Vivamos un Pritzker

Por - 03/02/2016

Los textos y análisis siempre pueden ser invitaciones a revisar los podios premiados desde la mirada de simples usuarios, meternos hasta la cocina de las cosas para saber si ese platillo es para todos o si únicamente el comité gastronómico nos está indicando cuál es el menú del día.

En este caso el comité Pritzker premia y encamina energías hacia lo que todos estamos de acuerdo. La Vivienda Social es un tema del que se habían olvidado las revistas a finales del siglo pasado pero, al terminar esta 1ª década con crisis económica mundial, se ha reiniciado el tablero con la palabra austeridad. Es ahí donde se gesta Aravena y su opera prima Quinta Monroy, la cual me parece necesario analizar a fondo arquitectónica, operativa y sobre todo, viviblemente.

 

  1. El sistema funciona con un paquete de cinco viviendas: dos debajo de un piso con tres crujías c/u, y tres arriba de dos a cuatro crujías en dos niveles, esto hace que menos de la mitad (dos de cinco) sólo tengan acceso al jardín, aparte de hacer que la escalera lineal para subir requiera más área de desplante, lo cual consume más territorio.
  2. Construir la mitad, o con opción a futuro, es engañoso ya que aunque en la vivienda de abajo se deje una crujía para ampliación a futuro, tiene que construirse un techo para cubrir la planta baja completa y que así las otras viviendas de arriba puedan existir. Esto sucede aún más en el caso de sus derivaciones de prototipos hechos en la ciudad de Monterrey donde además las de arriba tienen que construirse el techo del último nivel, lo que no hace una opción de desembolso a futuro por ampliación ya que se tienen que absorber esos gastos desde el inicio.
  3. Una vivienda progresiva no funciona con muros medianeros porque en la realidad los emplazamientos suceden a diferentes tiempos y es entonces donde cada quien levanta su casita y por ende, sus muros. En la Quinta Monroy todos los muros divisorios son compartidos e imaginemos ¿cómo construiríamos después nuestras losas o pisos para empotrarlos a un muro que también es del vecino? La solución sería dejar una ménsula o placas, pero esto lo hace más profesionalizado y lo que se busca en estos casos es practicidad, como se observa que han resuelto a lo largo de tiempo los usuarios de las viviendas de ELEMENTAL con puntales o apoyos directos a losas no a muros. Por lo anterior, no está siendo mejor solución para vivienda progresiva social ya que las comunes en el mercado son hacia el frente y hacia atrás pero no utilizan muros compartidos.
  4. Las instalaciones se albergan en tres diferentes muros o ejes, lo que requiere más recorridos de instalaciones significando costo e igualmente pérdida de temperatura en el caso del agua caliente, como se observa en la planta baja donde, aun estando la cocina junto al baño, estas no se encuentran sobre el mismo muro húmedo.
  5. La racionalización de los materiales en vivienda social es fundamental. En este caso es más costoso, tardado y elaborado hacer trabes largas como las que tienen que construirse en la planta baja de 6 m. aproximadamente, la cual tiene que aguantar el eje principal de la vivienda superior de dos niveles, es decir, tres losas, muros y peso vivo. Todos estos gastos elevan el costo de la vivienda si se compara con sistemas de muros de carga normales.
  6. Recámaras con closets de 90 cm. son insuficientes e indignos para nuestras culturas latinas que guardamos hasta los recuerdos de bautizos, peluches y demás cosas, los dormitorios llegan a ser camas en esquinas en las que se duerme pegado al muro, es decir, son más pequeñas que las que ofrecen los desarrolladores.
  7. ¿Cuándo se ha visto que se tenga una vivienda social contemporánea de tres recámaras con un solo baño? Eso es lo que sucede en las viviendas de arriba y en términos de higiene física y mental es sumamente insano.
  8. Los recorridos internos de la vivienda cuentan con áreas muertas donde en realidad la gente preferiría tener una cocina, un baño o una recamara más grande. Esto podemos observarlo en la vivienda inferior ya que después de abrir la puerta principal encontramos m² que no son de nadie.

 

 

En una vivienda social comercial se entrega urbanización y acabados como aplanados en muros. En el caso de la vivienda que acabamos de analizar no se puede encontrar ese factor puesto que no están operando como desarrolladores con lucros ambiciosos, pero lo que sí se puede demostrar es que las del Pritzker son más caras en tiempo, dinero y recursos.

Personalmente me permito reconocer que Aravena, independientemente de las fallas de sus prototipos (que en el futuro es nuestra responsabilidad superar), logró algo más importante que su arquitectura: vinculó subsidios con usuarios.

Después de todo lo anterior, a nosotros los arquitectos nos parecerían buenas volumétricamente, pero si preguntamos a cualquier peatón de cualquier estrato social: ¿usted en dónde preferiría vivir? ¿en una vivienda social común, o en una vivienda como las que anteriormente mencionamos con todas sus desventajas? La respuesta sería contundente…  “ELEMENTAL mi querido Watson”.

 

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