Inspiración en lo cotidiano
Adolfo Lara - 02/07/2013
Por Sergio Gallardo - 12/02/2015
En el año 2002, la revista Arquine, el Gobierno del Estado de Puebla y otras instancias, convocaron a un concurso de arquitectura que ayudara a jerarquizar el acceso a la zona de los Fuertes de Loreto y Guadalupe.
La propuesta ganadora recibió su reconocimiento, pero -como sucede con muchos concursos en nuestro país- estuvo empolvándose durante una década. Fue en el 2012, al cumplirse 150 años de la batalla del 5 del Mayo, que el gobierno del estado, en avanzada, inició una serie de proyectos de intervención urbana y arquitectónica en la zona. La propuesta del concurso salió de las gavetas para convertirse en un interesante proyecto, resuelto con un prisma rectangular desplantado por arriba del nivel del terreno natural, haciéndolo un importante punto de referencia y logrando con ello su objetivo. El proyecto, cuidadosamente resuelto con materiales y elementos que permitían su identificación, fue bautizado con el nombre de info-box, algo así como una caja -aludiendo a su expresividad formal- de información, o en términos más coloquiales, un módulo de información, que al mismo tiempo podría utilizarse como un espacio para exposiciones.
Tener un proyecto conceptualizado en un concurso de arquitectura por dos jóvenes arquitectos como Rodrigo Jaspeado y Enrique Betancourt y, diez años después cuidadosamente desarrollado y materializado por el primero, duró muy poco. Sucumbió ante lo que regularmente sucumbe la arquitectura: intereses particulares, económicos y políticos, convirtiéndolo en un pastiche que se engendra una y otra vez por la ciudad.
En la RAE (Real Academia Española), el pastiche está definido y asociado a términos y conceptos como plagio, engaño, falsedad, mentira, imitación vulgar etc., yo diría que es un “agandalle” tan utilizado y característico de muchos mexicanos. Hablando de arquitectura, Las Vegas es un ejemplo de lo anterior, una ciudad en donde los edificios construidos con las más altas tecnologías simulan un pasado, como si el estar ahí nos hiciera sentir egipcios o romanos.
¿Hasta qué punto puede, o debe intervenir y controlar un arquitecto su obra, cuando ve que ésta poco a poco es manoseada hasta convertirse en una pieza ecléctica de muy mal gusto?, ¿acaso cada proyecto no es concebido para un sitio y una necesidad específica?, ¿qué autoridad moral o ética tiene un gobierno, un particular o un arquitecto para repetir y degradar los pocos ejemplos de arquitectura moderna en una ciudad de por sí carente de la misma?
Con su respectiva distancia y respeto por la comparación, ¿sería posible la reutilización de los planos de la Villa Savoye de le Corbusier, o del pabellón de Barcelona de Mies, para reproducirlos en cualquier otro lugar? Probablemente sí, pero modificarlos para darles otro uso, con otros materiales, texturas, colores, etc., no, sencillamente no. No, porque la arquitectura está pensada y resuelta bajo los principios de su creador, para adaptarse a un lugar específico dentro de un contexto y tiempo específico y con características específicas que la hacen única. No, a menos que el mismo arquitecto participe interviniendo en todo el proceso de diseño y materialización del nuevo objeto, y esto genera un gasto o un costo que quien lo desarrolle no estará dispuesto a pagar ya que para éste, la arquitectura no importa. Si ese gasto o costo se viera como una inversión, el resultado sería una arquitectura en serie -como lo están haciendo- mucho más cuidada, pensada y resuelta según el cliente y el sitio.
Al info-box lo han convertido en un acertado prototipo de súper espacio multifuncional adaptable a cualquier sitio y programa, o en un Transformer que pasa de franquicia en franquicia, de Coffee York, a American Steak House, a 100% Natural, a Mi Viejo Pueblito, sin problema alguno, cada uno manoseado en mayor o menor cantidad, con diferentes manos y poca creatividad, con los mismos o diferentes elementos, con los mismos o diferentes materiales, pero al final, manoseado, llevándolo al extremo, al ultraje, a la violación de una arquitectura auténtica promulgada en aquella Carta de Atenas y su Movimiento Moderno. De info-box a raped-box, como en mi viejo pueblito, info-box siempre imitado jamás igualado.
La arquitectura sí importa, y si cumple al satisfacer las necesidades funcionales de un programa y consigue ser un claro ejemplo de la modernidad arquitectónica de una ciudad, importa más. Habrá a quien le guste o no el proyecto original, estudiarlo no es el objetivo ya que requeriría un análisis más riguroso, pero su aportación a la arquitectura es innegable.
El objetivo es hacer una crítica de lo que hicieron con él y lo desprotegida que queda la arquitectura y el arquitecto, ante la manipulación y la reproducción de un proyecto que, sin su consentimiento y participación, se va multiplicando como copias baratas.