Las interfaces de Bonsiepe

Por - 24/08/2017

Cuando comencé mis estudios de diseño industrial, una de las grandes cuestiones que constantemente me formulaba sin conseguir una explicación satisfactoria era ¿qué es el diseño industrial exactamente? Si buscamos el significado en internet aparece lo siguiente: “Actividad creativa y técnica que consiste en idear un objeto para que sea producido en serie por medios industriales”. Este significado es correcto, sin embargo se trata de una explicación bastante general que, al menos en mi caso, más que clarificar desencadena más preguntas. Sin embargo es verdad que es un buen punto de partida ya que comprender que los medios industriales son la vía de creación para este campo, ayuda a delimitarlo y separarlo de la artesanía, por ejemplo. Pero la industria es muy amplia y abarca distintos campos, uno de ellos el de la ingeniería. Ello me llevaba a pensar, ¿hasta qué punto interviene un diseñador industrial en el desarrollo de objetos y dónde comienza el ingeniero?, ¿es verdaderamente relevante la intervención de un diseñador? Si bien es cierto que existen un sinnúmero de definiciones de todo tipo, la mayoría señalaba al diseño como el embellecedor de componentes técnicos desarrollados por ingenieros. Y tristemente aún es percibido como un valor agregado y no como el pilar que sostiene al producto.

Una de las confusiones más comunes es la concepción del diseño como símil de apariencia. Frases como “el diseño de ese coche es muy bonito”, o incluso “métele más diseño para que se sea más vistoso”, sólo contribuyen a la banalización de una disciplina que en realidad es mucho más profunda y compleja de lo que se le hace justicia.

Entonces, ¿qué sí es diseño industrial? Investigando me topé con un personaje que a pesar de no ser muy conocido, a mi parecer, tiene una de las explicaciones más acertadas respecto a lo que es el diseño industrial. Gui Bonsiepe, teórico del diseño, quien fue alumno y posteriormente profesor en la Hochschule für Gestaltung en Ulm, Alemania.

Una de las principales ideas de Bonsiepe radicaba en el entendimiento del diseño como el desarrollo de una interfaz. En su propuesta el catedrático plantea “el esquema ontológico del diseño”, el cual está conformado por tres componentes unidos. El primero es el usuario o agente social, el segundo es la tarea que el usuario desea ejecutar y, finalmente, el tercero es el utensilio u artefacto que necesita el usuario para realizar dicha tarea. El diseño es el responsable de la unión de estos tres campos y no se trata de un objeto sino de un espacio, siendo este espacio la interfaz. A partir de lo anterior, Bonsipe explica que el trabajo del diseñador no se centra únicamente en el objeto, sino en la profunda comprensión de las complejas conexiones entre cada uno de los componentes, articulándolos de la manera más eficiente para conseguir soluciones acertadas y significativas.

Uno de los ejemplos más sencillos que expone Bonsiepe en uno de sus libros es el de una tachuela. Una tachuela es un elemento de fijación. El usuario tiene una tarea, la de fijar una hoja de papel con una tachuela. Sin embargo la tachuela necesita ciertas características que faciliten la interacción con el usuario y por ende el desarrollo de la tarea. Los seres humanos estamos recubiertos por una membrana poco resistente que es susceptible a la perforación y la tachuela es un objeto punzante. En algún momento alguien observó las características de cada uno de los actores y comprendió que con el pequeño gesto de una superficie plana en la cabeza de la tachuela, el desarrollo de la tarea se realizaría de una manera más sencilla, eficiente y, por supuesto, menos dolorosa.

Este ejemplo podría parecer obvio, sin embargo esta simple explicación nos recuerda lo importante que es el rol del diseñador pues es su trabajo tener una visión amplia que entienda cada uno de los componentes, su naturaleza y sus propósitos. Para todo tipo de proyecto siempre es fundamental saber para quién se está diseñando, quién es verdaderamente el usuario, qué necesita, qué desea y cuáles son sus limitantes.

Considero que esta es una de las explicaciones más acertadas del diseño ya que muchas veces no centramos en el objeto y olvidamos the bigger picture. Es por ello que existen productos que integran todo tipo de high-tech sólo porque sí, tecnología por tecnología que al final nadie usa, o productos visualmente llamativos que no funcionan correctamente. En estos casos se olvida el verdadero propósito de su existencia.

Volvamos a las preguntas planteadas al principio, pues por fin pude responderlas. En cuanto al rol del diseñador y del ingeniero, no se trata de dónde acaba el trabajo de uno y dónde comienza el del otro. No se trata de un diseñador ideando un producto por generación espontánea para que el ingeniero lo solucione y lo haga factible. Tampoco un ingeniero crea una pieza tecnológica y el diseñador hace que se vea “bonita”. El trabajo de ambos no se trata de desarrollos aislados que de alguna manera encuentran un fin en común. Por el contrario, ambos parten de un mismo objetivo y trabajan en equipo aprovechando el know-how de cada uno a lo largo del proceso de desarrollo. Estoy convencida de que entre mejor comunicación haya entre los distintos departamentos que están involucrados en el desarrollo de un producto, este será más exitoso. Todo contribuye a una mejor visualización de este bigger picture o, como Bonsiepe lo llama, esquema ontológico del diseño.

Respecto a la pregunta por la relevancia de la intervención del diseñador, en efecto lo es. Como explico anteriormente, el diseñador es el encargado de coordinar los tres elementos que involucran el desarrollo de una tarea. Como yo lo entiendo, el trabajo del diseñador es hablar el idioma de la tecnología, el de la industria y el de las personas, para así actuar como intérprete entre ellos a través de sus diseños, proponiendo soluciones significativas que aporten valor a la vida de las personas.

 

 

Imagen: Katerina Kamprani, “The Uncomfortable”

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