Carteles en el Mayer
portavoz - 12/11/2012
Por Jimena Hogrebe - 19/07/2016
Se podría decir que la beca Jóvenes Creadores que otorga el Fonca anualmente abre, a sus becarios, la puerta a dos grandes experiencias. La primera es la posibilidad de desarrollar un proyecto con apoyo económico durante un año y, la segunda, los tres llamados encuentros en los que se juntan becarios y tutores durante tres días a convivir y a hablar sobre los trabajos en proceso. El formato me parece muy positivo. Los creadores tienen la oportunidad de plantear un proyecto personal y desarrollarlo libremente, con la posibilidad de recibir comentarios durante los encuentros. Además, el producto final (o una parte) se muestra en una exposición que después se vuelve itinerante.
En los últimos años, la “fonquipeople” se ha dividido en dos periodos con alrededor de ciento cincuenta participantes en cada uno. Estos empiezan y terminan con un par de meses de separación. Con la meta de fomentar la convivencia entre periodos y de ampliar la visión de los proyectos, el segundo de los encuentros, que sucede alrededor de la mitad del año, reúne a los casi trescientos participantes. En esta ocasión, generación 2015-2016, el segundo encuentro se llevó a cabo el primer fin de semana de julio. Dos locaciones de la ciudad de Taxco se convirtieron, por unos días, en territorio creador; en el “fonquitown”. En el caso de la disciplina Diseño Arquitectónico se juntaron tres de los cuatro tutores (Margarita Flores, Bernardo Gómez Pimienta y José Luis Cortés) y siete becarios.
Para los arquitectos, recibir Jóvenes Creadores podría considerarse una oportunidad única ya que, en general, los proyectos que se desarrollan ahí no son los que usualmente se desarrollan en la profesión, por lo que difícilmente recibirían apoyo económico fuera de un marco de este tipo. Esto se confirma con la diversa gama de seleccionados este año. Por otro lado, estar cerca del proceso de las distintas propuestas es una forma de acercarse e identificar algunas de las preocupaciones que ocupan las mentes de los jóvenes arquitectos mexicanos actualmente.
Cuatro son los proyectos que llevan más tiempo desarrollándose, los del primer periodo. Víctor Hugo Betanzos (Ciudad de México) ha buscado hacer una revisión de los códigos arquitectónicos, estéticos y urbanos de Ciudad Nezahualcóyotl partiendo de algunas ideas planteadas en Delirio de Nueva York de Rem Koolhaas. Delirio de Neza York, como se titula el trabajo, es una exploración a través de la investigación, el video, la fotografía y el dibujo. Carlos Ortega (Ciudad de México) se acercó al diseño de espacios de acondicionamiento físico (boxeo) vistos como impulsores del ocio y constructores de comunidad, sustentado por postulados de sociología urbana y un especial interés por el oficio arquitectónico. Palacios invisibles de Adriana Rodríguez Zamudio (Querétaro) se originó al cuestionar los espacios utilizados para la educación básica en nuestro país y, a partir de los deseos de los niños, se planteó la búsqueda de una escuela ideal a través de dibujos. Geografía narrativa de una ciudad, el proyecto que estoy desarrollando (Ciudad de México), es una exploración de la relación que hay entre la arquitectura y la narración. Es una búsqueda por encontrar una metodología para descubrir un territorio a partir de la literatura situada en él; a través de lecturas, mapeos y paseos.
En el segundo periodo están llevándose a cabo tres proyectos. El trabajo de Juan José Kochen (Ciudad de México) partió de la investigación y comparación de una serie de veinticinco multifamiliares desarrollados en la Ciudad de México en el siglo XX. Una reflexión que constantemente lleva a polemizar la producción de vivienda social hoy en día. Ana Paz (Monterrey), quien cuestiona el compromiso social de los arquitectos, está buscando generar un plan de reordenamiento y acciones a corto plazo para un asentamiento informal en el municipio de García en Nuevo León, a partir del empoderamiento de los pobladores y sus dinámicas actuales. Douglas Rodríguez Perea (Guadalajara) está desarrollando un proyecto de prototipos de vivienda evolutiva para intervenir los centros vacíos en las ciudades. A partir de una investigación histórica sobre la configuración y transformación del centro de Guadalajara, quiere encontrar puntos de interés y posibilidades para que la zona se revitalice.
Los siete proyectos plantean cuestionamientos y problemáticas muy diversas. Algunos son concretos, inmediatos y urgentes; mientras que otros son más abstractos y alternativos. Sin embargo, y a pesar de que son proyectos que están en proceso y cuyo resultado final es aún algo incierto, pueden identificarse ciertas constantes. Por ejemplo, parece haber un interés por enriquecer el proceso arquitectónico con ideas o actividades de otras disciplinas. La arquitectura no se está viendo, en general, aislada y autorreferencial. También es posible identificar una tendencia por cuestionar la manera en la que la arquitectura es pensada, abordada y producida actualmente, y por encontrar caminos para romper con esas dinámicas negativas que se reconocen. Además, hay un interés latente por encontrar los medios de representación idóneos para mostrar estas preocupaciones desde los formatos arquitectónicos, y por encontrar maneras para exponer la arquitectura en una exhibición interdisciplinaria.
Jóvenes Creadores es una beca artística y los trabajos que se realizan con ese apoyo suelen ser exploraciones creativas personales que buscan plantear nuevas preguntas y encontrar caminos alternativos. Sin embargo, los proyectos que se están desarrollando en Diseño Arquitectónico en esta edición, me parecen interesantes porque podrían llevarse a la práctica arquitectónica cotidiana y enriquecer distintos procesos creativos. Cualquiera de estos siete proyectos podría informar procesos de diseño arquitectónico. Queda sólo esperar los resultados finales y las construcciones futuras de esas posibles conexiones entre el “fonquiworld” y el mundo real.