Una práctica muy común que se desarrolla en la mayoría de los estudios de arquitectura o diseño en nuestro país y alrededor del mundo es “tener” que recomendar a alguien porque existe una vacante para un puesto de trabajo. Esta práctica que a través de los años se ha hecho costumbre, resulta interesante cuando el que recomienda realmente “cumple” con las características de un buen diseñador, y que consecuentemente repercute en el buen oficio del estudio. Y sí, es cierto que la selección de curriculums resulta en un martirio cuando en su mayoría éstos están “alterados” de información falsa, errónea y sobre todo de aptitudes o herramientas que ni si quiera conocen.
Recuerdo curiosamente en mi tiempo en Barcelona, como un “nuevo” fichaje del estudio –un estudio caracterizado por grandes programadores y en general gente ávida de la computadora- tenía que “simular” en el programa MAYA –de Autodesk- la generación de una estructura. El supuesto individuo estaba sobrado de conocimiento en cuanto a lenguajes de programación, conocimiento de software, idiomas, etc. O al menos eso era lo que describía su curriculum. No obstante, recuerdo aún las grandes jornadas que pasaba delante de los buscadores de internet a encontrar el mejor tutorial para desarrollar ese proyecto. Y es que no tiene nada de erróneo buscar en la enciclopedia digital información o conocimiento. La gravedad está en la falta de conocimiento para hacerlo. O al menos en el hecho de “fingir” de saber hacer algo, cuando en efecto es todo lo contrario.
Para mi, la selección no es una discriminación, sino un proceso de reconocimiento de “intereses” que te llevan a integrar y comulgar en un lenguaje, no necesariamente similar, pero si con objetivos muy particulares y congruentes con la línea de trabajo del estudio u oficina de diseño. Pocos son los estudios que hoy en día se dedican a concursar los puestos vacantes que tienen en sus oficinas, a veces por falta de tiempo, a veces por falta de conocimiento, a veces simplemente por comodidad. Esta es una falta grave de responsabilidad que repercute fuertemente en la educación y proyección del diseño mismo. Lo más desmoralizador llega cuando el proceso de recomendación repercute también en los profesores universitarios e incluso a los directores de las facultades o escuelas, que a veces por el hecho de tener solo un nombre o conocer a alguien dentro de la “empresa” pueden formar parte de posiciones claves que infieren en la educación de los futuros diseñadores, de la evolución del país mismo.
Últimamente se ha hablado mucho de la necesidad de crear “concursos públicos”, hacerlos trasparentes y sobre todo concursar las obras públicas. Pero es difícil generar una solicitud de este nivel si las personas “a cargo” no han sido educadas de esta manera. Poco, de lo contrario, se ha hablado o discutido de los procesos que “sigue” un director o profesor de diseño para llegar al puesto en el que está. Poco se habla de este proceso, que, cabe señalar con la era digital ha incrementado la “informalidad” de contratación de dichos individuos.
Personalmente he estado, impartido y colaborado con diversos institutos, facultades y escuelas de Europa, Asia y América, y claramente puedo describir que no existe ni siquiera un 5% de estas que dedique tiempo real a contratar a las personas “indicadas”. Y no estoy hablando del largo proceso de llenar formularios, la entrevista con el psicólogo o con el padresito. Aquí estamos hablando del proceso real, donde los conocimientos toman su lugar, donde realmente podemos palpar la “línea de trabajo, investigación o al menos objetivos” que tenga el director al dirigir su escuela o bien el profesor al impartir su clase.
Es un error la forma en como hemos permitido que se conduzcan nuestras escuelas y facultades de diseño, es un error que la costumbre que hemos generado tenga como consecuencia la educación de nuestros futuros diseñadores o arquitectos. Es momento de proponer, crear y actuar con comisiones, jurados y personas que realmente conozcan del diseño mismo y permitan creer y crecer nuestras escuelas, evolucionar nuestras mentes y “acostumbrarnos” a educar y necesitamos sobre todo acostumbrarnos a hacerlo bien. Pero esto es lo más difícil de hacer, acostumbrarnos a actuar. Ésta, es la única tecnología que nos permitirá ver de nuevo el futuro.
Julio 2014, Italia.