Frobenius: Génesis e imagen

Por - 29/08/2017

“La primera y más antigua forma de arte plástico –si así puede llamarse– , anterior a la producida por el trazo del dedo en el barro o la superficie rayada con una piedra, fue sin duda la interpretación de formas o figuras en las configuraciones de las nubes o de las rocas, por proyección imaginaria del observador. Se trataba de un arte proyectivo, no todavía físicamente activo, generado en la imaginación del observador de la naturaleza.”

Román Gubern

 

 

Se ha dicho, hasta volver la frase un lugar común, que esta es la época de la sobresaturación de imágenes, que la técnica de representación es cada día más poderosa, que conlleva más y más problemas éticos, tecnológicos, sociales y culturales. Pero, ¿cuál es el origen de las imágenes?, ¿dónde marcamos el origen de nuestra necesidad por comunicar aquello que nos rodea, que sentimos, tememos y veneramos?

Las preguntas anteriores son apenas la superficie de los cuestionamientos a los que podemos llegar mientras recorremos la nueva exposición del Museo Nacional de Antropología, realizada en coordinación con la Embajada de Alemania en México como parte del año dual México-Alemania.

Frobenius, el arte del mundo rupestre es un interesante ejercicio museístico que nos muestra parte de la labor del arqueólogo alemán Leo Frobenius, quien en distintas expediciones por África, Oceanía, Asia y Europa, y con ayuda de un nutrido equipo de especialistas (en aquel momento pioneros en el tema), recolectó muestras y copias de arte prehistórico o arte rupestre; esta exposición no se agota en la exhibición de las reproducciones, sino que hace un guiño importante tanto a la recepción como a los mecanismos técnicos mediante los cuales estas imágenes fueron reproducidas.

Si bien la muestra tiene un claro enfoque antropológico, es un pretexto ideal para reflexionar en torno a las imágenes y cómo se producen. ¿Tiene el ser humano una necesidad inherente de representar? Este postulado ha ocupado a un buen número de neurocientíficos y estudiosos del comportamiento humano, es sorprendente pensar que en los rasgos compartidos de estas imágenes se oculta la Historia misma de la representación, y que más allá de los complejos mecanismos socioeconómicos de los que están rodeadas hoy las imágenes existe una conexión milenaria con lo pictórico.

El teórico español Román Gubern ha asegurado que antes de existir un interés por la construcción de imágenes, el hombre primitivo tuvo que desarrollar la capacidad de abstracción, los mecanismos que permiten imaginar y pensar, por ejemplo, que la naturaleza estaba dotada de cierto misticismo que era necesario “retratar” por medio de líneas, puntos y distintos trazos, así como las estructuras mentales que llevaron a pensar que la maternidad en aquella sociedad era un aspecto fundamental para la supervivencia de la especie (además de ser, sin lugar a duda, algo casi incomprensible en sus distintos aspectos). Dichos aspectos llevaron a estos primeros hombres a construir escenas de cacería, ritos y maternidad en la superficie de cavernas, rocas y demás lugares significativos.

En un escenario donde carecían de tiempo, materiales y soportes para estas representaciones, es innegable que aquello que se representaba tenía una importancia capital puesto que estas pequeñas sociedades tribales no se preocupaban, por ejemplo, por representar los procesos mediante los cuales fabricaban sus herramientas, lo cual era poco importante en comparación con aspectos como la muerte, la naturaleza, los rituales sociales como la danza y el consumo de substancias con fines espirituales.

Mientras uno recorre la muestra se puede preguntar cuáles de estos temas permanecen y cuáles se han ido difuminando al paso del tiempo. ¿Seguimos pensando en la imagen de la muerte?, ¿del ritual?, ¿de la naturaleza incomprensible? ¿Seguimos representando aquello que no logramos comprender? Si alguno de estos temas permanece podemos coquetear con la idea de que no todo lo que vivimos es medible, cuantificable y explicable.

Al mirar estas imágenes es legítimo preguntarnos qué dice de nosotros aquella imagen que generamos, desde una selfie hasta un complejo paisaje de realidad virtual. Existen preocupaciones sociales e individuales que quedan plasmadas en cada una de estas construcciones visuales, además de un factor biológico que nos permite mirar, representar e imaginar. Mirar estas y otras imágenes con detenimiento significa percatarse de que todo lo que miramos es producto de un proceso que sería imposible de enunciar o abarcar desde un solo enfoque teórico dado que en él intervienen factores sumamente distintos.

Frobenius es una exposición que muestra un guiño hacia un universo icónico poco conocido, pero también es un espacio que homenajea la labor de aquellas personas que durante el inicio del siglo pasado, y de la mano con el comienzo de la modernidad tecnológica, se dieron a la ardua tarea de documentar cuevas, piedras y demás sitios que estaban a semanas de viaje de alguna ciudad. Se trata de un pequeño testimonio de los que están al margen de la Historia y cuya curiosidad fundamenta nuestra comprensión del mundo contemporáneo.

La muestra permanecerá abierta hasta el 5 de noviembre en el Museo Nacional de Antropología.

 

 

 

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