Alejandro Fournier
Alejandro Cabrera - 16/09/2016
Por Emmanuel Ruffo - 16/11/2014
Dios creo al hombre a su imagen, esto está escrito en la Torá, suena bonito ¿no?, pero ¿quién escribió esta frase?, fue el hombre, no Dios, el hombre. El hombre la escribió sin modestia, pregonándose a Dios. Quizá Dios ha creado al hombre, pero el hombre, el hombre, el hijo de Dios ha creado a Dios, sólo para inventarse a sí mismo. El hombre ha escrito la Biblia por miedo a ser olvidado. Nosotros no amamos o rezamos a Dios, sino lo suplicamos para que nos ayude a seguir adelante. ¿Qué nos importa de Dios por como es? Nos preocupamos sólo de nosotros mismos, entonces la verdadera pregunta no es saber si Dios existe de verdad, sino saber si nosotros existimos.
Extracto del film Train de vie (1998) dirigida por Radu Mihailenau
Comer, dormir, reproducirse, luchar y defenderse son algunas de las necesidades fundamentales que nos definen como seres animales. La inteligencia “parece ser” la única característica particular que nos diferencia del resto de los seres animales. ¿Pero quién o quiénes son los que realmente definen esta posición? Se dice que los animales, a diferencia de los seres humanos, tienden a actuar por instinto, pero a un niño con apenas un poco de entendimiento son sus instintos los que lo tiran adelante. Golpear, defenderse, morder, tragar, etc., son instintos que hacen evolucionar al hombre y al animal mismo.
Con el tema de este mes en mano (proyecto vs construcción / diseño vs maquila / idea vs ejecución) propuesto por la edición de Portavoz, creo que una idea no puede ser ejecutada, construida o desarrollada de forma limpia en una situación política como la de México, y en mi posición como padre, profesor y mexicano, pensaba sobre todo en los 43 estudiantes que fueron asesinados, en el dolor de los padres, la frustración e impotencia. Pensaba también (quizá de forma estúpida) en la posibilidad de futuro que habrían tenido algunos de ellos, en fin, en lo que “podrían haber sido”. Para mí, como seguramente para la mayoría de los mexicanos, es demasiado triste lo que está sucediendo con nuestro país.
Creo que es natural, animal y humano sentir orgullo cuando a algún representante musical, deportista, o simplemente a una personalidad reconocida mundialmente se le otorga un distintivo. La gente de forma instintiva relaciona la nacionalidad con la persona. Todo mundo sabe que Schumi es alemán, que Messi es argentino y que los Rolling Stones son ingleses. En lo personal, durante la última década he vivido de forma denigrante el decline total de nuestro México como país. Recuerdo aún durante mis años en Barcelona cuando la gente que rentaba departamentos o habitaciones miraba con gusto a los mexicanos cuando nos acercábamos a preguntar por el costo del famoso “piso”. “¿Ah, eres de México?, mexicano (clásico comentario español) saber que vienes de México, es una garantía -decían- porque un mexicano que viaja, que vive en el extranjero es porque tiene dinero para hacer eso”. Tres años más tarde, durante mi tiempo en Londres, Inglaterra, escuché decir en las noticias que unos mexicanos habían intentado pasar droga en el aeropuerto de Madrid. Acto seguido me enteré de que las fronteras en España, sumado a la crisis económica, habían iniciado a cerrarse para los latinos: chilenos, argentinos, mexicanos, peruanos y ecuatorianos.
Durante esta larga década, y mi camino por España, Inglaterra, Italia, Austria, China, y nuevamente Italia, la gente (amistades, conocidos) te pregunta, quieren saber más de tu cultura, de tu país. Cuando organizan un viaje se acercan con ilusión para saber más sobre qué visitar, qué comer, qué vivir. Sinceramente hasta hace apenas unos cuantos meses, siempre me sentí muy orgulloso de recomendar y “asegurar” que México era seguro, “al menos para los turistas” decía yo, existe una seguridad garantizada. ¡Hoy en día incluso esto se terminó! Después de saber y conocer gente extranjera que ha muerto o ha sido secuestrada en nuestro país no me siento más en la posición de recomendarlo…
Hace cuatro-cinco días, Antonio Toca (arquitecto) escribió para el periódico Excélsior un artículo interesante al que tituló “Arquitectura: alternativas“, en el cual menciona 5 puntos que él considera importantes para “recuperar”, “evaluar” o “mejorar” la profesión. Yo sinceramente no sé, creo que toda esta mafia que existe en México la hemos permitido extenderse, no sólo en nuestras principales ciudades, sino en nuestros estados, en nuestras mentes, en nuestros cuerpos, en nuestras disciplinas, en todo lo que hacemos, en nuestro modus vivendi.
¿Pero cuántas mafias existen realmente?, ¿no es que acaso existe una sola, y la hemos creado nosotros? Nosotros con nuestro conformismo, con nuestro querer hacer nada, con nuestro consentimiento, con nuestra comodidad, con nuestro espacio de confort “yo estoy bien, a mi no me pasará”. ¿Cuántas revistas de arquitectura existen en México? y ¿a cuántos publican mensual, anual o periódicamente? ¿A quién tienes que conocer para formar parte del grupo de publicaciones? Interesante o no, es triste ver como muchos colegas intentan, cambian su forma de pensar, de diseñar o de construir, con el objetivo de venderse, de formar parte de un grupito, de ganar un concursito. ¿Acaso no es esto una mafia? ¿Una forma de manipulación?, ¿de control?, del que tanto nos quejamos y que tanto daño hace a México. ¿Dónde quedó la libertad? y olvidemos el sentimentalismo de la democracia. ¿Dónde quedo nuestra dignidad? ¿nuestra ética? ¿Por qué la máxima autoridad de una universidad permite que el director de su escuela de arquitectura obligue a sus alumnos a asistir a un congreso de arquitectura y si no asiste esto tendrá sus consecuencias. ¿Acaso no es esto una forma de manipulación-tortura “modernizada”? Porque a los pocos alumnos que se dedican a pensar, a hablar, a generar crítica, se les considera como conflictivos, tontos, fuera de sitio, locos, o poco simpatizantes. ¿No es esto también una forma de discriminación?
¿Y para qué EXIGIMOS al gobierno un método claro de decisión para las obras públicas, “claridad en el proceso o crear mas concursos” decimos, si cuando el grupito o mafia de arquitectos tiene un proyecto importante, una escuela, oficinas u obra que bien podría ser concursada, se limitan a comerse el pastel por sí solos? Entonces, ¿no estamos actuando igual que nuestros gobernantes? ¿No es que simplemente no vemos la viga en nuestros ojos, y nos burlamos de la paja que tienen los demás? ¿De qué nos quejamos mexicanos, si hemos sido nosotros quienes hemos permitido que en nuestras aulas, en nuestras oficinas, en nuestro espacio de trabajo, casa, hogar, oficio, partido, revista, grupo de trabajo, etc., etc., etc., no se generen las características y el ambiente necesario para una práctica humana “inteligente y consciente”?
Sí es esto lo que hemos sembrado de forma consciente. Y hoy más que nunca prefiero ser más animal que humano. Porque al final del día me parece más inteligente vivir para enfrentar lo básico, cada día como si fuera único, sin mafias ni poderes, sino necesidades que cubrir, una familia con quien vivir, una pareja a quien amar, hijos con quienes jugar, pero no así, no con estos principios, no con esta enfermedad que nos esta aniquilando delante de nuestros propios ojos, de nuestras familias, nuestros padres. Y es que este mensaje no está pensado, dirigido o intenta cambiar a los arquitectos burócratas, a los de cabeza cuadrada, o mafiosos, o a los arquitectos de edad, nosotros ya somos parte del pasado. Este mensaje está dirigido para ti que apenas inicias. Tú, la nueva generación, eres la única posibilidad, nuestra esperanza. Tienes en tus manos la capacidad, pero sobre todo la oportunidad de decir “basta”, de no permitir que las mafias sigan extendiendo sus raíces. Hoy es el día del cambio, basta con pensar en la raíz, en tus instintos, olvidando el bien y el mal, mas teniendo presente el bien común, el bien de masas, no de tu “comunidad” o el de aquellos que conoces sino el bien colectivo, no el individual. Sólo así podremos renacer y volver a creer en que existe un futuro, un mañana. Hoy la arquitectura está muerta, pero no porque lo dice Toca, sino porque nosotros mismos la hemos aniquilado. No son nuestras capacidades las que nos harán crear o definir la profesión, sino nuestras decisiones.
Noviembre, Italia 2014.