sánchez.
La propuesta está basada en estrategias a corto, mediano y largo plazo que tienen como objetivo principal revitalizar la zona a partir de la revalorización del espacio público, teniendo también como elementos articuladores de las actividades sociales, comerciales y culturales, los mercados públicos que ahí se encuentran. “Se trata de consolidar detonadores para el proceso de reconstrucción del tejido social, reconexión con barrios contiguos y mejoramiento de la imagen, movilidad, seguridad, funcionamiento y habitabilidad de la zona”.
Los principios que rigen su propuesta son: 1) consolidar un modelo sustentable y resiliente; 2) rescatar los mercados públicos como medios y objetos de revitalización urbana; 3) detonar y fortalecer la puesta en valor comercial, social, histórica y cultural de La Merced; 4) Habilitar y eficientar la movilidad, accesibilidad y conectividad; 5) Reordenar la estructura urbana y el potencial de desarrollo.
Una nueva plaza pública en el corazón del barrio de la Merced y una red de andadores peatonales son parte de la solución propuesta para dar mayor visibilidad a los mercados existentes y al mismo tiempo generar nuevos flujos que incrementarán el potencial comercial de la zona. De acuerdo al equipo ganador: “la plaza servirá como punto de reunión y albergue en caso de contingencias o desastres garantizando la seguridad de los 200,000 visitantes diarios que tiene la zona”.
Entre las principales estrategias que se plantean destacan: la creación de una identidad arquitectónica en los mercados no catalogados; la revalorización del patrimonio edificado a partir de la peatonalización de calles, recuperación de plazas y atrios; destinar el primer nivel de la nave mayor para equipamiento enfocado al desarrollo comunitario para familias de locatarios y residentes de la zona; la creación de un Centro Nacional Gastronómico como oportunidad para el desarrollo económico y turístico; la creación de un Centro de Transferencia Multimodal (CETRAM); el reciclamiento de espacios subutilizados como el Mercado San Ciprián (nuevo puerto seco y manejo de residuos); entre otras que se dirigen al ordenamiento de la estructura urbana.
La propuesta de paisaje parte de considerar a cada árbol como pieza elemental de la revalorización del espacio público, pieza de identidad de los espacios más importantes de la Merced y elemento de orientación; se concentra en grupos, alineaciones, pantallas o hitos para dirigir el flujo, enmarcar vistas o mitigarlas. Además de lo anterior, se plantea la posibilidad de incorporar huertos urbanos como estrategia para recuperar el sentido de identidad del barrio e incorporar a las familias sobre la agricultura urbana y el buen comer.
En cuanto al mobiliario urbano, se han incorporado piezas diseñadas por Ariel Rojo, algunas de recinto labrado inspiradas en motivos prehispánicos, y otras, de línea existente como el mobiliario Alma que ya se ha instalado en la Ciudad de México y con lo cual se busca unificar la identidad de los espacios públicos de la ciudad. Destaca la creación de nuevos elementos inspirados en el lugar y su historia como hidrantes que sirvan como objeto-memorial para recordar a la población los riesgos que representa una contingencia como el incendio que consumió casi una tercera parte de la nave mayor, luminarias urbanas (con el mismo concepto) y un tótem informativo.
La propuesta ganadora da muestra del valor de incrementar la incipiente cultura del concurso arquitectónico para proyectos públicos en nuestro país, es también la bocanada de aire fresco que se requiere para dotar de nuevos planteamientos las soluciones repetitivas que desde hace años se han consolidado como única fórmula para intervenir la ciudad y también, por qué no decirlo: es el punto de quiebre para vigilar que este tipo de certámenes se siga realizando, se mejoren sus procedimientos y se amplié su impacto en la realidad, no sólo de los arquitectos (y su reconocimiento) sino de todos los ciudadanos y la ciudad en la que vivimos.
En espera de que el planteamiento sea retomado por todas las autoridades involucradas para llevarlo a cabo, el equipo ganador se mantiene atento a seguir paso a paso los requerimientos que le han sido solicitados para que esto no sólo se quede en papel y en el aplauso mediático. Sin dejar de lado su buena dosis de controversia, este concurso ha sido fallado pero no fallido del todo.