LA VERDADERA (R)EVOLUCIÓN

Por - 15/10/2014

 

 

Para generar una verdadera (r)evolución necesitamos repensar el tema de la educación.

La mayoría de veces cuando queremos generar un cambio en algo que vemos, pensamos siempre en el resultado, en cómo lo vivimos. Un ejemplo claro es cuando se habla de política, religión o deportes. Tendemos a criticar el resultado de lo que vemos pero pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre su origen, historia, o el proceso. Este p&£%” p$&% (EPN), este i&$%£ no entiende de fútbol (MH), estos p”%£& padrecitos. El resultado de cada uno de estos personajes, lo que vemos y que sobre todo nos presentan los medios de comunicación, tiene un origen, un proceso, un por qué. Y el resultado que percibimos, no es sino la constante que se produce como respuesta a sus vivencias. No es normal que en el catolicismo existan padres pedófilos, quizá uno de los motivos principales es que en las otras religiones o congregaciones se les permite, a los sacerdotes o ministros, casarse. Tan obvio que si una persona, que goza de buena salud, come tocino y huevo por un mes, sus valores de grasa, en específico los del colesterol se elevaran después de solo unos días. Esto es el resultado de un hábito, una costumbre. A veces las respuestas parecen estar ahí, prontas, esperando a ser puestas en práctica. Pero a veces también se necesita cambiar, modificar nuestras costumbres, nuestros hábitos. Esto no es nada fácil. Es aquí donde comienza el origen de los errores o de la perfección. Un punto importante que debemos de entender, antes de adentrarnos al problema de la industria, la tecnología y la evolución, es que tampoco todo es negro o blanco. Es fundamental recordar que existe, sin lugar a dudas, el talento, genio, o creatividad innata. Pero la mayoría de las personas necesitamos constancia, práctica y perseverancia en lo que hacemos, para que al final del día logremos encontrar las respuestas adecuadas a lo que deseamos lograr.

 

«Todo es muy difícil antes de ser sencillo.» -Tomas Fuller

Y es que jamás se logrará un cambio sustancial en la industria, y mucho menos en la evolución de la tecnología, si no miramos el problema de raíz, su origen e historia; la educación. En diversos de los ensayos anteriores he hecho énfasis en que la educación no debería de ser aplicada con las mismas bases que se originaron en la época de la revolución industrial. Una vez más el resultado de lo que vemos en nuestros estudiantes es simplemente una constante en la forma en como los hemos educado durante décadas. Profesionales incapaces de reaccionar “al cambio”, “a la heterogeneidad”, “a la diversidad de pensamiento”, estas capacidades no están siendo desarrolladas. Y esto se percibe desde las entrevistas de trabajo, los profesionales relacionan el conocimiento como valores económicos y no como capacidades exponenciales en proceso de exploración. El hablar un idioma más no debería de ser un valor agregado, sino una constante que nos permita comunicar. Si pensamos en el significado de esta palabra entenderíamos una infinidad de conceptos.

Si analizamos brevemente la forma en como educamos, nos daremos cuenta que el origen de nuestro método de formación se basa en tres aspectos, que importantes o no, han permanecido por décadas: el currículo (qué enseñamos), el pedagógico (cómo lo enseñamos), y el resultado (cómo lo evaluamos). Desde mi punto de vista, y pensando en mis clases de español, tristemente hemos olvidado preguntas clave como: ¿por qué?, ¿para qué?, y ¿cuándo?. Y es que tu estudiante, o tu profesor, o tu rector, alguna vez te has preguntado ¿por qué enseñamos este curso, clase o licenciatura? ¿para qué o cuándo deberíamos de enseñarla? No, y sobre todo estamos empeorando, la tendencia se concentra cada vez más en los resultados y sus condicionamientos. Las competencias están aniquilando la capacidad de adaptación, que hoy, sobre todo, es fundamental para el desarrollo de una persona. “Tienes que dar resultados, sino te pasa esto o aquello”. No. Nos hemos equivocado en la forma y método de enseñanza, en el placer y pasión por enseñar, por aprender. No es objetivo que más del 90% de las escuelas en el mundo sigan este método. No somos máquinas. Somos seres humanos que pensamos, sentimos, amamos y vivimos, pero sobre todo que somos diferentes y únicos.

«La evolución se origina a partir de la necesidad y la oportunidad.» -Manfred Eigen

Manfred Eigen insiste en que para producir una evolución se necesitan dos cosas; necesidad y oportunidad. Mientras sigamos creyendo que el método que utilizamos para enseñar es el adecuado, mientras continuemos pensando que los seres humanos pueden ser estandarizados y considerados como masa, no podremos ni siquiera imaginar las capacidades que cada individuo podría explorar. La necesidad de un cambio esta latente. Oportunidades son miles, basta con entender que la necesidad de evolución en nuestros sistemas educativos podría convertir a un país en una potencia. La verdadera revolución no está en el producto final o en el proceso sino en la raíz que origina el todo, el sistema educativo, el resto es simplemente consecuencia.

 

Italia, Octubre 2014

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