¿Aplauso o exigencia?

Por - 25/09/2013

Hace algunos días escribí en Podio mi columna llamada “Después de la tormenta no llega la calma”, en ella compartí una serie de reflexiones y señalamientos en torno a la tragedia que nos acontece a lo largo y ancho del país por el arribo simultaneo de los meteoros Ingrid y Manuel.

Ayer por la tarde recibí un comunicado de prensa en el que se anuncia que el titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), Jorge Carlos Ramírez Marín, anunció que a principios de noviembre del presente se firmarán convenios con los ayuntamientos de las 90 ciudades más importantes del país, para evitar que se otorguen permisos de construcción en zonas donde exista riesgo para la vida humana, todo ello con base en los datos del Registro Nacional de Reserva Territorial, del Registro Único de Vivienda y del INEGI.

Esto ya se había discutido (dicen los que saben) muy profundamente durante la clausura del foro de consulta para la integración de los Programas Nacionales de Desarrollo Urbano y de Vivienda, y entonces tal resolución fue el (positivo) resultado de la jornada del evento donde se llevaron a cabo cinco mesas de trabajo, las cuales trataron los temas: Modelo de Desarrollo Urbano y Metropolitano; Vivienda Digna y Sustentable; Movilidad Sustentable y Productividad, Gestión de Suelo y Desarrollo Regional, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Económico.

Para cerrar con broche de oro, este foro de consulta ciudadana donde participaron 40 expertos panelistas y más de mil invitados entre profesionistas, empresarios de la vivienda y de la transformación, representantes de universidades, legisladores y funcionarios locales, entre otros “consideró la necesidad de incluir los conceptos de prevención y mitigación de riesgos, de cuidado y preservación del medio ambiente; tomar en cuenta los efectos del cambio climático en todos los desarrollos, infraestructuras y equipamientos urbanos; la urgencia de cambiar los criterios para la generación de vivienda, y frenar totalmente los asentamientos irregulares”. No dicen cómo y tampoco, si están atendiendo el origen de estas manifestaciones o sólo lo ven superficialmente, como un problema de ubicación.

La dependencia federal ha celebrado esto con bombo y platillo, estos anuncios sobre todo porque tal como afirma su titular, Ramírez Marín “los fenómenos climatológicos que afectaron al país recientemente demostraron que si bien se ha aumentado la eficacia de respuesta ante las catástrofes, aún falta mejorar la capacidad de prevención a través de la planeación urbana”.

Para mí no deja de tener esto un tinte de oportunismo y de burla. Amargo sabor de ver quién adquiere capital político o de cualquier otro tipo a través de la desgracia. Desde mi punto de vista, la eficacia para responder ante la catástrofe no es algo que deba celebrarse antes de ver cumplidos muchos de los conceptos que reiteran, ahora sí entraran en vigor y se harán cumplir en la menospreciada temática de la planeación urbana.

Reitero: la solidaridad de la sociedad ya nos es reconocida a nivel internacional. Son los mismos salvando a los mismos de siempre (y habrá que seguirlo haciendo si no cambia también el sentido de solidaridad ante la vigilancia por el cumplimiento a las leyes y la prevención). Pero entonces sale a flote la pregunta: ¿cuándo llegará el día en que lo que se reconozca sea la eficacia y relevancia de este tipo de eventos? que por momentos, parecen simples estaciones obligadas para la consolidación de un sistema burocrático basado en la simulación y el oportunismo.

Habrá que esperar a que llegue en noviembre próximo la tan esperada firma de convenios, y más adelante con un poco de tiempo los resultados. Quizá veremos –como lo demuestra la historia-, que las palabras e intenciones sólo sirvieron para dar la nota periodística en un momento preciso donde las sirenas y focos de alarma no dejan de hacerse sentir. Ojalá la sorpresa sea mayúscula y el resultado en verdad, eficaz.

 

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