Valor iconográfico en el proceso de diseño

Por - 12/05/2015

Es sabido, sobre todo por los amantes de la gastronomía, que San Sebastián es considerada como la segunda ciudad con mayor número de estrellas Michelin a nivel internacional. Esto expone de manera evidente a los entusiastas del buen comer que radican no solamente en España sino en el país Vasco. Entonces parece muy adecuado tener como la facultad de Gastronomía más importante de la ciudad al Basque Culinary Center – BCC. Proyecto arquitectónico desarrollado por el despacho Vasco VAUMM. El BCC se inaugura en el 2011 y está ubicado en el Parque Tecnológico de San Sebastián, justo a espaldas de la Bahía de la Concha. Este parque alberga de manera principal a instituciones educativas y de investigación y, en una escala menor, a vivienda de baja densidad. Un área que tiene como característica principal la abundancia en vegetación. Es cierto que el emplazamiento formó parte imprescindible para el desarrollo tanto programático como formal del BCC. Sin embargo, existe otro factor que establece todo un discurso en torno al desarrollo de este proyecto arquitectónico.

Empecemos por entender la formalidad del BCC. La propuesta esquemática en planta en forma de herradura alude, por definición, a un esquema impermeable por un lado y permeable en el lado opuesto. Esta condición antagónica se acopla a la topografía naturalmente inclinada del sitio. Es así, que en la parte más elevada del terreno, que tiene nexo directo con la calle, se propone el acceso al edificio por medio de una explanada que se extiende desde la banqueta hasta el desarrollo de las circulaciones que permiten la entrada peatonal al centro gastronómico. El diseño de paisaje, en combinación con las áreas de circulación, parece crear una distinción y un recorrido pausado entre el afuera y el adentro del edificio, anunciando una clara diferenciación entre privado y público. Creando de esta manera, como lo menciona Kevin Lynch, una estructura e identidad por medio de la imagen ambiental que incluye la relación espacial o pautal del objeto – arquitectónico – con el observador y con otros objetos[1] – el ambiente construido existente. Evidenciando un gesto de integración urbana, contrario a la creación de un objeto arquitectónico aislado e inconexo.

En contraposición con el acceso, en la parte más baja del emplazamiento, se desplanta la fachada con mayor peso volumétrico del BCC. Cinco volúmenes yuxtapuestos de manera distinta, cada uno con un área de terraza contenida espacialmente por un muro bajo, como una envolvente, que funge como barandal. Este conjunto volumétrico corresponde a los talleres de cocina y visualmente se arraiga al suelo de una manera contundente. Esta contundencia se evidencia por el contraste entre la horizontalidad monocromática de la propuesta formal de los muros bajos y el área verde sobre la que el conjunto se desplanta. Sin embargo, quizá lo que logra de manera más convincente el contraste entre la volumetría y la línea de tierra es la representación visual que el BCC transmite con esta fachada: VAUMM, elige la imagen de unos platos apilados como dicha representación. Claro, un cliché visual dentro del ámbito culinario y que alude al uso programático del edificio. Desde una postura crítica esta fachada podría cuestionarse, en un inicio, como el resultado, en palabras de Robert Venturi, de una ‘Arquitectura de la comunicación más que de una arquitectura del espacio,[2] es decir, una fachada en la cual la comunicación domina al espacio en cuanto elemento de la arquitectura y del paisaje.[3] Consecuentemente se puede discutir, ¿el símbolo de la imagen tiene preferencia sobre la definición arquitectónica? o bien, ¿es acertadamente utilizado este simbolismo para al proceso tanto de definición plástica como programática en la arquitectura? Esto es, si suponemos que la imagen de los platos apilados involucró de manera imprescindible el desarrollo del proyecto arquitectónico del BCC, podríamos hablar del valor iconográfico como concepto generador de diseño. Entonces, aunque para muchos de nosotros pensar en arquitectura que plásticamente emula a imágenes de una manera literal resulta poco conmovedor, no le restemos validez a la ‘arquitectura representacional’ como un método favorable para el proceso de diseño. Ya que este, de igual manera, puede contribuir a que el objeto arquitectónico adquiera estructura e identidad por medio del significado, práctico o emotivo para el observador.4 Enmarcando así al valor iconográfico no únicamente como un factor significativo dentro de la evolución del proyecto arquitectónico sino como un factor que expone al mismo objeto como punto de identificación geográfico y social.

Entonces, si la imagen ha sido tan importante dentro de esta postura crítica, es apropiado hablar de las placas de aluminio anodizado color oro que el BCC exhibe en la mayor parte de las superficies exteriores. Y aunque este material obedece de manera funcional a las dilataciones térmicas y al impedimento de la radiación solar en las fachadas de cristal, la utilización de este no presume ser el punto de partida del diseño ni el punto que sugiere un discurso en torno al proyecto arquitectónico como resultado del uso del valor simbólico de la imagen. Es así que el análisis o entendimiento del punto generador de la arquitectura, en general, puede ser discernido desde diferentes ópticas. No obstante, lo importante es que indistintamente de este discernimiento el objeto arquitectónico debería, competentemente, de responder a un funcionamiento y a una identidad social aunado a un resultado plástico que beneficie a un contexto natural y un ámbito construido.

 

Probablemente, para algunos, el simbolismo iconográfico del BCC es acertadamente utilizado para al proceso de definición plástica y programática. Sin embargo, de manera independiente a esta hipótesis es acertado mencionar que si la imagen se divorcia del sentido social, funcional y estético de la arquitectura, esta se arriesga a perder todo sentido ya que la arquitectura de imagen es desafortunada siempre y cuando no aporte nada más que la imagen misma…una arquitectura de comunicación y no de relación tanto en ciudad como de paisaje.5

 

 

 

 

 

[1] Lynch, Kevin La imagen de la ciudad Barcelona: Gustavo Gili, 2012, p.17.

[2] Venturi, Robert Aprendiendo de las Vegas Barcelona: Gustavo Gili, 2008, p.29.

[3] Ibid.

4 Lynch, Kevin La imagen de la ciudad Barcelona: Gustavo Gili, 2012, p.17.

5 Venturi, Robert Aprendiendo de las Vegas Barcelona: Gustavo Gili, 2008, p.29.

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