Ciudades contra el tiempo: Rush Hour
Marlen Mendoza - 12/11/2018
Por Aline Hernández - 09/10/2015
Recientemente, en el marco de la 56 edición de la Bienal de Venecia, la organización Gulf Labor presentó el libro “The Gulf: High Culture/Hard Labor”. En él, activistas, artistas, periodistas y académicos profundizan sobre diversos aspectos en torno a las actuales condiciones de explotación laboral que están teniendo lugar en los Emiratos Árabes Unidos, principalmente alrededor de la construcción de los museos Louvre y Guggenheim y la Universidad de Nueva York, así como las estrategias que han diseñado para ejercer presión en las instituciones.
Si bien el libro merece la pena ser reseñado, el propósito del presente texto es centrarnos en lo que me parece una reflexión fundamental que abre Guy Mannes-Abbot. En su artículo, Mannes explica que una de las estrategias centrales de la organización ha sido dar a conocer “El nexo de dinero privado ‘sucio’ y la promoción de marcas desvergonzada”(1) que está teniendo lugar a través de las instituciones culturales y educativas. La reflexión lleva en consecuencia al autor a preguntarse si acaso debiera existir algún tipo de ética en los sistemas de financiamiento de la cultura y el arte.
Pero, ¿qué podemos entender por ética? Y, ¿realmente se puede plantear tal cosa desde estos grandes espacios corporativos? Vale la pena, antes de responder a estos cuestionamientos, mencionar que la pregunta por la ética que se hace Mannes no está aislada, es resultado de todo un camino que ha implicado procesos de reflexión y acción de manera conjunta y que ha estado teniendo lugar desde que Gulf Labor decidió organizarse para luchar y visibilizar lo que estaba ocurriendo en los EAU, donde los recintos para la cultura y la educación están construyéndose a costa de la explotación laboral de miles de trabajadores. En este sentido es que a partir de la pregunta de Mannes, me inclino a entender tanto la noción de ética a la que hace alusión, como a la ética que ha guiado los procesos en general de Gulf Labor desde la propuesta levinisiana, donde la importancia se centra en la relación que establecemos con el otro.
Herve Corvellec menciona que esta perspectiva propuesta por Levinas “(…) enfatiza en la interminable responsabilidad impuesta en nosotros por la radical otredad del Otro y enfatiza la imperiosa demanda a la que nos estamos enfrentando como seres humanos del estar abierto para, preparado hacia y apasionado con eso que aún no conocemos sobre nosotros o sobre el otro. Una demanda como esa va más allá de nuestras simples potencias intelectuales y profundo hacia nuestra experiencia corporal de la otredad” (2). La posición de Levinas revierte por tanto la tradición impersonalista hacia el otro, en favor de una relación heterónoma desde la cual se perciba la condición del otro como la condición de mi propia humanidad. Levinas menciona que “Positivamente, podemos decir que desde que los otros me miran, yo soy responsable, sin ni siquiera tener que tomar responsabilidad a su consideración; su responsabilidad me incumbe. Es una responsabilidad que va más allá de eso que hago (…) Yo soy responsable incluso de su responsabilidad” (3).
Habiendo entonces comprendido la dimensión del posicionamiento ético en ambos casos, quisiera centrar la reflexión en eso que Mannes plantea como ethics of funding. La reflexión que Mannes está abriendo, invita a pensar en las responsabilidad que tienen las instituciones, al recibir capital de la industria privada, con las condiciones que perman dicho capital invertido, en este sentido, es que al aceptarlo, éstas se tornan en cómplices. Es así que Mannes se pregunta por la necesidad de un posicionamiento ético cuando se trata de aceptar dinero sucio. La postura de Manne implica, además, comprender a las instituciones culturales no como entidades aisladas sino como espacios que participan por completo en otros ámbitos. Cuando Hito Steyerl menciona que el arte está implicado de lleno en la política, se refiere precisamente a esto, a no verlo como un proceso extrínseco de otros órdenes. No es la cultura y el arte “excento” de los tejes y manejes de la economía y la política, sino que participa directamente de ella.
Ahora bien, Mannes aborda precisamente este juego de relaciones a partir de dos ejemplos puntuales que quisiera retomar. Por un lado está la evidente responsabilidad que tienen el Guggenheim, Louvre y NYU, sobre las condiciones a las que están siendo sujetos los trabajadores para materializar los sueños del futuro turismo cultural. Los EAU han logrado crear un sistema laboral que obedece, básicamente, a formas modernas de esclavitud diseñadas para ejercer total control sobre los trabajadores (aunque el trabajo en el sistema capitalista es en sí una forma moderna de esclavitud). Dichas formas van desde mecanismos de trabajo forzado, mediante un sistema de deuda establecido a través de las cuotas de reclutamiento, hasta la falta de libertad de movilización, falta de condiciones de salud y seguridad, jornadas laborales de más de 12 horas continuas, control de movilidad de los trabajadores al interior de las ciudades, entre muchas otras. Aunado a todo ésto, está también el control que ejercen frente a los intentos de organización de los trabajadores donde los líderes y caras visibles suelen terminar en sitios de confinamiento temporales y finalmente deportados.
Tanto los museos como la Universidad están al tanto de dichas condiciones. Son numerosas las formas en que se han dirigido a ellos y son pocas las veces que han recibido respuesta, no se diga ya tomar medidas contundentes sobre el asunto. El problema es que, más allá de estos tres casos concretos, la situación se agudiza si se toma en cuenta que actualmente más de 22 millones de migrantes laboran bajo estas circunstancias, más allá de las tres instituciones, y conforman, de acuerdo con Paula Chakravartty y Nithasha Dhillon (4), la mayoría de la populación del los seis países que integran el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo. Gulf Labor ha enérgicamente denunciado todo esto mediante cartas, manifestaciones, intervenciones, acciones, y muchas estrategias más y sin embargo “en casa” la respuesta sigue pendiente.
Podría decirse que en este sentido, dichas instituciones no sólo están permitiendo que ésto ocurra, sino que no están actuando sobre ello yen este sentido, están permitiendo que dichas condiciones sigan abiertamente reproduciéndose, cuando bien podrían ejercer presión al respecto. La situación, sin embargo, se agrava ya que parece que la situación en general está diseñada contra los trabajadores. El marco jurídico laboral en EAU está concebido para permitir este tipo de abusos y que de los países de donde provienen los trabajadores tampoco se ha recibido un posicionamiento contundente al respecto, sino más bien se han tejido alianzas para la exportación de fuerza laboral. Por otro lado, cuando Mannes habla de dinero sucio privado (aunque si alguien puede acumular esas cifras de dinero se trata necesariamente de dinero sucio) y cultural branding se refiere al hecho de que, de acuerdo con James Riach, los costos estimados de la compra de la marca del Louvre, fueron de 1.3 millones de dólares, incluyendo 520 millones por el mero uso del nombre, y los costos por NYU están estimados en billiones de dólares (5). En este sentido, una investigación sobre los orígenes de este capital, únicamente arrojaría más condiciones de explotación en otras industrias como la petroquímica, la hotelera, o la comercial. Lamentablemente, aparte de todo lo mencionado, parece que los jeques no sólo compraron la marca, sino que también compraron el silencio de estas industrias de cultura y educación.
El segundo ejemplo que menciona Mannes, es el caso del National Museum, que también tendrá sede en los EAU, y la Tate Gallery, ambos localizados en Londres. En aras de realizar un paralelismo para mostrar que éste no es un caso aislado, Mannes explica que el 15% del presupuesto anual asignado a ambas instituciones, procede de la transnacional British Petroleum (BP), la cual se ha dedicado durante décadas a esparcir un legado de despojo, extractivismo, apartheid y explotación en Asia, África y América, inversiones que resultan en un proyecto para que el 1% pueda seguir manteniendo su estatus quo.
En un esfuerzo similar al realizado por Mannes, trataré de llevar este caso a México. Mientras leía su texto, no pude evitar recordar el escándalo que suscitó, durante la reapertura del Museo Tamayo, el que una de las salas del museo llevará el nombre del billonario Carlos Hank Rhon, situación sobre la cual la crítica de arte Raquel Tibol no pudo menos que decir que era “vergonzoso que la cultura y el arte dependan de ricachones” (6). Ésta y muchas otras críticas no se hicieron esperar en su momento, sin embargo, el asunto quedó finalmente sepultado entre los centanares de eventos culturales y artísticos que ocurren mensualmente en la Ciudad de México.
El sólo apellido del oligarca carga con un legado de corrupción, homicidios, vínculos con el narcotráfico, lavado de dinero, evasión de impuestos y tráfico de influencias, además de la impune historia del grupo priísita Atlacomulco, vinculado con muchas otras más acusaciones. No pretendo hacer la lista sino enfatizar en la carga simbólica que tiene en la historia política reciente. Particularmente, el caso de Carlos Hank Rhon, si bien podría considerarse que no ha sido tan mediático como los escándalos en los que se ha visto envuelto su hermano, el ex-alcalde de Tijuana, tampoco se queda fuera. El empresario ha sido sujeto a investigaciones por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, quien vinculó a empresas del magnate junto con CitiGroup Inc. con delitos de lavado de dinero, evasiones de impuestos entre 2005 y 2007 mediante la filial del banco HSBC localizada en Suiza, además de haber figurado como prestanombres en Citibank para el traspaso ilegal de más de cien millones de dólares pertenecientes a Raúl Salinas, el cual además, cabe mencionar, fue recientemente absuelto y liberado (7).
Aunado a ello, es importante también destacar que el empresario es Presidente y Director General de Grupo Hermes, empresa líder en el ramo industrial en México, la cual ha estado vinculada con numerosos megaproyectos que han atentado contra el territorio de comunidades indígenas. Un ejemplo de ello es el caso de la Presa El Zapotillo. En 2009, Grupo Hermes “ganó” la licitación que llevó a cabo la Comisión Nacional de Agua (CONAGUA) para la construcción de la presa, la cual a su vez otorgó a la empresa La Peninsular, constructora que pertenece a Jorge Hank Rhon (8). La presa fue contemplada para dotar de agua a la zona industrial de Silao en Guanajuato mediante la construcción de un acuaeducto de 143 kilómetros de largo y 80 metros de altura de la cortina que conecta a los Altos de Jalisco con León y de ahí hasta Silao (9). Hoy, la lucha de activistas y de habitantes de los pueblos de Temacapulín (10), Acasico y Palmarejo contra el megaproyecto lleva más de una década y se ha intensificado a raíz de la firma de un convenio en 2007, donde el entonces gobernador panista Emilio González Márquez, aúmentó 20 metros más la altura de la cortina de lo previsto (11). En 2011, pese a las oposiciones de los pueblos, “las autoridades federales y estatales clavaron la puñalada (y) desde Gobernación anunciaron que pese a la oposición de la gente a los procesos jurídicos” (12) el proyecto continuaría. Entre las diversas denuncias que se han realizado en torno al proyecto, se encuentran la privatización del agua del Río Verede, su contaminación, la inminente inundación de los pueblos y por tanto el desalojo de sus habitantes, la falta de procesos de consulta con los pueblos, la negación de un dictamen emitido por el INAH donde se insta a preservar el 70% de los pueblos, las evasiones ante las recomendaciones de suspensión de la obra por parte de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ), el hostigamiento e intimidación por parte de autoridades estatales, y un largo etcétera (13).
Pero lamentablemente éste es sólo un caso de muchos otros que figuran en el expediente del empresario. Debemos además sumar otros como lo son la Autopista Lerma-Tres Marías que atentó contra la comunidad indígena de San Mateo Texcalyácac (14), aunado a la incursión en el negocio que representan las prisiones del Estado, donde a través del nuevo modelo de Centros Penitenciarios bajo el esquema de PP’S (15), buscan ahora lucrar mediante la privatización de estos centros de reclusión y la explotación de la fuerza laboral de bajo costo que representan los presos.
Vemos que en los tres estudios de caso hay bastantes coincidencias y la que quisiera retomar aquí apunta al sentido que dan a la cultura como un espacio más de inversión. En uno de los textos del libro de Gulf Labor, el artista libanés Walid Raad, se hace una pregunta que resulta fundamental rescatar con respecto a la situación en los Emiratos pero que aplica en general a los otros casos: ¿Por qué están todos estos jeques y jequesas en el Golfo, de pronto tan interesados en las artes?, ¿por qué han empezado a gastar todo este dinero en cultura? Las respuestas y razones pueden variar dependiendo sobre todo de cada país y empresario, sin embargo, el hecho es que lo están haciendo, y las instituciones están accediendo a ello.
En condición de donantes, logran que se adquiera una suerte de compromiso no explícito con sus generosos inversionistas, es decir, una forma de contrato que implica una deuda, al tiempo que aseguran incidencia y control sobre lo que se produce y muestra en los espacios. Silvia Federici ha arrojado bastante luz sobre este tema central, que es en realidad histórico para el sistema de acumulación. Federici explicó durante una entrevista que “la deuda es un instrumento de gobierno, un instrumento de disciplina y un instrumento que instituye relaciones de clase disgregantes. (…) Es un mecanismo que crea sentido de culpa en vez de empoderamiento” (16). Esta inversión a la que hace alusión Federici, se da precisamente en el momento en que no están pagando por cultura, sino generosamente donando. En el caso de los EAU, al comprar la marca, al tiempo que impulsan el turismo cultural, y por tanto nuevas economías -similar a la función que tuvo el Museo Gueggenheim en Bilbao o que tienen en general las bienales y festivales, están limpiando también la imagen que dejaron los atentados del 11-9 trás de sí, tal como menciona Walid Raad. Lo que se perfila aquí es de un modo bastante claro es el hecho de que la cultura es un espacio más de inversión, como antes se mencionó, al tiempo que posibilita que los líderes de la economía se hagan propietarios de este ámbito. Cuando los ciudadanos griegos hablaban de la dictadura del Banco Mundial a la que estaban sujetos, estaban de algún modo haciendo alusión a un fenómeno global, la dictadura del orden económico y por tanto de la agenda neoliberal y las implicaciones que está trae consigo.
Si las instituciones están figurando como un espacio más de inversión, esto exige tener en cuenta el papel central que juega la cultura como forma de dominación. Ya Gramsci anunciaba la trascendencia que tenía para la creación de consciencias; ésta ha sido de antaño un instrumento para crear concenso, moldear y controlar, de ahí su noción de cultural hegemony, y si bien sus análisis estaban más bien enfocados en las relaciones entre cultura, intelectuales y clase política, valdría la pena hoy extenderlos a la economía.
Siguiendo lo dicho, ¿qué tipo de ética de financiamiento podría darse en este tipo de industrias que están volcadas a su beneficio propio?, ¿podemos realmente pensar que lo que son hoy espacios hegémonicos y elitistas que operan bajo altos estándares de producción y que necesitan del capital que ofrecen los inversionistas, puedan detenerse a tener en cuenta de dónde viene el dinero que están recibiendo?; ¿se van a detener los Museos públicos en México a pensar si el dinero viene de un Estado que indiscriminadamente desaparece y asesina estudiantes y a decir no?, ¿de una Universidad que permite que colectivos que se están organizando para generar contrainformación sean agredidos y amenazados de muerte y que permiten los grupos porriles actúen con libertad por las instalaciones del CCH?, ¿o los museos privados si viene de un empresario que está a la cabeza de un grupo involucrado en las múltiples formas de despojo que están operando en nuestro país, donde el Estado es un complíce y siervo más?. Sería posible que, antes de recibir los millones de dólares que pagaron al Guggenheim por la marca, el museo se detuviera a preguntarse ¿de dónde viene el dinero de los jeques y jequesas?, ¿o se vieran medianamente afectados por las demandas de explotación laboral por parte de los trabajadores migrantes en EAU que ya estaban teniendo lugar antes de acceder a vender su marca?. ¿Es realmente posible que estos espacios asuman, más allá de sus aparentes críticas discursivas buena onda, algún tipo de responsabilidad por el otro?
Las industrias culturales son hoy un instrumento más del orden económico. Los diferentes espacios, sean museos o instituciones educativas, al aceptar dicho capital -resultado de condiciones de confinamiento, desposesión, violencia, dinero plasmado con sudor y sangre, están indirectamente participando en todo este proceso en calidad de cómplices, cuando no en calidad de explotadores al interior mismo de sus estructuras. A la pregunta de Mannes yo respondería con un rotundo no: están haciendo lo que saben hacer, negocios, y la cultura hegemónica es simplemente un negocio más.
Imagen: Claire Fontaine
Referencias
1. The Gulf: Hard Culture/Hard Labor, de. Andrew Ross, OR Books, New York and London, 2015, pp. 95
2. Corvellec, Herve. An Endless Responsability for Justice -For a Levinasian Approach to Managerial Ethics, disponible en línea en: https://www2.le.ac.uk/departments/management/documents/research/research-units/cppe/conference-pdfs/levinas/corvellec.pdf
3. Levinas, Emmanuel. Humanisme de l’autre homme, Paris: Fata Morgana, 1972, pp. 92
4. “Gulf Dreams for Justice: Migrant Workers and New Political Futures”, Chakravartty, Paula and Dhillon, Nithasha en: The Gulf: Hard Culture/Hard Labor, de. Andrew Ross, OR Books, New York and London, 2015, pp. 36
5. Zaha Hadid defends Qatar World Cup role following migrant worker deaths, James Riach, The Guardian (25 de febrero del 2014), disponible en línea en: http://www.theguardian.com/world/2014/feb/25/zaha-hadid-qatar-world-cup-migrant-worker-deaths
6. Indignación por imponer el nombre de Carlos Hank Rohn a la sala del museo Tamayo, Angel Vargas, La Jornada (23 de agosto de 2013), disponible en línea en: http://www.jornada.unam.mx/2012/08/23/cultura/a07n1cul
7. Caso Raúl Salinas: usted disculpe y tome su dinero, Jorge Carrasco Araizaga, Proceso (6 de agosto de 2013), disponible en línea en: http://www.proceso.com.mx/?p=349358
8. Camara Mexicana de la Industria de la Construcción, Consulta de noticias, disponible en línea en: http://www.cmic.org/cmic/sejecutiva/cdetalle.cfm?seleccion=7798
9. Presa El Zapotillo, Jalisco, México, La resistencia de Temacapulín ante un proyecto extractivista inmerso en irregularidades e impunidad del gobierno mexicano, Libertad Díaz Vera, Entretextos, año 6, núm. 18, diciembre2014-marzo 2015. Disponible en línea en: http://entretextos.leon.uia.mx/num/18/PDF/ENT18-5.pdf
10. Diez años de resistencia de un pueblo. Temacapulín se niega a morir bajo el agua de la presa el Zapotillo, Angelica Enciso L. La Jornada (16 de junio de 2015), disponible en línea en: http://www.jornada.unam.mx/2015/06/16/politica/002n1pol
11. Con la presa hasta el cuello, Jonathan Ávila, Reporte Índigo (15 de julio de 2015), disponible en línea en: http://www.reporteindigo.com/reporte/guadalajara/con-la-presa-hasta-el-cuello
12. El Zapotillo, compromiso con Hank Rhon, Edición Jalisco, Proceso (12 de junio de 2011), disponible en línea en: http://www.proceso.com.mx/?p=272334
13. Es importante mencionar que las mobilizaciones y demandas para frenar el presa el Zapotillo han llegado a España, ya que una de las transnacionales implicadas es Abengoa, quien además está presente en otros tantos proyectos extractvistas en el país, como es el caso de Huesca en Morelos. Más información disponible en: http://www.informador.com.mx/jalisco/2015/600023/6/protesta-contra-presa-el-zapotillo-llega-a-espana.htm
14. Once razones para decir no a la autopista Lerma-Tres Marías, Green Peace México, disponible en línea en: http://www.bionero.org/sociedad/nueva-ofensiva-legal-para-imponer-autopista-lerma-tres-marias, http://www.greenpeace.org/mexico/es/Campanas/Bosques/Geografia-de-la-deforestacion/El-Gran-Bosque-de-Agua/11-razones-para-decir-no-a-la-autopista-Lerma-Tres-Marias/
15. Al respecto Hank González declaro que “Nosotros construiríamos los ceresos y les prestaríamos el servicio de hotelería… La seguridad de los reclusos estaría en manos del gobierno”, más información en: Entre los cien más ricos cinco mexiquenses ¿cuál pobreza?, Toluca noticias, disponible en línea en: http://www.playgroundmag.net/articulos/entrevistas/cuerpo-debe-mercado_5_1315118479.html
16. El cuerpo debe de ser nuestro. Ni del estado ni del mercado, Hibai Arbide Aza entrevista a Silvia Federici, Playground (12 de mayo de 2014), disponible en línea en:http://www.playgroundmag.net/articulos/entrevistas/cuerpo-debe-mercado_5_1315118479.html