Alejandro Fournier
Alejandro Cabrera - 16/09/2016
Por portavoz - 10/05/2012
Siempre me ha gustado visitar estudios de artistas, diseñadores o cualquier espacio ocupado por personas dedicadas a actividades que involucran la creatividad. Los estudios de artistas plásticos quizá sean mis preferidos porque hay una mayor afinidad y de inmediato se vuelve una reminiscencia del espacio propio.
Cada taller es diferente aunque existan ciertos lugares comunes. En ocasiones los olores son lo primero que atrae y en otros casos el órden o desorden, las piezas en curso, los materiales vivos como partes de un proceso.
En el caso de Iván González de León, quien actualmente se encuentra en una etapa de producción para proyectos simultáneos, el espacio es insuficiente y la obra ha ido migrando y ocupando diversas zonas que habitualmente tienen otras funciones. Más de una docena de lienzos de diversos tamaños, partes de esculturas, herramientas de trabajo, caballetes y lámparas de pie van tomando la casa para convertirla en un gran taller que está por escupir piezas terminadas para dar paso a la siguiente. El tránsito de los pasillos es cada vez más reducido y sin embargo es un caos que atrapa, que invita a la revisión de detalles, de dibujos sin terminar, de pinturas conformadas por seis u ocho lienzos que aún no encuentran su posición final. Así mismo hay monotipias que están probando su suerte en conjunto y también hay espacios literalmente cerrados al paso porque su transformación en curso aún es inhabitable.
Hay una constante, un perfil humano con un pico de pájaro añadido al cráneo que aparece en más de diez lienzos, en fotocopias, bocetos e incluso en versiones tridimensionales. El caos existe momentáneamente para resurgir en unas semanas como piezas terminadas que serán exhibidas con el orden pulcro y habitual de alguna galería o museo.
Fotografías: Alejandro Cabrera