Despacio público
Víctor Alcérreca - 01/10/2014
Por Emmanuel Ruffo - 09/10/2013
En el texto anterior les comenté sobre la falta y necesidad de las Escuelas y Facultades de Arquitectura en México de lograr una propuesta dentro de su plan de estudios íntegra, sólida y clara, que permita a los alumnos y egresados no solo adentrarse tempranamente en célebres colaboraciones dentro del mundo profesional industrial, sino además adquirir las bases y el aprendizaje suficiente que les permita incursionar de manera sobresaliente a nivel nacional e internacional. Cierto, estoy hablando de un camino largo y complicado, pero el inicio del cambio es cada vez más evidente e inevitable. La pregunta es ¿realmente las universidades se preocupan por sus alumnos? ¿los rectores consideran necesario educar? ¿para qué? ¿cuál es el motivo, la necesidad?
El cambio se inicia con la necesidad de sentir la disposición por modificar “un algo”, un cambio es siempre necesario para realizar ajustes y modificaciones, que sirven no solo para renovarse sino también para comenzar de nuevo, es decir una revolución y no necesariamente solo una evolución. Un ejemplo claro de lo anterior son nuestros presidentes, durante cada campaña electoral las promesas son múltiples, y una vez el nuevo presidente es elegido los cambios son pocos, las vidas habituales de millones de personas realmente perciben cambios nulos en su cotidianidad. Los verdaderos cambios son exponenciales. Cada presidente y directivo tiene siempre la responsabilidad de continuar lo pasado pero inexcusablemente el compromiso sería el de avanzar. Generalmente un directivo, rector o dirigente, cualquiera que sea su nivel, elige unas bases con cuales iniciar su mandato. Esas bases muy posiblemente son selecciones prioritarias que impactan de forma general en sectores diversos que comúnmente no están conectados. Las estrategias son múltiples y variadas, pero las ocasiones de éxito son mínimas. Las estrategias de éxito, si hablamos de un producto por ejemplo, en su mayoría se centran en un aspecto en particular: el material, el diseño, el embalaje, el color, la escala, el tema, etc., a partir del cual se derivan múltiples opciones de beneficio que finalmente rinden más íntegra y sólida la idea original de diseño. Si hablamos de la economía de un país, por ejemplo, los países más sólidos e íntegros son aquellos que combinan sus fuerzas de desarrollo en aspectos centrales, claros y definidos, y que finalmente repercuten en múltiples beneficios, de los cuales debemos aplicarlos a diferentes niveles, como inicio en la educación.
Dentro de la educación en México y en Europa (considero que las líneas que escribo a continuación no se limitan a la educación únicamente en arquitectura) existen factores característicos muy particulares que se repiten y pueden ser descritos en tres grandes rubros: los intereses de las universidades, el sistema educativo y en el sistema de evaluación. Aspectos que finalmente repercuten en la formación del egresado y en la calidad de educación profesional que se ofrece. Los intereses de las universidades son múltiples y diversos, van desde el aspecto económico hasta el religioso pasando por el psicológico. El sistema educativo, lejos de ser un sistema personalizado que cultive el sistema de pensamiento y de posibilidad de divergencia, está íntimamente relacionado con las ideologías de la revolución industrial y por ende con el capitalismo y la idea central de producir masivamente individuos estandarizados que produzcan. Recientemente, por si fuera poco, los sistemas de evaluación no solo a alumnos (que resultan cada vez menos eficientes) sino además al cuerpo docente, limitan en toda la práctica de la palabra al profesor, volviéndose una víctima más del sistema educativo y de los alumnos mismos, en su afán de conservar un puesto académico.
La educación es un sistema complejo debido a dos aspectos muy generales: El primero es que es un sistema de continua colaboración entre personal interno y externo. Esta colaboración es constante y funciona de formas adversas; el segundo aspecto, y quizá es aquí donde radica todo el interés educativo, es que los intereses de cada miembro de una universidad pueden ser muy variados, diferenciados y divergentes, pero al final del día se deben conjugar íntegra y sólidamente para la formación fructífera de un nuevo individuo que finalmente formará parte de una nueva máquina a un nivel diverso pero siempre dentro del mismo mecanismo, y he aquí el problema.
Continuará…