Lo innombrable y lo imborrable. El fantasma, la voz, y la fascinación

Por - 16/07/2013

El dolor es un instante, su permanencia, una representación.

Mario Bellatin

 

Es tu ira, rabia, frustración, desesperanza … me dijo. Eso sí me es difícil asumirlo, en parte porque es difícil aceptarlo.

El Leng T´Che, llamada la Muerte de los mil y un cortes, o la Muerte de los cien pedazos era el máximo suplicio chino, una castigo ejemplar, la pena de muerte más temida. El ofensor era drogado con opio para que estuviera consciente, bajar su ritmo cardiaco y por lo tanto la irrigación de sangre, es amarrado a una cruz mientras el ejecutor iba rebanando en finas láminas la carne de muslos y tórax, desde luego que existe dolor, pero el opio lo hace soportable, el terror es irse viendo rebanado, las finas laminas de carne color rojo ocre tienen un olor dulzón, el público hipnotizado por el acto se arremolina para ver la suerte del ejecutado. El rostro del ejecutado es una mezcla de éxtasis extremo y dolor supremo.

Esa imagen fotográfica fue inspiración y catalizadora para Georges Bataille, Julio Cortázar y Salvador Elizondo. No puedo dejar de mirarla, me fascina.

Hace muchos años que mi estudio de personalidad evidenció que yo era una persona extremadamente violenta pero lo reprimía, lo saludable, me dijo el analista, es que canalizas creativamente toda esa energía. No dejes de hacer tus fotografías, y no lo volví a ver en años.

Quiero tatuar toda la frase en mi antebrazo. Con extrañamiento Mario me dijo: ¿Estás hablando en serio, estás seguro? Aun estoy seguro de hacerlo, solo espero el momento adecuado para hacerlo. O aplazo hacerlo porque implica aceptarlo.

Cuerpos heridos, mutilados, calcinados, yacentes en el campo de batalla, parecen dormir entre lodo con las botas aún puestas y fusil en mano, otros viven pero parecen esqueletos, cadáveres apilados, pueblos en ruinas, miseria, en las barracas unos miran hacía la cámara. Hay niños, siento una profunda pena y desconcierto.  Ya se lo que es el Zyklon-B, leí de las cámaras de gas, aún así no logro entender que pasa en esas fotografías, y menos logro entender lo que no esta ahí….ni en las fotografías, ni en los textos.

Historia completa de la Segunda Guerra Mundial se llaman los tomos de color azul y letras en relieve dorado que están en los estantes de la biblioteca, que no puedo dejar de mirar y leer, mientras los demás juegan en el patio durante los recreos.

Después de hacer la tarea, a veces por las noches me dejan ver la teleserie Combate que mostraba a el Sargento “Chip” Saunders (Vic Morrow) y su pequeño escuadrón enfrentando a los Nazis, pero que nunca se enfrentarían a la miseria humana que provoca una guerra. Combate entretenía, era una ficción y un respiro, no se parecía en nada a esas fotos que yo veía por las mañanas durante el recreo.

Vic Morrow, quien años después muriera decapitado por una hélice de helicóptero durante un accidente mientras filmaba una escena de guerra en The Twilight Zone.

Tanques, ametralladoras, bombarderos, granadas, morteros, lanzafuegos: máquinas que demuestran la fragilidad del cuerpo humano, pero al mismo tiempo las atrocidades de las que es capaz el ser humano.

Desde la aparición de la fotografía esta ha estado siempre presente en conflictos bélicos. Como una herramienta táctica de reconocimiento, como un registro de la crueldad y brutalidad humana, un instrumento de poder y propagandístico, un documento de valor histórico, una manera de provocar en el espectador la conciencia ante lo inenarrable.

Robert Capa el célebre y carismático fotógrafo de guerra, el más famoso de la historia, mientras trabajaba para Life aseveró que la primera regla para hacer fotoreportaje era estar cerca, y la segunda regla: estar aún más cerca. El Día D, la operación militar más grande de toda la historia, fue inmortalizada por Capa, el único fotorreportero en el frente de batalla durante el primer desembarque aliado en las costas de Normandía.

Life recibiría los 4 rollos de Capa 48 horas después del suceso. Arriesgando su propia vida, considerado un héroe y ejemplo a seguir para las generaciones futuras de corresponsales en situaciones de conflicto, aún eran los tiempos en que se creía que una foto solo podía mostrar la verdad.

Tony Vaccaro estuvo aún más cerca y de manera continua en el conflicto. No tenía otra opción, era un ordinario soldado raso norteamericano en el frente de batalla, fusil en mano y cámara colgada al cuello, con la consigna de registrar lo que sucedía en el frente.

Reveló 10 de sus rollos en una noche sin luna, utilizando los cascos de sus compañeros para verter los químicos fotográficos, secando los rollos al colgarlos en arbustos, estos rollos serían destruidos por los sensores del ejército por considerar inapropiado que mostrara a soldados norteamericanos muertos en combate. Después de esta experiencia no volvería a entregar todos sus rollos al puesto de comando.

Vaccaro en realidad hizo las mejores imágenes de la Segunda Guerra Mundial. Es inexplicable porque sigue siendo prácticamente un desconocido y la historia no lo ha puesto en el pedestal que merece. Para Vaccaro la guerra esta lejos de ser romántica como lo afirmaban Hemingway y Capa.

La batalla de Midway, El puente sobre el Río Kwai, Apocalipsis ahora, Cara de Guerra, Pelotón, Francotirador, La caída del Halcón Negro o Rescatando al soldado Ryan son solo algunas películas que han sido un éxito en taquilla, algunas consideradas obras maestras. Catárticas para muchos.

Joseph Addison, uno de los primeros autores de novela gótica, quién contribuyo a relacionar miedo y placer estético, puso de manifiesto que cuando contemplamos objetos terribles nos resulta placentero sabernos a salvo de tales peligros.

Desde la butaca en el cine o al leer una nota con imágenes de guerra o conflictos violentos no ponemos nuestra vida en riesgo. Son los reporteros quiénes con su afán de contar lo que sucede, nos muestran lo que pasa en esos lugares, solo somos observadores, no somos testigos presenciales. Estamos a salvo.

Mucho de lo que llamamos cultura en occidente ha elaborado convenciones complejas y formas expresivas para hacer del sufrimiento algo comprensible y darle un sentido.

Susan Sontag en su ensayo Ante el dolor de los demás , cuestiona cómo esta fotografía de guerra y violencia puede anclarse en un territorio peligroso: el lugar común. Sontag nos recuerda como en el Renacimiento las imágenes del dolor, intentaban fortalecernos contra las flaquezas, hacernos insensibles, aceptar lo irremediable . Y cómo en el mundo moderno el sufrimiento es visto como un accidente, un crimen, algo que debe repararse, de rechazarse y que al mismo tiempo nos hace sentir indefensos.

Fotógrafos que captan imágenes de seres humanos violentados, en desgracia, en situaciones de peligro o degradación, a veces con la clara intención de generar conciencia, de provocar indignación, con la intención de movilizar a la población civil y aún así pueden ser falibles, el espectador puede no sentirse siquiera interesado o conmovido.

Roger Fenton y las primeras imágenes fotográficas realizadas durante una guerra, la guerra de Crimea, la censura y destrucción de las fotografías del gran August Sander por los Nazis. Rodchencko y sus fotomontajes de presos en los Gulags rusos, Cartier Bresson y el Paris recién liberado de la ocupación Nazi, Eddie Adams y Nick Ut en Vietnam, Joe Rosenthal en Iwo Jima, Susan Meiselas en conflictos en Centroamerica y África, James Natchwey que ha cubierto prácticamente los conflictos más atroces en las últimas décadas, solo por mencionar a algunos fotógrafos de conflictos.

Captar en imagen lo inombrable.

¿Pero qué pasa cuando se quiere dar voz a lo innombrable y esto se convierte en imborrable?

Hay imágenes que quisiera no haber visto nunca. En especial las imágenes anónimas de lo que hizo el infame general japonés Shiro Ishii al comandar a su Unidad 731 en territorio chino durante la Segunda Guerra Mundial. La Unidad 731 realizó los más absurdos, crueles y letales experimentos en humanos, con la meta de generar armamento biológico, por lo que nunca fueron procesados por crímenes de guerra, ya que toda esta información fue clasificada y supuestamente utilizada por el gobierno norteamericano al termino de la guerra. Escalofriante.

Hay fotografías que no quiero ver en definitiva. Mi curiosidad por ver imágenes tiene un limite.

Lo imborrable, queda alojado ahí, en la memoria.

Lo imborrable está en ti, te acompaña y se nutre de ti. Es capáz de afectar al individuo, al ser y desafiar los límites de tu imaginación. Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez. Un instante de dolor quizá, algo ya muerto que por instantes parece vivir en ti, un sentimiento suspendido en el tiempo…un fantasma.  No me siento a salvo.

Freud concluyo que lo unheimlich, traducido como siniestro (ominoso), es el terror que nos causan las cosas que pululan a nuestro alrededor, las que son más familiares y que de prontose convierten en extrañas, nos sobresaltan.

Esa es otro tipo de fascinación que tengo.

Fascinación por el sobresalto. Fascinación por los fotógrafos que creativamente abordan su verdadero yo interior. Que hacen catarsis, que sintetizan y catalizan. Autores que poseen una mirada que considero privilegiada , que develan el “extrañamiento de lo familiar” ese pánico inombrable, ese desdoblamiento del sujeto , la vuelta involuntaria a lugares ya vistos: hacia nosotros mismos y nuestro pasado.

Es tan certera su visión que por un momento sospechamos que es nuestra voz la que habla. Una voz interior, una oración, un párrafo que se escapa de manera natural sin haberlo pronunciado… con claridad, pero al mismo tiempo tiene esta pátina de extrañamiento. ¿Dónde reside esa idea? ¿Cómo se concibió esa imagen?

A veces no hay respuesta concreta, intuición, inconscientes aflorando…un escudo ante lo imborrable: Yo también  intento hacer imágenes desde ahí. Asumir el conflicto es darle voz a lo que se ha querido gritar con la intención de quedar afónico.

Más información: www.gerardomontielklint.com

 

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